¿Para qué sirven los clásicos? Durante años, ha sido una pregunta inexorable a la hora de enfrentarse a relecturas sobre estos textos de visionado obligado, cuyo legado centenario ha convertido historias particulares en narraciones universales; una selección digna del más glorioso olimpo literario.
La oportunidad de las revisitas a las obras de culto está, en muchos casos, en diseccionar qué debe permaneer de estas obras a la hora de ser representadas en las tablas o en la pantalla. Las mil y una noches, antología de cuentos del oriente medieval, ofrece una tarea aún más difícil ante un nuevo visionado: ¿cómo filtrar, rescatar y reimaginar una recopilación de historias de las que nadie se ha escapado?
El Teatro Nacional ofrece, en su última gran producción del año, la obra Las 1001 noches, como parte del programa Érase una vez en alianza con el Ministerio de Educación Pública. Una obra de tanto legado arrastra por una parte una poesía y un colorido inigualable, pero también deja ver subtextos que hoy resultan anacrónicos y convienen ser pensados de otra manera para una puesta en escena de siglo XXI.
FUENTE: ECURED. || w. s. / LA NACIÓN.
Filtros literarios
A quien le ha correspondido la tarea de adaptar esta compilación en el 2019 cae, principalmente, en su directora: Ana María Moreno, conocida por su trabajo en EX-áNIMA, respetada agrupación de danza y teatro.
Moreno cuenta que había leído, previo a encargarse de este montaje, algunas versiones del libro. Asegura que leer la versión clásica le produjo sentimientos encontrados, “porque son historias muy poderosas, pero muchos de sus temas deberían estar superados”.
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El debate es completamente válido al comprender la premisa que origina la retahíla de cuentos: Sherezade está destinada a ser decapitada después de pasar la noche con el sultán persa, pero logra entretener al mandatario por mil y una noches hasta que se le “perdona” la vida. Ella se convierte en la esposa del sultán y vive las glorias de su nueva vida.
“Ese comienzo era algo que debíamos trabajar de nuevo. Fue un proceso de conversar mucho entre los miembros para el equipo y logramos darle un giro para que la historia pueda empoderar a esta mujer y que, todo el ciclo de violencia y machismo, no sea replicado”, cuenta Moreno.
Para esta adaptación, la historia cambia desde el inicio del relato. Sherezade tiene la intención de conocer al sultán con el propósito de cambiar las injusticias que sufre el pueblo. A pesar de sus miedos, buscará ingeniarse la forma de acabar con la violencia que ha edificado su tierra.
Este es el punto de partida de un montaje que mezcla el teatro con la danza para compilar tres de los más populares cuentos de la antología, como lo son Ali Babá y los cuarenta ladrones, Aladino y la lámpara maravillosa y Hassan de Basora. El hilo conductor para cada uno de los cuentos es Sherezade, quien se convierte en narradora y protagonista.
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Quien aparece para personificar a esta dama de Oriente es Isabel Guzmán, bailarina, actriz y cantante que aporta cada una de sus facetas para el ensamblaje de la obra. Su último trabajo en el Teatro Nacional fue la arriesgada puesta en escena del musical Cabaret del pasado mayo; ahora vuelve al recinto con un personaje y una ambientación completamente diferente.
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“Me corresponde interpretar este personaje en un momento complicado porque el tema del feminicidio y la violencia contra la mujer es algo efervescente. Interpretar esta obra te hace indagar en temas particulares, sobre todo en cómo lográs identificarte con esta causa”, señala la actriz.
“Uno siempre quiere rescatar la naturaleza de la obra original al máximo, lo que pasa es que la duda sobre cambiar la historia surgió por el mensaje final que deja. El mensaje que queremos dar ahora es cómo la mujer puede ser capaz de generar un cambio positivo y ofrecer una nueva visión sin machismo. ¿Por qué no intentar esto en escena? Siempre mantenemos la esencia de personajes, pero vale la pena introducir el concepto de empoderamiento femenino”, agrega.
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El proceso de interpretación de Sherezade ha partido desde una tabula rasa para Guzmán. Los acentos orientales que debe hacer con su voz, así como la gestualidad de las danzas ha sido un punto de partida para el aprendizaje.
Esta inmersión absoluta resulta vital para el recorrido que requiere la puesta en escena pues cada uno de los cuentos narrados por Sherezade ocurren en la mente del sultán. Este recurso provoca que Sherezade interprete a otros personajes, como Ali Babá por situar un ejemplo, lo cual obliga a Guzmán a realizar una doble personificación en escena.
“Sherezade es la que hace a los otros personajes que ella misma narra. Es un reto porque como actores siempre tenemos un desafío al interpretar cualquier papel, pero lo interesante en este caso es lograr que Sherezade sea la misma en cada cuento, porque no es Isabel, es ella proyectando sus propios cuentos”, explica Guzmán.
Entender otra cultura
La directora Moreno es tajante al decir que esta versión de Las mil y una noches está trazada desde una visión occidental. “No podemos pretender hacer una copia idéntica de lo que es la cultura, pero sí queremos celebrar la esencia que existe en los cuentos”, dice.
Para lograrlo, Moreno ha recurrido al teatro físico, y ha propiciado que el elenco haya sido parte de clases de artes marciales y danzas de oriente para realizar una correcta ejecución.
Quien ha sido determinante para que el baile esté en su punto correcto es Andrea Vargas, bailarina que se especializó en danza oriental tras estudiar en la India. La intérprete asegura que el proceso de comprensión de este tipo particular de baile para el montaje no fue difícil, pues se encontró con un grupo de personas dispuesto a escuchar.
“La sinergia fue sencilla. Todas son muy talentosas y querían aprender. Yo estoy muy contenta porque casi nunca hay oportunidad de presentar en escena danzas orientales, mucho menos con estas magnitudes, por lo que es un gran chance”, afirma.
Vargas también reafirma las posturas de sus compañeros sobre los temas que aborda la obra. “Estamos en un momento de oportunidad de hacer cambios y el teatro es un gran lugar para realizar nuevas propuestas”, finaliza.
Vea el espectáculo
Las 1001 noches se presentará únicamente en tres funciones el 22 y 23 de noviembre a las 8 p. m., y el domingo 24 a las 5 p. m.
El elenco de la obra está conformado por Allan Cascante Badilla, Andrea Vargas Escalante, Bruno Camacho Jiménez, Bryan Lawrence Brenes, Graciela Barquero Céspedes, Isabel Guzmán Payes, Israel Ortiz Cabezas, Mario López Gómez, Mauricio Sibaja Picado,Paola Rodríguez Chávez y Susana Vargas Ramírez.
El videomapping es de Tito Fuentes, la música original es de Fabián Arroyo, la escenografía de Carlos Schmidt Fonseca, el diseño de iluminación de Jody Steiger y el diseño de vestuario de Erick Cascante.
La entrada general tiene un precio de ¢10.000. Las entradas se pueden conseguir en la boletería del Teatro Nacional, al 2010-1110 y en www.teatronacional.go.cr
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