Las trampas al tiempo de Julieta Dobles

Siempre vigente. La celebrada escritora ha publicado un reciente poemario con la EUNED

EscucharEscuchar

Ronald Bonilla poeta_ronald@hotmail.com

Julieta Dobles es un emblema dentro de las letras nacionales. Últimamente ha publicado el primer tomo de su Obra en marcha, bajo un sugerente título: Espejos de la memoria, que reúne sus primeros seis poemarios, y su libro nuevo Trampas al tiempo, que recoge poemas inéditos, la mayoría bastantes recientes, del que la Editorial de la UNED, ha hecho una bellísima edición que alterna estos magníficos textos poéticos con bellas impresiones de las acuarelas de la artista nacional María Eugenia Varela Álvarez, todo el libro en papel cuché.

Julieta salta de los espejos de la memoria a hacerle trampas al tiempo, en su forma y contenido, consustancializados por la destreza literaria sin aspavientos, sabiendo que sus lectores, ávidos de un mensaje humanitario y profundo, de nuevo recorrerán sus páginas.

Familia y militancia. Gracias a sus contenidos, los significantes se tornarán vuelo de palabras, viento y lluvia, símbolos y acercamientos precisos a lo que designan, pero también metáfora en cuanto trasposición del lenguaje, para que arribemos juntos a la otra orilla. De la cultura, al regreso al estado primigenio, a nuestra sorpresa y unión con lo que nos rodea, en esa comunicación con las ciudades, la naturaleza, el mar, la montaña.

El poemario de la ganadora del Premio Magón del año 2013. La EUNED ha comenzado a publicar Obra en marcha , reunión de sus libros.

Así se expresa la poeta en la primera parte del libro, la que le da su nombre. En la segunda parte, denominada En familia, trata de la unión esencial con el resto de la humanidad, encarnada por los más cercanos, nuestros hijos, padres, nietos, tíos, amigos;... pero también con la gente, con el prójimo que a veces no vislumbramos, el de otras esferas, el de otros tiempos, el de otros contornos, el de las clases sociales marginadas, el que sufre la guerra en otros ámbitos, el que cruza la calle para pedir limosna tan cerca y tan lejos que a veces no queremos ver, como en la tercera parte del poemario, que Julieta ha denominado Militancias urgentes ; y, en todos, ella misma, esta gozosa desobediente.

Julieta hace tiempo le viene haciendo trampas al tiempo, y esto en una mujer es encomiable. Aunque casi todas intentan hacerlo, Julieta lo hace con su palabra, con lo que ella sabe disponer mejor, y no con afeites ni maquillajes, sino con la posibilidad de envolvernos en su esencialidad, en la posibilidad de la permanencia.

Entonces, los poemas, no es que vivan circunscritos solo al tiempo de la memoria, de los recuerdos, es que trascienden el tiempo. Muchas veces, entonces, se produce el milagro, se suspende esa temporalidad inescrupulosa que nos empuja por una línea delgada a las prisas, a las rutinas, a las desaprensiones de la vida.

Sencillez y creatividad. Julieta sabe hacer los altos. Al leerla, nos enseña a hacerlos, son altos donde solo existe el presente perpetuo, el instante, que es lo mismo que decir la eternidad. Así, la Julieta transeúnte se detiene en los andenes del metro de Madrid y ante el conglomerado que pasa y empuja, intenta entrar a la máquina móvil, pero antes se detiene a escuchar al violín o al bandoneón…, y es que sí existe la eternidad para apreciar el Concierto de Aranjuez, que no tiene duración porque en el amor todo se detiene como en las vibraciones que para siempre nos relamerán los oídos.

Para llegar a la sencillez, Julieta pasó por el entrenamiento de una creatividad abierta, chispeante, iluminada, desbordada, como en muchos de sus primeros libros; pero siempre supo rodear el ámbito del texto de una ambientalidad que nos hizo a sus lectores ser parte de su mundo, verlo, tocarlo, olerlo.

Su tránsito por su libro Costa Rica, poema a poema , la ayudó aún más a precisar un estilo que unió, a su sed de creación, su capacidad de observación, de descripción, y nos comunicó las esencias nuestras, nuestras pequeñas idiosincrasias que quizá se perdían en esta globalización ficticia del poder de los grandes.

Eso lo intuye Julieta; por esto, cuando hace Trampas al tiempo lo desvanece, lo deshace, y en más de un poema nos quedamos contemplando lo que sus ojos vislumbraron, y nos remite a nuestras propias experiencias.

Esencias. Advenimos al asombro, nos adjuntamos al milagro, a todos esos milagros que ella menciona y traslada, hace metonimia del espacio sencillo del pasado y magnifica nuestros recuerdos.

Entonces, la plaza de La Soledad está viva, pero permanente, como era. Granada, en el país vecino, no es una película, es una postal de sed humana con sus atavíos, sus poemas y sus pretiles y terrazas predispuestas a la eternidad.

En Puerto Viejo, ya no ella, somos nosotros los que estamos llenos “de selva, / viva y llameante, / reflejo de algún bosque / que se quedó perdido allá, en el tiempo” (o quizá donde no existe el tiempo).

Es cierto, “podemos sobrevivir a los milagros”, pero, lo más grandioso, podemos arribar a ellos gracias a esa sabiduría intuitiva de los poemas de Julieta: “Los de todos los días”, los que no percibimos sino por la pasión de la poeta, por su bondad, porque a veces nacen personas que van por la vida, magisteriales, profundos, enseñando caminos por donde otros solo advierten ciénagas impenetrables: “Dejadme desplegar el viejo brío, / la beatitud en fiesta, / el alborozo de la libertad, / la liviandad de un vuelo / sin músculo ni ala fatigosa”.

Por eso el poema de los setenta marzos es un canto a la vida: “yo nacía de mi madre / una noche, en cuya madrugada / de seguro cantaron los yigüirros”. Luego: “ahora alcanzo, en la sombra, / una frontera ignota”. La pregunta: “¿Quién dijo que la vejez comienza ahora?”.

Claudio Muñoz siempre nos dice que hay conocimiento que viene del afuera hacia adentro, y que se trata de datos; pero hay un conocimiento que viene de adentro hacia afuera: es un recordar. Se trata de esencias. Por eso, este libro plegado a los recuerdos, a las vivencias, las trasciende, las deshace, las comparte, las vuelve significante mismo: piedra o guijarro, lluvia o charquito, marea o espuma, sonrisa y labios, brazo y brasa, brizna y planeta, música y más música.

El autor es coordinador del Grupo Literario Poiesis, Premio Nacional de Poesía Aquileo Echeverría en el 2001.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.