Víctor Hurtado Oviedo
“Estos son regalos de Mao Tse Tung ”, dice Luis Chacón y señala unos cuadros que contienen bellas pinturas. “Sin embargo, no fueron para mí, sino para una costarricense que visitó China”, añade Chacón. El artista alude a Cuentos chinos , cuatro cuadros que él expone en La mágica travesía por el arte de Luis Chacón , muestra que reúne 55 obras realizadas en diferentes técnicas y exhibidas en la Escuela Casa del Artista.
“La exposición es antológica porque ofrece obras de distintos periodos de quien ostenta casi cuatro décadas de trabajo. Con pinturas, esculturas, ensambles y fotografías, Luis crea escenarios llenos de brillo, color y luz”, opina José Edwin Araya Alfaro, director artístico de la Escuela.
Luces del Oriente. Los paneles de la Galería Rafa Fernández forman un laberinto donde el artista se pierde, pero sonríe. “La exposición tiene un carácter didáctico pues incluye obras de una amplia variedad de técnicas, aunque circunscritas a los últimos doce años”, explica Luis y agrega:
“Esos collages contienen pinturas hechas por algunos de los seis artistas que Mao Tse Tung tenía a su disposición: creaban obras que el líder regalaba a sus visitantes”, precisa Chacón.
En una compraventa, Luis halló esas pinturas con su respectiva historia. Mandó restaurar las piezas y las puso sobre telas brillantes, que él pintó luego. Las piezas finales exhiben un efecto iridiscente.
Entre el 2000 y el 2007, Luis viajó al Japón, China y Corea en todos los años y se hizo amigo de artistas de tales países. “Ellos me prestaban sus talleres, y allí pinté mucho sobre papel”, recuerda Chacón. Algunas de las técnicas orientales se perciben aquí y allá, en este laberinto que también es mapa pues nos lleva por los caminos andariegos del artista.
Central Park es un panel compuesto de 16 cuadros de pequeño formato: en realidad, collages de retazos salidos de una curiosa historia. Cierto día, en Nueva York, Luis salía de un museo con Roberto Lizano, y ambos hallaron muestrarios de telas en una acera. Con aquellos retazos, Luis creó la ilusión de calles y edificios fragorosos: la Gran Manzana cortada en telas.
Mural e impresionismo. La aldea es una alfombra persa sobre la que Chacón ha aplicado abalorios brillantes (“rain stones” los llama), que crean puntos de luz sobre la opacidad de la tela.
Por los materiales, un trabajo similar es Paraíso perdido , hecho con un bordado maya del siglo XIX. “Guardo tejidos de todas partes: de América, África, Persia, Indonesia...”, enumera el artista. El contraste viene con La noche : lienzo- collage hecho con tejidos africanos, de fondo negro y sobre el que Chacón ha inventado una bóveda plana de estrellas.
Tierra de volcanes es un cuadro muy apaisado que reproduce un mural hecho con cerámica y expuesto en la avenida décima, en la acera del Mercado de Mayoreo, en San José. Ese mural convive cerca de los hechos por Lola Fernández y Rafa Fernández.
La obra presenta siete franjas verticales de fondo, muy coloridas. “Al acentuarle la erupción a uno de los volcanes, se tornó una gran paloma que vuela y recuerda la paloma de la paz sobre una montaña”, describe Chacón.
Con trazos imprecisos y vibrátiles, Luis vuelve a la pintura acrílica con alusiones al artista francés Claude Monet, maestro del impresionismo. Tres cuadros de Chacón repiten títulos de obras de Monet.
Tales pinturas se crearon sobre papel japonés. Incluyen trazos hechos en el reverso, de modo que añaden veladuras a la composición, de por sí ya hecha de puntos. El impresionista Sol levante enseña un horizonte dado por la unión de los dos papeles apaisados.
La exaltación por el color se expande por el tríptico Palmera y mar , que casi huye a la abstracción: las caprichosas palmeras decidieron ser azules, y el mar se comporta de amarillo: ¿cómo nos verán a nosotros?
Luis Chacón viajó a un desierto de los Estados Unidos y portó unos espejos: los puso sobre la tierra y los fotografió de modo que se viera el cielo en ellos. “Sí: el reflejo del cielo unió el cielo con la tierra”, anota Luis. Circulares, los espejos parecen lunas sobre el firmamento de la arena.
Diaria reinvención. Atento a las premoniciones, Luis compuso El año del Dragón , grupo de ocho pinturas: seis exhiben los números del 2007 al 2012, año del supuesto “fin del mundo maya”. Las pinturas ofrecen fondos de pequeños esqueletos serigrafiados, y los cuadros asemejan cajas de galletas macabras.
El cuadro central: Premonición, sugiere la promesa fatal de que, gracias a la depredación del ambiente, no está lejano el fin de esta Tierra aún habitable.
“Este conjunto es una prueba de cómo Luis Chacón ha excedido los límites de los géneros: apela a la pintura, al collage , a la sorpresa en los colores, a la distorsión de las formas...”, sostiene Esteban Calvo, historiador del arte y coordinador de investigación de la Escuela Casa del Artista.
Tres piezas de gran formato exhiben telas que incluyen motivos de plantas, pero en blanco y negro. El palacio de cristal presenta discos compactos. “Los puse para que reflejen los colores del arco iris y creen un contraste inesperado”, indica Chacón.
Para Luis, sus esculturas son regalos que le da el azar. En realidad, estos trabajos son composiciones de elementos que él halla. Por ejemplo, Ángel caído armoniza unas hermosas alas de peltre de una antigua escultura religiosa, con el cuerpo de un “ángel”: uno de esos muñecos de madera que los artistas usan para dibujar mejor una figura humana.
La última sección brinda piezas de cerámica rotas y vueltas a componer creando nuevas figuras. Una señora idea había sido un recipiente de azúcar antes de quebrarse, pero Luis dispuso las piezas de modo que asemejen una mujer con un kimono.
¿Planes? “Estoy con un proyecto que deseo ofrecer el próximo año con otros artistas. En parte se inspira en los políticos y en cómo nuestro país va para atrás en cuanto a moral pública. Cada artista trabajará con un psicólogo o un sociólogo para que, juntos, produzcan mensajes más completos”, adelanta Chacón.
“Con su fogosa imaginación, su encabritada jerga crítica y con su fascinación por lo que encuentra, Luis Chacón es estética pura. Él se reinventa todos los días, y descubre que no lo sabía todo porque descubrió otra cosa que no buscaba, pero que le era necesaria para sentirse bien y completo”, expresa el artista Luis Fernando Quirós.
La exposición se brinda hasta el 15 de agosto en la Escuela Casa del Artista (Guadalupe, San José). Hasta el 18 de julio, el horario de visita es de lunes a viernes de 8 a. m. a 4 p. m. Teléfono 2234-1233