Nunca se ha visto ni montado en Costa Rica el musical completo de Los miserables. Tampoco su versión para teatro.
Nadie se ha atrevido, quizá por la dificultad que conlleva darle vida a la colosal historia de 1.742 páginas que publicó Víctor Hugo en 1862 o por la osadía que significa interpretar la compleja música creada por el compositor Claude-Michel Schönberg para su versión musical de 1980.
Este clásico relata la vida de Jean Valjean, apresado por 19 años tras robar un trozo de pan. Cuando sale de prisión, intenta borrar su pasado, pero la ley y la injusticia buscarán impedírselo.
Millones de personas han seguido sus desventuras en pantalla grande y sobre las tablas, pero hasta hoy, nunca se había cantado en un escenario costarricense. Después de esta semana, la historia será otra.
Del 28 al 30 de julio, este drama situado en Francia, entre las guerras napoleónicas y la revolución burguesa de 1848, cantará con los ticos I Dreamed a Dream, Do You Hear the People Sing? y otras de las canciones que sus personajes han popularizado, en su versión en español.
Valjean, Fantine, Cossette, Javert, Eponine, Gavroche y Thénardier no llegarán al Teatro Nacional, ni al Melico Salazar. Tampoco serán representados por una enorme compañía teatral.
En una de nuestras más apreciadas joyas de bosque nuboso, que abraza al 2,5% de la biodiversidad mundial, germina algo más que la arrolladora naturaleza: un grupo de 30 niños y jóvenes de Monteverde se encargarán de dar vida a este clásico del musical.
Desde hace más de un mes, la Escuela de los Amigos de Monteverde es territorio de la organización sin fines de lucro Far Corners Community Musical Theatre, un grupo que desde el 2005 ha promocionado la educación de las artes escénicas en jóvenes y adolescentes en una zona en la que por las limitaciones económicas o de aislamiento geográfico, las oportunidades para la participación en las artes son limitadas.
Esta será su décima y más grande producción, por lo que ameritaba una celebración en grande. Catorce músicos los acompañarán en vivo durante las tres funciones que tendrá la producción, valorada en $15.000.
Según información que les brindó Music Theatre International, agencia neoyorquina dueña de las licencias de algunos grandes musicales, y a través de la cual Far Corners adquirió los permisos para montar Los miserables, es la primera vez que un grupo centroamericano compra los derechos de esta compleja obra.
Inicios. Cuenta Darío Villalobos, director musical del espectáculo e integrante del grupo desde el inicio, que la organización nació después de que dos estadounidenses graduadas de Harvard, Lisa Burns y Rachel Mason, conversaron con Margaret Adelman, una de las pioneras del teatro musical en Monteverde y una de las fundadoras del Festival de Música Monteverde.
“Ella les contó cómo décadas atrás hacía teatro con mucha gente que ya tiene alrededor de 50 años. Conversando, se dieron cuenta de que sería bueno revivirlo y hacer una producción entre las dos escuelas privadas”, relata Villalobos.
“Empezó así, para que los chicos de las dos escuelas privadas (Los Amigos de Monteverde y el Centro Educación Creativa) tuvieran un chance para actuar, conocerse y tener algo que hacer después de clases”, explica.
Este programa anual, que nació en la comunidad puntarenense, se mueve gracias a donaciones y voluntarios. Tras su arranque, sus creadoras han replicado proyectos en un par de ocasiones en comunidades de Mozambique y China.
Bajo la dirección ejecutiva de Burns, cada año Far Corners convoca a un grupo de profesores de música, danza y teatro de todo el mundo para el desafío que significa montar una producción musical a gran escala.
Durante casi un mes, a mediados de año, se hacen audiciones con niños de todas las escuelas y colegios de la zona, se prepara el montaje de música en vivo, la iluminación, la escenografía, las coreografías, los vestuarios y las piezas musicales.
“Cada año crece exponencialmente. Hay más participación de chicos y más líderes comunitarios involucrados”, asegura Villalobos. “Estas producciones toman un pueblo completo para poder realizarse”.
Como parte del apoyo brindado por distintas instituciones, los vestuarios fueron facilitados por la Compañía Lírica Nacional y Danza UCR, y parte de la utilería por el Taller Nacional de Teatro y el Teatro de La Aduana
“Este programa no se trata de crear actores profesionales o darle a estos chicos todas las herramientas para que se vayan a hacer teatro profesional a otros lugares. Es un experimento social para crear mejores personas y hemos visto a través de los años que en serio funciona”, agrega Villalobos, actualmente estudiante de teatro en Estados Unidos.
Impulso. José Pablo Castro, de 17 años, dice ser el claro ejemplo. Aunque por razones de estudios no podrá estar en este montaje, ha sido parte de las últimas cinco producciones.
“Cuando empecé, fue algo maravilloso. Nunca había estado en un grupo como este, en el cual uno tiene que hacer relaciones muy fuertes”, cuenta. “Fue una gran manera de hacer amigos a mis 11 años y de desarrollar mis pasiones. Yo no sabía lo que me podía gustar actuar y bailar”.
Dice que la persona que es hoy ha sido moldeada por Far Corners, organización a la cual agradece por darles oportunidades a muchos jóvenes y niños que nunca se acercarían al arte si no fuera por tener sus puertas abiertas.
“Yo era un poco más tímido antes. En este momento, estoy trabajando en el Instituto de Monteverde y la persona que me contrató me dijo: ‘Lo queremos a usted porque usted tiene una gran manera de comunicarse con las personas’. Yo le agradezco esa manera de expresarme a Far Corners y a todas las personas que han estado aquí ayudándonos . El teatro, la música y el baile son algo que llevo adentro y que quiero seguir haciendo”, cuenta.
Francis Guindon, también de 17 años, forma parte del grupo desde hace siete años. Se ve tan cómodo interpretando al atrevido Thénardier que no pareciera haber sido un reto para él haberse lanzado al canto, al baile y la actuación desde pequeño.
“Al inicio no quería hacerlo, pero casi que me ‘jalaron’ hacia la primera obra. Yo no cantaba, no bailaba y no actuaba. Después de esa participación me di cuenta de que podía hacerlo”, dice.
“He cambiado mucho. He descubierto talentos que no sabía que tenía. Ahora pienso que las cosas que vaya a hacer en el futuro tendrán que ver con actuación, con canto y todo ha sido por ellos”.
“Monteverde está acá en la montaña y bien retirado. El problema con lugares retirados es que no hay muchas actividades, no hay conciertos y si los hay, son en el bar. Entonces ¿a dónde van los jóvenes? Al bar”, agrega.
“No hay nada que hacer en las vacaciones. Que venga una compañía así ayuda a muchos jóvenes a descubrir el talento que tienen y de verdad ayuda en un nivel significativo a que jóvenes no caigan en drogas o que solo vayan al bar. Es muy bueno y sano”.
Reto. Más allá del entrenamiento vocal, los ensayos de baile y actuación, el programa pretende dotar de habilidades a jóvenes de colegios públicos y privados mediante el arte. Para este año, cuentan con el apoyo de la actriz estadounidense Cindy Perlman como directora del espectáculo.
“Lisa me ofreció la oportunidad de dirigir a pesar de que no hablo español. Me pareció un reto muy divertido no solo poder dirigir un musical en este idioma, sino dirigir Los miserables, que es un emocionante monstruo musical”, cuenta la artista graduada de Teatro Musical en la Universidad de Florida Central.
“Es increíble conocer la comunidad que ha generado esta compañía durante los últimos 10 años. Es claro que los actores tienen profundas amistades por haber trabajado intensamente durante seis semanas en un musical”, dice la artista. “Expande enormemente sus círculos sociales. Poder interpretar una línea o cantar una canción es gigantesco para aumentar la confianza. Impacta en el cómo harán entrevistas en el futuro, cómo darán conferencias en el colegio, cómo pueden acercarse a alguien que les interese”, agrega.
Para los más jóvenes, la emoción es igual de grande. Fabián Rodríguez, de 11 años, interpretará a Feuilly. Será la primera vez que forma parte del grupo y desde ya, espera con ansias la siguiente producción.
“Jamás pensé que era una obra de tal magnitud. Me siento increíble cuando pienso que será el primer montaje de Los miserables en Centroamérica”, dice. “Cuando estoy frente al público, siento que soy uno solo con ellos, como en una película. En ese momento no tengo vergüenza”.
Monteverde, cabecera del distrito del mismo nombre ubicado en Puntarenas, ha hecho alarde (y no en vano), de sus rebosantes verdes montañas nubosas, la curiosa historia de sus orígenes, su amplia oferta de actividades turísticas y su afamada fábrica de quesos.
Diez años de un consolidado programa artístico le dan pie para que se jacten también de cobijar a un grupo de niños, que año a año, no deben imaginar cómo sería brillar en algunos de los musicales más célebres.
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Las funciones serán los días: 28, 29 y 30 de julio en la Escuela de Los Amigos de Monteverde a las 7 p. m. Las entradas tendrán un costo de ¢2.000 (general) y ¢1.000 (menores de 12 años). Desde este momento puede colaborar con la campaña de recaudación de fondos para el montaje del próximo año.