En el 2020, en pleno pico de la pandemia, Lucho Barahona se llevó el susto más grande de su vida.
El escritor, actor y director chileno, recordado por el emblemático programa La lucha de Lucho (1988), sufrió una caída en su casa, en San José, lo cual le provocó quebraduras en la mitad de su cuerpo.
“ Yo solo agradezco que no le haya golpeado en la casa”, cuenta Luis Alvarado, su pareja y cuidador. El accidente le dejó lesionada todo el lado izquierdo de su cuerpo, dejándolo en silla de ruedas.
Tras dos años del trágico incidente, Lucho se mantiene con la energía que siempre lo ha caracterizado. A sus 92 años, se mantiene ligado al teatro, el oficio de sus amores, pues, a pesar de los dolores físicos, su mente (y su pasión más grande) se mantiene intacta.
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Fuerza de veterano
Luis Alvarado cuenta que el desgaste de Barahona pasa por una cuestión física. “Su mente está bien, está lúcido”, dice, aunque pasa descansando la mayor parte del día.
“Siempre trata de hacer las cosas, de mantenerse activo y las visitas de colegas lo mantienen con mucho ánimo”, agrega.
De hecho, mientras realizamos la conversación con Alvarado, Lucho está dormido. Es algo habitual, pues durante varios momentos del día aprovecha para reposar. No es para menos porque, por ejemplo, esta misma mañana recibió en la casa a un grupo de actores que fueron a pedirle su consejo para montar una obra.
“Como su mente está perfecta, siempre vienen a pedirle asesorías para direcciones de espectáculos o para depurar textos”, cuenta Alvarado. “Sigue siendo un hombre activo, pero por supuesto, se cansa”, agrega.
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No es para menos. Como cuenta Alvarado, es habitual que le duela la espalda por estar tanto tiempo en la silla de ruedas, por lo que aprovecha para estirarse en la cama y recargar energías.
Como su cuidador, Alvarado procura no mantenerlo “drogado” con muchos medicamentos. Tiene el tratamiento que le envían sus doctores de cabecera, pero procura no bombardearlo con somníferos.
“A veces le da dolor de hombros o de los resentimientos de la caída, pero él siempre quiere mantenerse activo. Duerme bien, come bien, habla bien. Ese accidente en verdad fue un gran susto, pero él se ha ido reponiendo”, comenta Alvarado.
Cuando hay un espectáculo por estrenar, que venga firmado por alguno de sus amigos, Lucho trata de asistir.
Visitar su emblemático teatro josefino, activo desde los años 80, significa renovar energías y acercarlo de nuevo a la gran pasión de su vida.
Es en esas ocasiones que Barahona le pide a su pareja que tomen un taxi y, en su silla de ruedas, va animado hacia el espectáculo.
“Gracias a Dios mantiene ese ánimo y cuenta con el apoyo de todos sus amigos que siempre mantienen la casa activa. Con eso él es feliz”, finaliza Alvarado.