Redacción
El artista plástico, periodista y director teatral italiano Lucio Ranucci Gagliardi falleció este 31 de mayo en Niza, Francia, informó el Museo de Arte Costarricense (MAC) en su página de Facebook y lo confirmó a La Nación.
Ranucci fue una figura fundamental en el arte costarricense desde 1951: se casó en Costa Rica con la artista y periodista Olga Espinach Fernández (1918-2009), fundadora de la Escuela Casa del Artista (1946) y fue profesor allí. Además, se involucró en el arte escénico y sería el primer director del Teatro Universitario.
En el ámbito plástico, su obra más recordada en el país fue su mural Alegoría a la Segunda República, inspirado en el estilo de los muralistas mexicanos y dedicado a la fundación de la nueva República costarricense en 1949. Comisionado por la Dirección General de Aviación Civil, fue realizado entre 1954 y 1955, y está bajo el resguardo del MAC.
La Nación intentó conversar con la hija de Ranucci y Olga Espinach, Teresita, pero no fue posible al cierre de edición de esta nota.
Vida. Nacido en 1925 en Perledo, al norte de Italia, Ranucci combatió en la campaña italiana en África en 1943 y trabajó como periodista en Milán. Dos años después, zarpó hacia Argentina y emprendió un largo periplo americano, con trabajos ocasionales de marinero, conductor de coches fúnebres y fotógrafo. Estuvo en Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Jamaica y Costa Rica, desde 1951. Ese año, junto con Alfredo Sancho Colombari, fundó el Teatro Experimental de Costa Rica y dirige la obra Débora, de Sancho, según la Historia del Teatro Universitario de Carlos Salazar Zeledón (2000). Al año siguiente, cofunda con Olga Espinach, con quien se casó, el Teatro Experimental de la Casa del Artista.
En 1950, por iniciativa de Carlos Monge Alfaro, se elabora un plan para el Teatro Universitario de la UCR, que realiza montajes durante dos años bajo dirección de Alfredo Sancho. Pero hasta 1953, con la dirección de Ranucci, se convirtió en un grupo estable con objetivos definidos; a él le seguiría José Tassies.
Al asumir esta dirección, Ranucci contribuyó al teatro costarricense consolidando elencos estables y una práctica más profesional del arte escénico, "y supo realizar un trabajo más que admirable para asentar las bases, de una vez por todas, del movimiento teatral costarricense", escribe Salazar Zeledón. Según este puntilloso estudio, las primeras obras dirigidas por Ranucci fueron Topaze, de Marcel Pagnol, y El avaro, de Molière.
Desde aquella época, Ranucci lideraba intentos para realizar un filme en 16 mm con los actores del teatro –aunque no sobreviven registros de este proyecto–. Al fundarse el local del Teatro Arlequín, en la avenida central josefina, el Teatro Universitario optó por un teatro más intimista.
Ranucci fue profesor en la Casa del Artista y ayudó a Espinach en los cursos del incipiente centro de formación artística. "Lucio, además de artista plástico, era muy versado en literatura y teatro. En un inicio estuvo promoviendo actividades de este tipo a la par de talleres básicos que se realizaban en cerámica, pintura, dibujo... con su actividad a la par de doña Olga, hizo una producción propia muy significativa", explicó José Edwin Araya, actual director de la institución, ubicada en Guadalupe y parte del Ministerio de Cultura y Juventud desde el 2000.
En 1956, Ranucci se desplazó con su familia a Nicaragua, donde fue acusado de conspirar contra el régimen somocista, encarcelado y, luego, expulsado a Costa Rica, en 1957. A su retorno, junto a Espinach, fundó el Teatro Las Máscaras. En 1963, se separó de Espinach y retornó a Europa, donde residía desde entonces.
Con importantes participaciones en bienales como la de Sao Paulo y la Panamericana, la obra plástica de Ranucci también adquirió prominencia. Considerado por algunos críticos un "cubismo realista", su estilo pictórico se nutre de las corrientes realistas predominantes en América Latina en su época, así como de innovaciones estilísticas europeas. La figura humana predomina en toda su obra a lo largo de las décadas, mientras que su trabajo de los años 50 y 60 destaca por su contenido social y político.
En una entrevista de 1980, decía: "La pintura me interesa particularmente por su incidencia en los fenómenos sociales y políticos. Es cierto que hoy en día se obtienen resultados más inmediatos con el cine, en cierto sentido, y con la televisión, pero hay que pensar un poco cuando el pintor era realmente el único testigo de su época... fue un acontecimiento excepcional, tenían una función gráfica de dar testimonio".