LONDRES. AP.– A Margaret Atwood a menudo le preguntan si The Testaments (Los testamentos), secuela de The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada), transcurre en un mundo distópico. “Esperemos que así sea”, dice la autora fríamente.
La escritora canadiense dijo el martes, cuando su nueva novela se publicó en medio de una feroz campaña publicitaria, que varios estados estadounidenses promulgaron recientemente leyes para limitar los derechos reproductivos de la mujer. Lo comparó con el extremo control sobre las mujeres en Gilead, el futuro teocrático de Estados Unidos en el que transcurren ambos libros.
“Si se fijan en las medidas legislativas tomadas por varios estados dentro de Estados Unidos, verán que algunos de ellos están casi ahí”, dijo Atwood en la Biblioteca Británica de Londres, durante una conferencia de prensa con motivo del lanzamiento.
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Cuando El cuento de la criada se publicó en 1985, algunos lectores consideraron disparatada la idea de un estado fundamentalista que reemplaza la democracia estadounidense. Ahora, muchos la consideran una profecía siniestra en vías de hacerse realidad con el auge del autoritarismo alrededor del mundo.
Atwood dijo que no es una profeta, solo una observadora. “En 1985, la gente ya estaba diciendo este tipo de cosas”, afirmó Atwood. “(Los políticos) hablaban de qué les gustaría hacer en Estados Unidos si tuvieran el poder. Y ahora tienen el poder”.
Atwood contó que por años se resistió a regresar al mundo de El cuento de la criada porque no pensó que podría recapturar la voz de la narradora Offred, una “criada” obligada a tener hijos para un hombre poderoso.
El éxito de la serie televisiva, laureada con el premio Emmy Handmaid’s Tale, protagonizada por Elizabeth Moss, reavivó el interés en la novela y podría haberla llevado a cambiar de parecer.
Los testamentos comienza unos 15 años después del final de El cuento de la criada, cuando Offred huye para hacer frente a un futuro incierto. Presenta a tres narradoras que incluyen a la tía Lydia, una de las temidas responsables de hacer cumplir las leyes en Gilead, tanto en el libro original como en la serie de TV. La autora dijo que la secuela narra el “comienzo del final” de Gilead.
La serie, que debutó en el 2017, ha ayudado a hacer del Gilead de Atwood una referencia cultural. Manifestantes en protestas por los derechos de las mujeres a menudo usan las capas rojas y capotas características de las criadas en el programa.
Curiosamente, el color dominante en Los testamentos, desplegados en la portada del libro y la campaña publicitaria, es verde brillante.
"Hay algunas opciones nuevas de vestuario en el libro", dijo Atwood. "A este tipo de regímenes les gusta mucho la ropa".
De seguro, Los testamentos será uno de los éxitos literarios más grandes del año, y los meses que antecedieron a su publicación estuvieron rodeados de hermetismo y seguridad.
Atwood dijo que ella y sus editores fueron objeto de ataques cibernéticos dirigidos a robar el manuscrito. Y los estrictos procedimientos de la editorial Penguin se vieron ligeramente comprometidos cuando Amazon vendió algunos ejemplares antes de la fecha. Amazon se disculpó por la "falla técnica".
El libro fue lanzado con un bombo publicitario similar al de Harry Potter: festividades a medianoche en librerías de Gran Bretaña, una conferencia de prensa para periodistas internacionales y un evento de gala abarrotado de celebridades transmitido en vivo en 1.300 salas de cine alrededor del mundo.
La novela está entre las finalistas al prestigioso Booker Prize, la sexta ocasión de Atwood en la lista. La autora ha recibido este honor (por The Blind Assassin en 2000) junto a reconocimientos que incluyen el Premio del Gobernador General de Canadá y el PEN/Pinter a la libertad de expresión.
Por años ha sido considerada una favorita al Nobel de Literatura. Cuando el escritor británico Kazuo Ishiguro lo ganó en el 2017, dijo: “Mis disculpas a Margaret Atwood porque no sea ella quien esté recibiendo este premio”.
Atwood fue presentada el martes en la conferencia de prensa como un “estrella de rock literaria”. La escritora, que cumple 80 años en noviembre, dijo que estaba “complacida y agradecida”, pero impávida.
“Creo que este tipo de cosas pueden ser bastante ruinosas para alguien de 35 años”, expresó. “Porque, ¿a dónde vas después de eso? En mi caso, creo que conocemos la respuesta”.
No tiene planes inmediatos para escribir otro libro, aunque no descartó una tercera visita a Gilead. “Nunca digo nunca a nada, porque he dicho ‘nunca’ y he estado equivocada”, expresó Atwood.