Una mezcla entre lo religioso y lo pagano, lo jocoso y lo solemne, el luto y la diversión, caracteriza la celebración del Día de Muertos, una de las tradiciones más arraigadas entre el pueblo mexicano.
El Instituto de México, en Los Yoses, dio ayer la bienvenida a decenas de costarricenses que se acercaron para festejar con los mexicanos una tarde dedicada a los seres queridos que ya partieron de este mundo. Calaveritas de azúcar, el tradicional “pan de muerto” cubierto de azúcar o ajonjolí y otros manjares mexicanísimos, deleitaron el paladar de los comensales.
Los visitantes se congregaron alrededor del altar de muertos, el principal elemento de esta celebración, el cual es profusamente decorado con velas, flores, ofrendas de comidas y bebidas, y cualquier otro objeto significativo para el muerto. Según explicó el director de Instituto de México, Mauricio Sanders, este año el difunto homenajeado fue el actor Mario Moreno Cantinflas , por lo que se proyectaron algunas imágenes en video representativas de sus películas.
“El Día de Muertos es una tradición mexicana cuyo origen se remonta a la época prehispánica. La muerte tiene una connotación positiva y esperanzadora, como parte de la vida”, explicó Sanders.