El cine alemán de entreguerras
El cine alemán de los años 20 y 30 del siglo XX tuvo una importancia clave en la consolidación artística y simbólica de los primeros años del cinematógrafo, con realizadores y filmes tan importantes como Robert Wiene ( El gabinete del Dr. Caligari , 1920) Friedrich Murnau ( Nosferatu , 1922), Walter Ruttmann ( Berlín, sinfonía de una ciudad , 1927), Fritz Lang (Metrópoli, 1927), Georg Pabst ( La caja de Pandora , 1929) o Josef von Sternberg ( El ángel azul , 1930), entre otros.
Estas trascendentes obras se acercaron a un amplio espectro de temas, estéticas y géneros, que van del expresionismo y el realismo, al documental y la ciencia ficción, casi siempre desde muy altos estándares de realización y búsquedas vanguardistas para su época.
Sin embargo, al margen de esos filmes ya reconocidos por la historia canónica del cine, hechos predominantemente por hombres, la Alemania de aquellos años también fue testigo de un cine realizado por mujeres sumamente preparadas y talentosas: desde las poéticas y experimentales animaciones de Lotte Reiniger ( Las aventuras del príncipe Achmed , 1926), hasta la reconocida aunque muy polémica documentalista pronazi Leni Riefenstahl ( El triunfo de la voluntad , 1935).
Una cineasta pionera y fugaz
Una de esas talentosas realizadoras fue Leontine Sagan, cuya visibilidad en esa época fue relativamente importante. Sin embargo, su trascendencia quedó eclipsada en años posteriores debido a lo breve de su trayectoria profesional en el cine, pero, sobre todo, por los escabrosos y conflictivos temas que abordó.
En 1931, Leontine Sagan fue directora de Muchachas en uniforme , que ha sido reconocida como la primera película que hizo explícito un vínculo lésbico y que, para mayor controversia, se desarrolla en un internado de mujeres adolescentes.
Un excéntrico filme de colaboraciones
Muchachas de uniforme se basa en la novela La niña Manuela , de la escritora y dramaturga Christa Winsloe, quien colaboró en el guion del filme. La totalidad de su trama se desarrolla en un colegio para hijas de militares o huérfanas, en el contexto de la Prusia militar y conservadora de inicios de siglo XX, previo a la I Guerra Mundial.
En este filme nos vamos adentrando no solo en el ambiente represivo de ese hospicio-escuela, sino también en el universo de expectativas y deseos de esas muchachas jóvenes, que se contraponen, en su frescura y ansias de libertad, a lo inflexible y estricto de la directora del colegio y algunas de sus profesoras.
Una de las excepciones en esa educación autoritaria y conservadora es la señorita Von Bernburg, joven maestra que es admirada y querida por la mayoría de las estudiantes.
Cuando llega Manuela Meinhardis, muchacha huérfana, asustadiza y curiosa, inmediatamente se ve atraída por esa profesora recta pero carismática, en una pulsión adolescente que mezcla la necesidad de cariño maternal con la sensualidad del deseo.
La obsesión de Manuela hacia la profesora Von Bernburg se exacerba cuando representan Don Carlos , obra teatral de Friedrich Schiller, que, precisamente, se adentra en los dilemas de amores no correspondidos y tormentosos. En un arrebato de pasión y sinceridad, la adolescente confiesa públicamente su amor a la profesora ante las estudiantes y maestras, lo cual provoca consecuencias imprevisibles para ambas, hasta desembocar en un final que incluso roza la tragedia…
Actuaciones y ambientación como recursos expresivos
Junto a las excelentes actuaciones de sus carismáticas protagonistas, Hertha Thiele (Manuela) y Dorothea Wieck (Srta.Von Bernburg), el resto del elenco, exclusivamente femenino, destaca por las caracterizaciones de la mayoría de las estudiantes, las profesoras y directora del colegio.
El filme posee también una excelente ambientación, que explota dramáticamente la arquitectura del edificio del colegio, que contrapone, con gran efectividad, los espacios de clases e interacción social con las habitaciones y los espacios privados de las estudiantes.
Por otro lado, la fotografía hace un énfasis constante en llamativos primeros planos de sus protagonistas, en contraste con las secuencias de la escuela, que enfatizan las características represivas. Igualmente, se enfrentan el espacio interno del colegio y su enclaustramiento con la arquitectura clásica del contexto prusiano de la época.
El legado de un controversial filme
Muchachas de uniforme se convirtió, desde el momento en que fue estrenada (1931-1932), en una especie de premonición del ascenso de un régimen intolerante y autoritario como el nazi, que, años después, prohibió el filme por sus transgresiones sexuales y sus alegatos contra la educación y la cultura alemanas de la época.
No obstante, la película tuvo una excelente acogida en otros contextos –en Estados Unidos, Japón o México– donde incluso se realizaron versiones inspiradas en su argumento.
En 1958 se hizo un remake del filme, protagonizado por Romy Schneider y Lilli Palmer, que, sin embargo, no tuvo la profundidad del original en el abordaje del polémico vínculo entre mujeres y su crítica contra el autoritarismo. Más recientemente, filmes como Lost and Delirious (Léa Pool, 2001) y Loving Annabelle (Katherine Brooks, 2006) se inspiraron parcialmente en el hasta hace poco desconocido filme para explorar las relaciones lésbicas en sus tramas.
Muchachas de uniforme se ha convertido en uno de esos nuevos clásicos de los inicios del cine, no solo por el novedoso y polémico tema que abordó en su época, sino también por la calidad de sus apuestas estéticas y dramatúrgicas y, sobre todo, por el cuestionamiento de los cánones morales y culturales que transgredió.
Cine gratuito
El Centro de Cine (detrás del INS en San José) presenta este domingo en Preámbulo Muchachas de uniforme a las 4 p. m.; al finalizar habrá un cineforo. Entrada gratuita.