Harry Belafonte, actor, cantante y activista de los derechos civiles, murió este martes 25 de abril. Tenía 96 años.
“El artista murió el martes de insuficiencia cardíaca congestiva en su casa de Nueva York, con su esposa Pamela a su lado”, se lee en un comunicado emitido por la firma de relaciones públicas Sunshine Sachs Morgan & Lylis, a la que Belafonte pertenecía.
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Además de interpretar éxitos mundiales como Day-O (The Banana Boat Song) y ser reconocido como EGOT (tras ganar un premio Emmy, Grammy, Oscar y Tony), Belafonte pasó su vida luchando por una variedad de causas sociales.
El estadounidense financió numerosas iniciativas de la década de 1960 para llevar los derechos civiles a los afroamericanos; hizo campaña contra la pobreza, el apartheid y el sida en África; y apoyó a figuras políticas de izquierda.
Relevante en muchos sentidos
Belafonte nació en Harlem, Nueva York, en marzo de 1927. Sus padres provenían del Caribe: su madre era jamaiquina y su padre de la isla de Martinica. La mujer, que trabajaba en labores de limpieza, se llevó al pequeño Harry a Jamaica cuando era niño, lo que hizo que él absorbiera la cultura y las influencias musicales propias de la isla.
En una entrevista del 2011 con la National Public Radio de Estados Unidos, el cantante dijo que su grabación de The Banana Boat Song se inspiró en los vendedores que escuchaba cantar en las calles desde que era niño.
“Es una canción sobre el trabajo. Se trata de hombres que sudan todo el día y están mal pagados. Están rogando que venga el contador y les haga un recuento honesto”, explicó.
Para Belafonte, era complejo ver la reacción que tuvo la canción en la gente pues el ritmo de calipso es muy amigable y bailable, pero detrás de la pieza hay una crítica social.
“La canción dice: ‘cuenta los plátanos que he recogido para que me paguen’. Cuando la gente canta con deleite y baila y le encanta la canción, realmente no entienden de qué se trata a menos que estudien la letra y se den cuenta que están cantando una canción de trabajo que, al final, es sobre rebelión”, explicó.
En la década de 1950, sus grabaciones para la casa discográfica RCA Victor, que incluían su versión icónica de esta canción, desataron una locura por la música calipso. De hecho el álbum se llamaba así: Calipso, y se convirtió en número 1 de Billboard por muchas semanas en 1956. Harry tenía 29 años.
Años antes de aquel éxito, Belafonte había abandonado el colegio para unirse a la Marina de Estados Unidos. Después de servir en la Segunda Guerra Mundial, trabajó como ayudante de conserje y un buen día alguien le regaló entradas para una función en el American Negro Theatre, una compañía de teatro que estuvo activa desde 1940 hasta 1951.
Tras ver los encantos del teatro, Harry se interesó en la actuación y, como tenía un talento único, logró hacerse un campo en ese recinto, donde aparecían nombres que luego serían igual de legendarios, como su amigo, el actor y director Sidney Poitier, y la actriz Ruby Dee.
El artista estaba en una etapa de gracia pues también comenzó a cantar en clubes neoyorquinos y, al poco tiempo, obtuvo un contrato discográfico.
En 1954, ganó un premio Tony por el musical John Murray Anderson’s Almanac: A Musical Harlequinade. La fama creció y en 1959, le dieron un programa de una hora en CBS llamado The Revlon Revue: Tonight With Belafonte, con el cual ganó un premio Emmy y se hizo histórico: fue el primer afroamericano en recibir el galardón televisivo.
En 1985, participó en el ensamble benéfico de la canción ganadora del premio Grammy We Are the World, y en el 2014 recibió un Oscar honorífico por su legado, no solo cultural, sino también por sus acciones en pro de la sociedad. Así consiguió convertirse en EGOT (ganadores del Emmy, Grammy, Óscar y Tony).
En la gran pantalla brilló en películas como Odds Against Tomorrow (1959) y The World The Flesh and The Devil (1959).
Luchador por la humanidad
Basta decir que Harry Belafonte era uno de los amigos más cercanos de Martin Luther King, Jr.
Cuando la lucha por la igualdad racial se volvió un tema central en Estados Unidos, el cantante se acercó a las batallas políticas y se vinculó a Martin Luther King, al que incluso apoyó económicamente.
De hecho, en 1963, el propio artista ayudó a organizar la Marcha de la Libertad en Washington, donde King pronunció su legendario discurso Tengo un sueño.
En otra ocasión, cuando el doctor King estuvo preso en una cárcel de Birmingham, Belafonte recaudó dinero para sacarlo de allí.
La relación entre King y Belafonte fue muy luminosa, pero en el presente siglo ocurrieron algunos problemas con la familia del Martin, asesinado en 1968.
En el 2013, Belafonte mantuvo una disputa lega contra la familia de King pues el líder le había dado unos documentos que Belafonte intentó subastar para financiar una organización sin fines de lucro. La familia de King dijo que el actor había adquirido ilícitamente los papeles. Finalmente, ambas partes llegaron a un acuerdo extrajudicial al año siguiente y Belafonte se quedó con los documentos.
En 1987, Belafonte fue embajador de UNICEF por su labor por la protección de los derechos de niños africanos. En el 2001 inició una campaña contra el sida en Sudáfrica y en el 2014 fue galardonado con el Premio Humanitario Jean Hersholt.