El año que termina se ha caracterizado por un notable incremento en la actividad de la música clásica a partir de iniciativas personales o de grupos de músicos que, con poca o ninguna ayuda de las instituciones pertinentes, han logrado consolidar propuestas exitosas.
Por el contrario, el Teatro Nacional, la Orquesta Sinfónica Nacional y el Ministerio de Cultura, que engloba estas y otras entidades estatales, no han hecho más que dar palos de ciego, amarrados a un modelo de gestión, el cual, cuando mucho, podríamos catalogar como estancado. Por supuesto, el origen de esta situación no es nuevo, se remonta a la administración Chinchilla-Obregón-Rodríguez o, incluso, antes.
Música sinfónica. Este año, la Orquesta Sinfónica Nacional, tradicionalmente parte importante de las joyas de la corona en Costa Rica, ha celebrado sin pena ni gloria los 75 años de su fundación. Extraña que, ante tan importante aniversario, la OSN no haya logrado traer al país ningún solista ni director invitado de relevancia mundial y, por el contrario, presentara en el concierto de celebración en octubre, ante poco público, una participación más bien decepcionante del Trío Eroica. Desacierto que, además, pretende ser perpetuado en disco compacto.
A mi juicio, los mejores logros de la Sinfónica en el 2015 han sido la edición en un álbum de dos discos compactos de la mayor parte de la música orquestal de Benjamín Gutiérrez, a cargo de su director residente Eddie Mora, y el estreno de obras costarricenses comisionadas especialmente para la orquesta a los compositores Alejandro Cardona, Luis Diego Herra, Edín Solís, Eddie Mora y Carlos Escalante.
Debo destacar también un amplio programa de conciertos de extensión en diferentes comunidades por el país y, en la Temporada Especial, varios conciertos didácticos, uno de jóvenes solistas, así como un espectáculo infantil, con la presencia de la directora coral de amplia experiencia internacional Marisol Carballo y la narradora Alma Costa.
Otra buena noticia ha sido, sin duda, la presencia estable durante el año de la Orquesta Sinfónica Municipal de Cartago con cinco conciertos de temporada y otras actividades paralelas y la Orquesta Sinfónica de Heredia con seis programas repetidos varias veces en diferentes lugares.
Aunque estas agrupaciones no alcancen siempre el nivel de la Sinfónica Nacional, es muy meritorio que sus promotores hayan logrado consolidar estos proyectos trabajando en muchos casos con las uñas.
Ambas organizaciones han optado con éxito por programaciones eclécticas: obras costarricenses y latinoamericanas, combinadas con música del gran repertorio sinfónico, el cual el público siempre desea escuchar.
Programación del Teatro Nacional. Con muy pocas excepciones, como, por ejemplo, el Trío Guarnieri de Praga y otras aquí citadas, la programación musical del Teatro Nacional durante el año ha sido de calidad lamentable. Un sistema basado en alquileres elevados, a partir de costos burocráticos exagerados, desmotiva a productores y artistas que desearían llevar al escenario del Teatro eventos de calidad.
Basta una ojeada al calendario anual para comprobar que está totalmente dominado por veladas estudiantiles, las cuales son las únicas con las facilidades necesarias. Para evitar suspicacias políticas: esto es un problema de viejo cuño, propiciado alegremente por varios ministros, directores y juntas directivas.
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Agrupaciones corales y de música de cámara. En el ámbito de la música coral, en el 2015, tienen especial relevancia las giras europeas de Café Chorale, con participaciones exitosas en dos concursos corales de renombre: Internationaler Chorwettbewerb en Spittal, Austria, y Cantonigròs en Vic, Cataluña, así como la presencia del Coro Surá en el 11.º Festival Coral de Otoño en Moscú con presentaciones en la Gran Sala del Conservatorio Chaikovski.
Respecto a la música de cámara, siempre en desventaja ante otras manifestaciones de la música clásica, destaca el notable esfuerzo de ofrecer la integral de sonatas para violín y piano de Beethoven por parte del violinista Erasmo Solerti y el pianista Leonardo Gell, así como el trabajo del Cuarteto Hispano, que, desde hace varios años, ejecuta obras de autores costarricenses, así como otras del repertorio universal.
La actividad de Syntagma Musicum, Ganassi, el ensamble Glosas y otras agrupaciones demuestra una importante búsqueda en el país de la autenticidad histórica en la interpretación de la música antigua, lo cual ha logrado despertar el interés de un importante segmento del público.
Otras iniciativas y aniversarios. Uno de los acontecimientos musicales más destacados del año fue, sin duda, la VIII edición del Concurso Internacional de Piano María Clara Cullell en octubre. Este evento se lleva a cabo de forma bienal con concursantes provenientes de toda América Latina y ha logrado no solamente consolidarse en la región, sino también adquirir renombre regional, lo cual le permite contar siempre con destacados miembros del jurado. De nuevo, debemos agradecer por esta brillante labor a la iniciativa de un grupo de personas encabezado por María Clara Vargas Cullell.
Del mismo modo, un grupo de entusiastas, motivados por el incansable defensor de los órganos Orlando Vega, fundó hace algunos meses la Asociación Pro Órgano y Música Sacra, con el propósito de promover el rescate de una veintena de estos instrumentos en el país y promover la difusión del maravilloso repertorio de dos milenios de música sacra.
Cabe destacar que, actualmente, el constructor y organero alemán Gerhard Walker trabaja en la restauración del órgano de la basílica de Cartago de 1916-1917, uno de los más importantes con los que contamos.
El otro aniversario destacable en el campo de la música clásica fue la celebración de 25 años de existencia ininterrumpida del Festival de Música Credomatic, organización de la cual quien escribe es director artístico. El festival presentó 40 conciertos públicos en 28 lugares por el país, en los que participaron 11 agrupaciones y solistas provenientes de Francia, Alemania, Japón, Cataluña, Rusia, Andorra, México, Canadá y Costa Rica.
Publicaciones. Completan el panorama del año dos publicaciones de sendas investigaciones doctorales: ¿Para qué carretas sin marimbas? Hacia una historia crítica de la práctica de la música “clásica” en Costa Rica (1971-2011), de José Manuel Rojas con la Editorial Arlekín , y Tres compositores centroamericanos. Del Centro de Altos Estudios Musicales Latinoamericanos del Instituto Torcuato di Tella , de Gerardo Meza, Editorial Alma Mater. En el último de los cuales se analiza la obra de los compositores de la región, que como Benjamín Gutiérrez, estudiaron en los años 60 del siglo pasado en el CLAEM de Buenos Aires, entidad dirigida por Alberto Ginastera.