No cree en la suerte sino en el trabajo duro y en el talento, y !claro!, en contar con una oportunidad y saber aprovecharla.
Nick Lazzarini tuvo esa oportunidad el día en que fue seleccionado para participar en la primera temporada del reality show estadounidense So you think yo can dance (en español, “Así que piensas que puedes bailar”) y la aprovechó tan bien que se convirtió en el ganador de la competencia.
Desde aquel triunfo en el 2005, cientos de puertas se le han abierto y ha podido hacer lo que más le gusta y lo que mejor domina: bailar y crear coreografías.
Lazzarini está en Costa Rica, en una visita fugaz, impartiendo talleres de baile en el marco del Jump tour , una iniciativa que reúne a bailarines y coreógrafos famosos del mundo del espectáculo para que viajan por distintas naciones y compartan su conocimiento.
Llegó el viernes y se marcha hoy. Tras terminar una de sus clases, aún sudando y algo cansado, un Nick sonriente y lleno de humor habló con Viva. Ante todo, este californiano de 29 años se considera una persona afortunada porque puede gozar de su pasión, el baile.
¿Qué se requiere para ser un buen bailarín, es más un asunto de talento o depende más bien de trabajar la técnica?
Definitivamente, tiene que haber talento, pero con buena técnica se puede también llegar a ser un gran bailarín. Todos pueden aprender si se empeñan y trabajan duro. Sin embargo, hay una energía que la persona debe tener: esa intensidad, ese fuego que traes... eso es lo que hace a un buen bailarín. Esto no es para robots adiestrados en lo técnico. ”Ayuda también, estar rodeados de buenos bailarines, eso es muy importante porque siempre estás aprendiendo y corrigiendo cosas con su ayuda”.
¿Cómo es el proceso para crear una coreografía, cuáles son los pasos que se deben seguir?
Los pasos son diferentes, por ejemplo, si hago una coreografía para 200 bailarines, prefiero estar solo con mis ideas antes de estar en en el salón con todos ellos porque busco llevar una propuesta muy detallada. Por el contrario, si tengo solo 20 bailarines, se vuelve algo más natural y orgánico; vamos probando con el grupo, dejando que fluya, interactuando con ellos.
Luego hay que practicarlo muchas veces. Siempre tengo un pajarito en el hombro que me dice: ‘No es suficientemente bueno’, así que lo volvemos a hacer una y otra vez.
¿Se presiona para que el baile quede perfecto?
Estoy rodeado de gente muy talentosa , eso me hace tratar de ser mejor. La perfección no se puede alcanzar, nadie va a llegar a ella, pero eso no significa que no lo puedas intentar. En algunas ocasiones, hago hasta 40 versiones de una coreografía, así trato de llegar a la mejor versión.
¿Se siente la misma presión cuando se es coreógrafo detrás del telón, que cuando se es bailarín en el escenario?
Yo, antes que coreógrafo, soy bailarín. Mi lugar es, en verdad, en el escenario. Cuando estoy detrás del telón, me gustaría estar bailando. También disfruto la parte de preparar las coreografías, pero creo que aún tengo mucho trecho que recorrer como bailarín.
Entonces, lo veremos más en el escenario, ¿así se resumen sus planes?
En este momento, disfruto de estar en escena. Lo que pasa es que todo este proceso fue muy lento; en el mundo de la danza no se tienen muchos trabajos, pero ahora, gracias a programas como So you think you can dance se han abierto puertas y tenemos más espacios para hacer lo que nos gusta, que es, además, lo que mejor sabemos hacer.
El baile es el protagonista principal de su vida, ¿cierto?
He bailado por tanto tiempo... Desde que tengo cuatro años, el baile es el eje de mi vida; es mi trabajo, donde están mis amigos. Sin la danza, no tendría nada.