James Owen. National Geographic Society
Marcados por su amabilidad con los extraños, los bonobos están ayudando a los científicos a resolver el misterio de una cualidad particularmente humana: nuestra naturaleza altruista. Por lo tanto, es una cruel ironía que los mismo bonobos, que están arrojando luz sobre cómo surgió nuestra humanidad hacia los demás, sean huérfanos de madres asesinadas por los humanos.
Los bonobos, huérfanos a manos de cazadores ilegales del centro de África, son los sujetos de estudio de los antropólogos evolucionistas Brian Hare y Jingzhi Tan, ambos de la Universidad de Duke, Carolina del Norte.
Trabajando con los simios rescatados en el Refugio Lola Ya Bonobo, en Kinshasa, República Democrática del Congo, Hare y Tan han revelado un lado social de los bonobos que antes se consideraba único de los humanos.
A diferencia de otros primates no humanos (incluyendo nuestros otros parientes vivos más cercanos: los chimpancés), los pacíficos bonobos parecen tolerar a los extraños, comparten recursos con bonobos al azar y exhiben una forma de empatía llamada “bostezo contagioso”.
Estos hallazgos podrían ayudar a resolver un viejo rompecabezas evolutivo sobre por qué los humanos muestran un comportamiento amable o servicial hacia otros humanos más allá de su familia inmediata o grupo: podría tener una base biológica.
“La cultura y la educación juegan un papel importante en el desarrollo del altruismo humano, pero el hallazgo con los bonobos nos dice que hasta la forma más extrema de tolerancia humana y altruismo en parte es impulsada por nuestros genes”, dice Tan.
Solidarios. El equipo ha realizado varios experimentos con los bonobos del refugio para probar su voluntad para compartir. En un experimento publicado en el año 2013, catorce bonobos fueron ubicados en una jaula flanqueada por dos jaulas sin comida. En una estaba un miembro de su grupo familiar y en la otra un completo extraño.
Los bonobos con comida tenían la opción de comérsela toda, o compartirla abriendo la jaula del vecino invitándolo a entrar. Nueve de los 14 individuos eligieron compartir primero con el desconocido. “Los bonobos pueden sacrificar parte de su comida incluso cuando no reciban ningún beneficio y cuando deban pagar un costo”, subraya Tan.
Hare y Tan descubrieron que los bonobos también tienen el hábito humano de “contagiarse” con bostezos de extraños; otra vez, son el único primate no humano que se sabe que haga esto.
Al igual que compartir con extraños, los bostezos contagiosos pueden ser vistos como expresión de empatía.
Carne silvestre. Nuestro altruismo aparentemente no abarca a nuestros primos primates más cercanos: debido a actividades humanas, se cree que menos de 20.000 bonobos viven dentro de su área en la cuenca del Congo, y el número sigue cayendo. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza enlista a la especie en peligro de extinción.
Una amenaza creciente para su sobrevivencia es el comercio ilegal de grandes simios con destino a Asia. Hare dice que cada animal se vende por entre $ 50.000 y $ 300.000 para zoológicos, circos y particulares en China. “Cada vez vemos más informes de que, en África, los chinos consumen carne de animales silvestres, y que tienen chimpancés-mascotas; y también está el comercio ilegal de simios”, dice Tan.
Teresa Hart, directora del Proyecto TL2 de la Fundación Lukuru de Investigación de la Vida Silvestre, dijo que ha habido demanda de bonobos por parte de Asia, pero la mayor amenaza es el mercado local. “Un bonobo muerto vale 50 dólares y puede alimentar una familia grande durante varios días”, indicó.
“Los mejores esfuerzos de conservación empiezan con el público que conoce los descubrimientos científicos sobre lo increíble que es una especie”, agrega Tan.