Estructuras de embarcaciones antiquísimas, restos de aeronaves, objetos prehistóricos, templos, cementerios y hasta ciudades completas son parte de los tesoros arqueológicos que descansan en el fondo de mares y lagos.
El museólogo español Rafael Azuar Ruiz, exdirector del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua), con sede en Cartagena, España, expuso en Costa Rica su experiencia en ese campo a partir de su labor como coordinador científico del Plan Nacional para la Protección del Patrimonio Subacuático en dicho país.
¿Cuál es la diferencia entre un hallazgo arqueológico en tierra y otro bajo el agua?
Un sitio arqueológico tradicional presenta un panorama amplio y en contexto sobre la huella humana, mientras que la arquitectura subacuática nos permite conservar una fotografía de un suceso, generalmente trágico, que ocurrió en algún momento de la historia. Es como una instantánea.
¿Existe algún tipo de planificación para ir tras esos descubrimientos o simplemente ocurren por casualidad?
Durante mucho tiempo, fueron hallazgos fortuitos, por ejemplo pescadores que arrasaban objetos peculiares en sus redes, pero actualmente existen regulaciones y controles como las cartas de arqueología subacuática que trazan lineamientos generales para definir zonas protegidas bajo el agua y posteriormente determinar si procede o no su excavación.
Cuáles son los instrumentos legales que apadrinan la exploración arqueológica subacuática?
En el 2001 la Unesco creó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático. Es un protocolo internacional que deben obedecer todos los países que ratificaron esa convención. Establece normas para regular la documentación, investigación, protección de todo lo que se pueda considerar patrimonio subacuático.
¿Cuáles son las disposiciones generales de ese protocolo?
La Convención insiste en la protección in situ de ese patrimonio y sostiene que lo mejor que se puede hacer es dejarlo ahí donde está como un legado para las generaciones futuras. Defiendo esa postura pues hay que tener en cuenta que cuando los objetos permanecen tanto tiempo bajo el agua se aclimatan. Al ser extraídos comienza un procedo rápido de oxidación y descomposición y si no se toman las medidas apropiadas puede terminar por destruir ese patrimonio.
¿Entonces, no es viable la idea de extraer esos objetos para exhibirlos al público?
El asunto es que una vez fuera del agua es necesario someter los objetos a tratamientos especiales para intentar readaptarlos al ambiente exterior. Estos procedimientos requieren de personal especializado y laboratorios bien equipados y, sobre todo, muchos años. Cada pieza exige un tratamiento único, puede depender del material y del tiempo en que estuvo sumergida, entre otros detalles.
¿En qué se diferencia un museo naval, marítimo de un museo de arqueología subacuática?
Un museo naval exhibe embarcaciones; el marítimo despliega el mundo de los barcos mientras que la arqueología subacuática traza una visión más amplia y narra la historia y la cultura desde el mar.