La intensidad en la persecución de los instintos, un sentido del humor muy refinado y 45 años desde su debut en el teatro, demuestran que Óscar Castillo es un actor muy completo.
Luego de 20 años sin pisar un escenario teatral, se puso la corona de El rey Lear y su madurez sorprendió al jurado de los Premios Nacionales. El galardón lo recibirá hoy lunes, pero antes conversó con Viva sobre esta experiencia y sus nuevos horizontes
¿Qué lo hizo alejarse del teatro durante dos décadas?
En esos años hice 12 películas entre actor, director y productor. Puse un estudio y me dediqué a hacer televisión. Inventé El barrio , La pensión y otras series, y mientras tanto algunos largometrajes.
¿Encontró algo de herrumbre en su regreso a las tablas?
Claro.
¿Qué fue lo más complicado de regresar como actor de teatro?
Recuperar el sentido del espacio teatral, eso que Peter Brook llama ‘el espacio vacío’, que lo llena uno con su trabajo, con su energía como actor, con su sensibilidad, con su creatividad, en la relación con otros personajes...
”Sentir ese espacio, sentir al público, la relación de energía que uno emite desde el escenario y la devuelve el espectador, esa es la parte que cuesta más, es donde más herrumbre hay. Ese es el pan nuestro de cada día en el teatro”.
¿Cómo fue encarnar al protagónico luego de tantos años de ausencia y, sobre todo, con este personaje catalogado como uno de los más retadores que hay en teatro?
La verdad es que en mis últimos 20 años, normalmente hacía personajes protagónicos, entonces era como volver al mismo tipo de responsabilidad.”Desde esa perspectiva, no es nada nuevo. Lo complejo es el personaje porque pasa por casi todos los sentimientos que puede tener el ser humano: el amor, el rechazo, la necesidad de cariño, el poder, la pérdida –en este caso– del poder por una torpeza suya, el sentirse culpable o responsable...
”Pero, al mismo tiempo, para un actor hay más de dónde agarrarse para volver con un personaje tan complejo como ese”.
¿Fue este uno de los factores que influyeron en su decisión de regresar al teatro y aceptar el papel?
Fue una necesidad existencial vital. Tiene que ver con la vida, con el paso del tiempo y con la necesidad de volver a vivir esa experiencia, esa energía, esa fuerza...
¿Se presentaron otras oportunidades antes de El rey Lear que usted rechazó?
A mí nunca nadie me ofreció trabajar como actor. El único fue Fabián Sales (el director de esa puesta en escena), hacía como tres años, pero para otra obra y yo no podía porque estaba muy enredado con otra película que estaba haciendo ( El compromiso ).
Esta idea de Lear la conversamos varias veces y como que nos cuadraba muy bien a los dos. Es un personaje que no hay actor sobre esta tierra que no quiera encarnar.
¿Y por qué cree que otros directores no le ofrecieron papeles? ¿Será que creían que ya usted estaba muy concentrado en el cine y en la televisión?
No, no, nunca me ofrecieron ni cuando yo hacía solo teatro ( ríe ), tal vez porque yo siempre decidía qué hacía y cómo lo hacía.
En su momento, Sales dijo que haberlo seleccionado a usted como protagonista fue un riesgo. ¿Considera que tenía razón?
Estábamos hablando del herrumbre, entonces hay un riesgo muy grande, no solo para él, sino también para mí. Fue una lucha muy grande, tuve que trabajar durísimo. Yo trabajaba todos los días 18 horas en ese personaje, durante casi tres meses.
¿Era un riesgo que valía la pena jugarse?
Sí, por supuesto, independientemente del premio, eso es secundario. Lo que valió la pena es la reacción del público.
¿Cómo recuerda la reacción de la audiencia la primera vez que se presentó la obra?
Bueno, fue todo el tiempo. No hubo ni una sola función en que la gente no se parara a aplaudir. Salíamos cuatro o cinco veces a saludar, y la gente se conmovía muchísimo. Así que si me pregunta, eso fue lo que valió la pena, fue como recordar muchos momentos extraordinarios con el público.
Como actor, luego de 20 años, ¿el sentimiento ante el público y el espacio teatral fue diferente?
Siempre es diferente. Esto es maravilloso por poder decir: ‘bueno, todavía puedo’.
¿Lo tomó por sorpresa cuando anunciaron los Premios Nacionales y estaba su nombre ahí?
Los premios son muy agradables, pero no son la razón por la que uno hace esto. Son bienvenidos y uno los agradece, pero uno hace esto por ese momento en que el público reacciona.
Cuando terminó la primera temporada, usted se retiró de la obra. ¿Le genera nostalgia haber cedido el papel a Pepe Vásquez?
Fue muy divertido porque yo tuve que dejar Murámonos Federico hace 33 años, cuando me fui a hacer La insurrección , que fue mi primer largometraje. Lo hicimos en Nicaragua con un director alemán que se llama Peter Lilienthal. Quien me sustituyó en aquel momento fue Pepe Vásquez, quien estaba en la Compañía (Nacional de Teatro).
”En noviembre o diciembre, se planteó la idea de retomar este año El rey Lear . Yo ya tenía que haber empezado una serie de televisión en la que estaba comprometido y que todavía no se ha hecho. No podía comprometerme si me iba a ir a hacer esa serie, que es con producción estadounidense.
”Cuando yo pregunté que quién me iba a sustituir, me dijeron que Pepe Vásquez, que venía desde Uruguay. O sea, es la segunda vez en la historia que Pepe asume un personaje que yo estaba haciendo”.
Pero, entonces, ¿no le dio nostalgia deshacerse de un papel que le había gustado muchísimo y que había generado tan buena reacción en el público?
No... Lo que me dejó es ganas de seguir haciendo teatro.
¿El público podrá verlo en nuevas obras de teatro?
Sí.
¿Ya hay otros proyectos?
Sí.
¿De nuevo con Fabián Sales o ya usted como director?
No se cuentan esas cosas porque se salan, se gelan.
Usted habla de una nueva serie de televisión y se lo mencionó Fabián Sales entre las razones por las que debía dejar la obra. ¿Qué viene ahora?
Tenemos varias cosas para televisión internacional y local.
¿Nos puede adelantar alguno?
No. Se gelan.
¿Siempre para canal 7?
No necesariamente.
¿Ya usted no tiene nada que ver con La pensión ?
Cuando tienen un drama, me preguntan. Pero, normalmente, no me toman en cuenta, ¡por suerte!
Luego del éxito que tuvo El barrio , ¿volvería a hacer una serie dramática?
Sí, pero aquí tenemos un problema muy serio, que es el tamaño del mercado. Una hora de drama para televisión hace muy difícil recuperar siquiera el costo de producción.
¿Y podremos ver una nueva película suya?
Ya está hecha, solo falta empezar a filmarla. Bueno, está en la cabeza, que es donde primero aparecen las historias, las películas, las obras de teatro y los personajes.
¿Qué aprendizajes le dejaron los filmes Donde duerme el horror y El compromiso ?
Donde duerme el horror solo la produje, pero ha sido muy útil esa experiencia, precisamente para estos trabajos con la televisión internacional de los que estamos hablando.
” El compromiso era una película que tenía que hacer, era algo que tenía pendiente, vital en mi existencia y en la vida de mi generación. Tenía que ver con todos los cambios en los años 70 y 80 en América.
”Todo deja aprendizaje; el problema en la vida es cuando uno cree saberlo todo y pierde la capacidad de asombro, de ver el mundo que le rodea”.
¿Haber incursionado en teatro, cine y televisión lo convirtió en un actor y un director más completo?
Tal vez te amplía la experiencia. Efectivamente, poder hacer las tres cosas es un privilegio que la vida me ha dado, porque cada una es perfectamente distinta, pero todas tienen en común que es indispensable seducir al espectador.
Si tuviera que escoger solo uno de esos tres campos, ¿con cuál se quedaría?
Como actor, me quedo con el teatro; y como director... ¡huy!, el cine me seduce muchísimo.
Entonces, usted no va a donde el sol mejor le brilla, sino hacia donde le dicta esa necesidad vital...
Así es, de forma sintetizada.