Empezamos esta nota haciendo un resumen de frases contundentes de una niña argentina que llegó al mundo para no quedarse callada, para incomodar, para ser irreverente, para darnos un golpe de realidad que todavía más de 50 años después nos sigue dando cachetadas.
“¡Paren el mundo que me quiero bajar!".
“¿Por dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante?”.
“¡Sonamos muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!”.
“Como siempre, apenas uno pone los pies en la tierra, se acaba la diversión”.
“Hay más problemólogos que solucionólogos”.
“Sopa, ¿verdad?, de la frontera ideológica para allá”.
Y así podríamos seguir por páginas y páginas... El caso es que Mafalda, tan mechuda como siempre, la que le saca las canas verdes a su papá y a su mamá (Raquel) nunca dejó de acompañarnos y, ahora que sobrevive a su creador Quino quien falleció este 30 de setiembre del terrible 2020, tomará un nuevo aire para conquistar a más y más seguidores, para seguir alzando la voz en contra de las injusticias y para seguir diciendo todas las verdades que le llegan a su inocente cabecita.
Se podría tildar de pesimista a Mafalda, pero no, ella siempre critica con la esperanza de ser escuchada, así sea por sus maestras en el jardín de infantes o por sus padres y vecinos y hasta con el fin de aclararle la mirada a los amiguitos de su barra.
A ver, muchos nos podemos identificar con algunas de sus pasiones: Los Beatles, El Pájaro Loco, la paz mundial, la primavera, los vestidos o con sus odios: la sopa, la guerra, las moscas; porque Mafalda lo que tiene es que no pasa de moda o, bueno, lo que no pasan de moda son los problemas sociales de la América Latina que la vio señalar a políticos, estados y gentes no tan buenas durante estas cinco décadas.
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Mafalda es, sin duda, una crítica social muy dura y con su estilo directo y sin tapujos nos puso muchas veces en nuestro lugar. Es defensora de los derechos humanos, ama a su familia incondicionalmente (aunque es intensa con lo que ella califica como conformismo), deja pasmados a sus amigos y a los adultos con sus pícaras e inteligentes salidas y, por supuesto, en medio de risas nos da lecciones sociales cada vez que la leemos.
“La voz de Mafalda puede incomodar todavía porque los asuntos de los que hablaba no se han resuelto. A la niña precoz le dolía el mundo –ese planeta confundido de mediados de los años 60, entre Guerra Fría, Mayo del 68 y la sombra de las dictaduras militares, entre otras transformaciones sociales y políticas–”, escribió el periodista Fernando Chaves Espinach en un reportaje elaborado en el marco de los 50 años de Mafalda.
Y sí, Mafalda nació en medio de una crisis latina que no solo se avocaba a su Argentina natal, sino que también al resto de países de la región. Pero, lamentablemente, sus críticas y señalamientos siguen tan vigente como en ese entonces.
Sin embargo, en la genialidad de Quino, el dolor de Mafalda y de quienes la han seguido a lo largo de los años ha sido apaleado con su ternura y con su irreverencia. Mafalda es algo así como una dosis de sabroso sarcasmo con fisga sazonado con la dulzura de la niñez.
Sus amigos
La realidad social de entonces (y por supuesto la de ahora) también se ve reflejada en todos los demás personajes que han acompañado a Mafalda en sus aventuras.
Cada uno tiene una personalidad muy distintiva, cada uno nos saca las risas y también nos pone a reflexionar.
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Papá y mamá formaron una familia común y corriente, de estrato medio/bajo, de los suburbios, de la clase trabajadora. El hombre llega cansado todos los días de la oficina, ama a sus plantas y trata de hacer lo posible por complacer a su familia. Su esposa, por otro lado, es ama de casa, así lo decidió, trabaja incansablemente todo el día y lidia todo el tiempo con los cuestionamientos de su hija y las travesuras de su hijo.
Guille, el hermanito menor, es toda liberación, es exigente, caprichoso en muchas ocasiones y una dulzura cuando se lo propone.
Felipe, el eterno soñador, no le gusta para nada la escuela y vive enamorado de una chica del barrio. Fan número uno del Llanero Solterón (perdón, del Llanero Solitario). Tímido a más no poder, pero defensor de sus creencias pese a que le cuesta expresarlas.
Manolito representa al capitalismo. Algo atrasado con los temas de educación, pero todo un empresario. Es conservador y malhumorado, pero con un corazón muy grande.
Miguelito, es un chico con preocupaciones como todos los demás, admira a su abuelo que a su vez admira a Mussolini. Es algo presumido y egoísta, pero también es uno de los más críticos del grupo.
Susanita, la futura mamá de varios hijitos, la futura esposa dedicada al hogar. Su único sueño es convertirse en toda una señora de su casa y atender a su familia. Chismosa a más no poder y algo enamorada de Felipito.
Libertad, la más pequeña del grupo (cualquier parecido con la realidad no es coincidencia). Es mucho más liberal que Mafalda, tiene bien claras sus ideas políticas y sociales. Espera algún día a que el pueblo se levante en contra de la opresión.
Vemos en todos algo de ironía (o mucha) con el fin de representar las realidades de los latinos en sus mensajes. Quino utilizó a Mafalda y a sus amigos para eso, para que nos riéramos de nosotros mismos, para que nos encontráramos en alguno de ellos o en todos e hiciéramos un examen interno de hacia dónde estamos llevando el mundo.