Telas con costuras que parecen suturas, inertes objetos cerámicos que intentan cobrar vida, muebles que se metamorfosean con lo humano, cuerpos amorfos y videos minimalistas; todos ellos, inquietantes expresiones de la extrema vulnerabilidad de nuestros cuerpos.
La trayectoria artística de la nicaragüense Patricia Belli ha sido tan persistente como sus actitudes. Durante los últimos 20 años, esas obsesiones han marcado una obra que es absolutamente reconocible en el contexto de un arte contemporáneo centroamericano y que ha explorado desde experimentaciones formales –ensamblajes, objetos, instalaciones, videos– hasta intensas búsquedas sobre el cuerpo femenino, desde perspectivas a la vez intimistas y sociales.
Como ella ha afirmado alguna vez: “Las urgencias humanas informan todo mi trabajo: deseo, poder, dolor, miedo, vergüenzas, esas pulsiones que la civilización organiza a través de límites, ritos, espectáculos y jerarquías”.
Cuerpo femenino
Desde finales de la década de los años 80 e inicios de los 90, esta artista ha propuesto disímiles interacciones entre materiales naturales o manufacturados –espinas, maderas, telas, alambres, etc.– a partir de collages , ensamblajes, objetos, pinturas e instalaciones que, recurrentemente, exploran ese cuerpo femenino, cruzado por tensiones de género donde lo humano y lo objetual se con-funden permanentemente.
LEA MÁS: Artista nicaragüense Patricia Belli expone su obra en Teorética
Esas hibridaciones se evidenciaron con fuerza desde exposición Velos y cicatrices (Managua, 1996), con piezas como Femalia , un vestido intervenido sobre un bastidor; o en La columna rota , un evidente diálogo-homenaje a la mexicana Frida Kahlo, donde fragmentos de telas, costuras y brasieres encorsetaban y ataban al cuerpo femenino.
Otra pieza que aborda con crudeza las marcas sobre el cuerpo femenino –en este caso relacionado al aborto– es Sacos vacíos (1997), donde múltiples hilos evocan cordones umbilicales que se han roto; o en Zapato (1997), intervenido con espinas en la planta del pie.
Objetos híbridos
En una de sus más reconocidas muestras, El circo (2001), expuesta también en TEOR/éTica, Patricia Belli siguió profundizando en la exploración de esos objetos híbridos, que en aquella ocasión interactuaban dentro de una envolvente instalación donde las tensiones se potenciaban a partir de un delicado sistema de poleas, cuerdas y cables, que se mantenían suspendidas y en precarios desequilibrios.
De esa muestra se exhiben ahora las esculturas antropomorfas Accidente , una mano que se transmuta en una especie de arma, y Confundida , una banqueta deja caer unas manos que amenazan con ahorcarnos.
En ese misma línea podríamos incluir Plegaria (2001), unos pies tendidos que se transmutan en amenazantes gavetas como bocas, o sus esculturas blandas Máscara boca y Máscara ojos (ambas de 2004), que nos reciben a la entrada de la exposición, como invitándonos a ser partícipes de las ambivalentes sensaciones que nos generan el encuentro con estos extraños seres-objetos.
Lo siniestro
Tal vez por ese carácter ambiguamente amenazante de algunas de sus obras, las búsquedas de esta artista también puede afiliarse a una presencia de lo siniestro, en que la confusión de lo humano y lo objetual genera esos cuerpos-objetos que repelemos y, a la vez, nos atraen.
Esas inquietudes se han expresado, además, en sus videos Pelo (2001) o Sísifa (2015), en los cuales, a partir de narrativas mínimas y simbolismos muy precisos, nos interpela sobre las fragilidades del cuerpo, y de la vida misma. Así, en Sísifa , el caminar de unos dedos con una piedra, por medio de una tensa pero tambaleante cuerda, pareciera una suerte de metáfora sobre nuestros pasos cotidianos y sus incertidumbres; o en Pelo que, a partir de un performance sutil y paródica, nos hace curiosos voyeurs de las paradójicas sensaciones que genera la presencia o ausencia de ese atributo humano, sobre todo en el caso de la mujer.
Finalmente, hay una pieza del inicio de su trayectoria y otra más reciente, que me resultan emblemáticas de las búsquedas artísticas e inquietudes vitales de Patricia Belli. En Porfiadas (2015), un bate de béisbol pende de una cuerda, mientras tres cabezas que yacen lo rodean, dispuestas a ser golpeadas. Por otro lado, en El alma por fuera y la carne también (1989), un collage de dibujo con grafito y color, evoca un cuerpo cuyos órganos y vísceras quedan al descubierto.
Algo de esa dual condición entre visceral y amenazante exhiben muchas de las propuestas de Patricia Belli a lo largo de su trayectoria artística; una intensidad que desequilibra y remueve, que nos hace evidente la permanente fragilidad de nuestros cuerpos, pero también de nuestras almas.
Sobre la exposición
Exposición: Frágiles. Obras de Patricia Belli, 1986-2015
Curador: Miguel A. López
Lugar: TEOR/éTica (300 m norte del quiosco del parque Morazán, en San José)
La exposición estará abierta hasta el 1.° de octubre.