Fernando Chaves Espinach
L a música que escribe Pável Aguilar es insoportable. Podría interpretarse, tal vez, con algún instrumento. Quizá alguna melodía afloraría en medio del ruido. Así es como debe ser: ensordecedora, terrible. En realidad, no es música. Es la voz de un migrante.
Al lado de la notación musical de la pieza Partituras , la voz de un hombre hondureño narra su travesía hacia los Estados Unidos y de vuelta a su patria, que es también la de Aguilar.
Hay un intento de comprenderse a través del sonido, un intento de escuchar. Quien siga la política regional bien sabe que hay voces como la suya que algunos preferirían en perpetuo silencio. Aguilar escucha.
Partidas y partituras , en la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), condensa en tres piezas las brutales vidas desplazadas por la pobreza y la violencia desde el Triángulo Norte –Honduras, Guatemala, El Salvador– hasta Estados Unidos.
No todos llegan, no todos llegan a salvo y no son pocos los que retornan, heridos, humillados y dañados. Este es un esfuerzo por dignificar sus voces y sus cuerpos.
Entrenado como músico clásico, dice Aguilar, es fácil quedarse en la superficialidad de la ejecución, limitarse a dominar la técnica. Pero a través de esta investigación, articula un discurso crítico que, inevitablemente, resuena como protesta contra las políticas migratorias recientes de Estados Unidos.
La utilización de las partituras como medio conectan las dos esferas de trabajo de Aguilar, pero también le permiten explorar muchas capas de cuestionamiento a través del mismo lenguaje musical. “No es un lenguaje democrático. No es un lenguaje estándar para el ciudadano común. Podría estar hablando acá con un discurso desgarrador, como es el de los migrantes, o podría ser un discurso proselitista, racista, cualquiera”, explica. Tal medio también habla de lo difícil que es llegar a escuchar esos testimonios, justamente porque no es un lenguaje inteligible. En su impenetrable silencio, encierra una voz que desbarata el plácido statu quo.
Transparencias
La ausencia marca la exposición. Radiotránsito , otra poderosa pieza en la sala, reúne radiografías de miembros que ya no están, partes del cuerpo amputadas o quebradas en el camino eterno al norte. Aguilar las recopiló en el Centro de Atención al Migrante Retornado; cada vez que encontraba una historia tan terrible que no podía creer que hubiera algo peor, llegaba la siguiente.
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“(Esta obra explora) la ausencia de ese miembro que no volverá, el vacío que esto deja en las sociedad, que impide que ellos puedan realizar un oficio, incorporarse a un trabajo. Huyen de una situación compleja y esto los hace quedar en una situación aún más compleja”, explica el artista.
La migración es un tema inevitable en Honduras. Alguien como Aguilar, quizá, no tenga un familiar en Norteamérica ni dependa de sus remesas, pero la economía de su país como un todo sí depende de ellos. “De manera directa o indirecta es inevitable beneficiarse de eso que ellos mandan para el desarrollo del sector de salud, educación, fondo vial…”.
Ante tal panorama, ha resultado cómodo naturalizar tal violencia en el discurso político y la esfera pública. “Los gobiernos de la región simplifican y reducen a estos migrantes a simples números. No es lo mismo que vos mirés en una portada de periódico “100 migrantes pierden sus extremidades” a ver las radiografías. No es lo mismo escuchar “regresó” que escuchar por qué regresó, cómo regresó, qué tuvo que pasar para haber regresado”, dice Aguilar.
Esa violencia se inscribe sobre el cuerpo, “un campo de batalla”. “El cuerpo es representación inmediata de la sociedad, del entorno social, del perímetro que habitamos como nacionales de un país. Estos cuerpos son una vil evidencia de la precariedad del entorno en el que se han desarrollado”, explica.
Completa la exposición un video donde un migrante camina hacia el norte, atravesando la frontera. Es un eterno comienzo, como la banda sonora: es la Orquesta Filarmónica de Houston afinando para un concierto que nunca empieza, cíclico preludio a la destrucción que vemos en las paredes contiguas. Cuando uno ve al hombre cruzar los matorrales y la tierra yerma, siente que camina sobre los huesos de sus compatriotas. Se podría mirar a otra parte, pero la violencia seguirá allí.
El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo exhibe ‘Partidas y partituras’ en la Sala 1.1 hasta el 13 de mayo. El museo se ubica en avenida 3, calle 15, en el Centro Nacional de Cultura. También podrá ver en el museo proyectos de Guillermo Tovar y Adrián Flores Sancho.