A partir de este año la Orquesta Juvenil Nacional de Estados Unidos (NYO-USA), en la sección de percusión, contará con el talento de un costarricense. Se trata de Julián Jiménez Pardo, originario de Moravia y quien está a punto de cumplir 18 años.
Jiménez es el único extranjero admitido este año y uno de los dos que integran la agrupación, junto a un puertorriqueño.
Actualmente cursa undécimo año en la Academia de Artes de Interlochen, Michigan. Tras el receso de primavera, regresará a tierras estadounidenses para concluir el ciclo lectivo en mayo.
El josefino se integrará a la orquesta el 20 de julio, con la cual participará en una gira internacional en Suramérica, que llevará a la agrupación a presentarse en ciudades como Montevideo (Uruguay), Buenos Aires (Argentina), así como Río de Janeiro y Sao Paulo (ambas de Brasil).
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Según Jiménez, el proceso de admisión para la NYO-USA es sumamente complicado. De hecho, su profesor Keith Aleo en Interlochen le había advertido que solo uno de sus estudiantes de percusión había logrado ingresar.
Dentro de los requisitos, tuvo que grabar 10 extractos de canciones. Esta tarea la realizó en el colegio en Michigan, el cual cuenta con equipo de grabación de audio y video. Entre las sesiones de grabación y el estudio de las obras tardó más de tres meses.
“Probablemente duré un total de 85 horas grabando todos los extractos y yo me acuerdo que él (su profesor) me dijo que serían alrededor de 100 horas de esfuerzo que tenía que poner para poder completar la aplicación. Eso sí, sin garantía de nada, sin garantía de que uno iba a entrar, ya que era muy competitivo”, explica ahora.
Además de las grabaciones, el joven tuvo que presentar múltiples ensayos escritos y documentación. De alguna manera, este proceso fue un salto de fe, pues fue el único programa al que aplicó.
“La mayoría de la gente aplica casi siempre a tres o cuatro, pero ya estaba agotado después de hacer todo ese proceso y decidí que era el único programa que iba a aplicar, ya que si no entraba me hubiera gustado volver aquí a Costa Rica y pasar el verano con mi familia”, asegura.
El tico Julián Jiménez cambió el hogar por un sueño
Es probable que los primeros recuerdos de Julián estén ligados con la música, pues desde los cinco años comenzó a formarse en Costa Rica en violín con el Instituto Nacional de la Música (INM) y el programa Suzuki. Pasó dos años con aquel instrumento, y al cumplir 8 hizo una audición para percusión.
“Siempre me gustaba pegarle a las cosas, digamos (risas). La verdad, no tenía mucha idea de lo que era; pensé que eran tambores”,
Continuó desarrollando sus habilidades en el Centro Nacional de la Música durante su infancia y adolescencia. Entre los maestros que más lo impactaron en esta institución destaca a Josué Berrocal, director del Ensamble de Percusión del INM.
“Él realmente me inspiró mucho en el sentido de que me enseñó cómo puede ser el horizonte. Y él me motivó bastante a aplicar a campamentos en Estados Unidos”, relató el músico.
Desde el 2021 participó en campamentos de verano en el país norteamericano, como los del Luzerne Music Center o la Academia de Artes de Interlochen, Michigan. Al finalizar este último en el 2022, uno de los profesores le ofreció la posibilidad de unirse como estudiante regular de la institución para cursar sus últimos dos años colegiales.
“Pensé que no lo iba a tomar. Nunca me imaginé la posibilidad de ir al colegio ahí, pero cuando él lo dijo me habló mucho de cómo era todo el programa y me gustó bastante entonces dos semanas antes de que haya empezado el curso académico decidí ir”, cuenta.
Fue un proceso bastante retador al tener que dejar su vida en Costa Rica por cumplir su sueño de dedicarse a la música. Una de las cosas que le ha facilitado la adaptación fue coincidir con dos ticos más: su compañero de cuarto, Luis Diego Montero, y Alejandra Gaspar, quien recién ingresó este año
En esta institución, tipo internado, el tico desarrolla la mayor parte de su vida. Con gran independencia, ha tenido que planificar el día para contar con las horas de práctica necesarias en percusión y hacer tareas más cotidianas, como lavar su ropa.
“Desde las 8 a. m. hasta las 6 p. m., tengo todo lleno. Lo más importante de un instrumento es tener el tiempo de practicar y desarrollar todo e implementarlo para mejorar como músico. Entonces, yo diría que eso es lo más difícil de organizar.”
Aparte de su tiempo en la academia, el josefino dedica de 3 a 4 horas diarias a practicar por su cuenta la percusión. Confiesa que además de la música orquestal, tiene gran pasión por el rock y la salsa.
“Siendo ahí el único latino del estudio, cada vez que hay una parte de congas, siempre me la ponen a mí porque yo tengo más conocimiento y puedo tocar más”, agregó.
La oportunidad de formarse en Estados Unidos no solo lo ha hecho mejorar artísticamente, sino que le ha abierto los ojos y las ilusiones para poder vivir de una carrera en la música.
“Estando aquí me ha dado la certeza de que es algo muy posible y algo que veo a todos mis compañeros haciendo y logrando”, concluyó.