En 134 años, Pinocho sigue siendo el mismo: un cuerpo de muñeco con corazón de niño y una nariz incapaz de esconder sus mentiras. La novela del italiano Carlo Collodi, Las aventuras de Pinocho (1883), es un texto que "todos los papás deberían leer con los niños", opina la directora Gladys Alzate, en vísperas del estreno de su versión teatral.
Yo soy Pinocho tendrá su primera función el sábado 20 de mayo a las 11 a. m. en el Teatro 1887. La temporada se extenderá hasta el 11 de junio, con presentaciones, los sábados y domingos, a las 11 a. m. y 4 p. m. Las entradas para el espectáculo tienen un costo de ¢5.000 colones para los adultos y ¢2.500 para los niños, estudiantes y ciudadanos de oro.
El montaje es una adaptación de la obra original de Collodi, a cargo del grupo costarricense Teatro Contraluz. La producción tica mezcla títeres y actores de carne y hueso. Las aventuras y desventuras del travieso Pinocho tienen música en vivo y baile; la resolución de los problemas del protagonista requieren la participación activa de sus espectadores.
El montaje era un proyecto "pendiente" que tenía Contraluz, mencionó Alzate en entrevista.
"Normalmente hacemos un trabajo para niños muy interactivo", aseguró la directora. "Tenemos un lenguaje atravesado por la música y el juego (...) Uno, como artista, hace una propuesta y los niños nos dan muchísima información sobre dónde quieren intervenir".
Amor de familia
Para Alzate, el texto de Collodi tiene la cualidad de entremezclar lo real y lo fantasioso. Pinocho (interpretado por Marta Castro) aprende a obedecer las reglas del mundo de su padre Gepetto (Juan José Ortiz, quien además retoma otros papeles) mientras recibe ayuda de personajes fantásticos como El Grillo (Eduardo Carrillo) y el Hada Azul (Katalina Vargas).
"Así recibe la realidad el niño: con una mezcla de fantasía y realidad", afirma la directora.
El montaje de la historia propone una forma entretenida para que los niños entiendan la influencia de " personajes positivos que les empoderan a desarrollar valores fundamentales" y "personajes tramposos, engañosos, que les hacen daño y quieren abusar de ellos".
"Ellos entienden lo que les queremos decir para su propia historia", asegura Alzate sobre los aprendizajes de la historia. "Pinocho tiene que aprender que mentir siempre no es un camino. Él es un mentirosito, nace siendo mentiroso y busca estrategias para salir de los apuros mintiendo", describe sobre el personaje principal.
Para Yo soy Pinocho, además de la honestidad, los valores que reciben los niños provienen de otras interpretaciones del amor: entre Pinocho y la autoridad de su papá, entre Pinocho y él mismo.
"Collodi plantea un deseo de cambiar en Pinocho, él quiere alcanzar un ideal: ser un niño de carne y hueso. Lo que tenemos que decirles a los niños es que hay que aceptarnos como somos", precisa la directora. "Hay una cosa hermosísima en la novela que es que al personaje lo salva el amor del padre".
La adaptación escrita por José Fernando Álvarez –Premio Carmen Lyra de la Editorial Costa Rica 1998– cuenta el viaje de Pinocho en casa, la escuela, su amistad con los pillos y, también, su arrepentimiento.
"Retomamos toda la imaginación y el juego fantástico que propone la novela", dice Alzate.
Yo soy Pinocho tendrá funciones los sábados y domingos en el Teatro 1887 (Cenac), desde el 20 de mayo y hasta el 11 de junio. Las presentaciones serán a las 11 a. m. y a las 4 p. m. cada día. Las entradas cuestan ¢5.000 para los adultos y ¢2.500 para niños, estudiantes y ciudadanos de oro.