El 6 de enero del 2024 se conmemora el Día de Reyes Magos, una fecha cuyo significado se arraiga en episodios del Nuevo Testamento de la Biblia relacionados con Jesús.
La festividad se ubica en el duodécimo día después de la Navidad, momento en que se celebra el nacimiento de quien es reconocido como el hijo de Dios el 25 de diciembre. Este año, el 6 de enero caerá sábado. A diferencia de la Navidad, el Día de Reyes Magos no ostenta el estatus de feriado ni se considera día no laborable.
A pesar de esta distinción, la jornada posee una significativa relevancia en el relato bíblico y, especialmente, en la cosmovisión cristiana. La visita de tres sabios provenientes de Oriente para honrar al recién nacido Jesús, aclamándolo como profeta, adquiere protagonismo en la Edad Media como símbolo de que el culto a Cristo, desde su nacimiento según las sagradas escrituras, se extiende a los gentiles, es decir, aquellos que no son de origen judío.
La materialización de este concepto se refleja en la figura de los tres Reyes Magos, a quienes los evangelios no nominan, pero la tradición designó como Gaspar, Melchor y Baltasar.
La esencia de la celebración reside en la epifanía que experimentaron al ser guiados por el Espíritu Santo, anunciándoles la llegada al mundo del “Rey de Reyes”. Este acontecimiento, según el relato bíblico, respalda la universalidad del mensaje cristiano.
Según la Enciclopedia Británica, “la Adoración de los Magos, su homenaje al niño Jesús, rápidamente se convirtió en uno de los temas más populares del arte cristiano”. La primera representación de esta escena, datada en el siglo II después de Cristo, se encuentra en un fresco de la catacumba Priscila de Roma. La devoción hacia estas figuras creció en la Edad Media, fusionando la celebración con otros eventos bíblicos asociados a Jesús, como su bautismo y el milagro de convertir el agua en vino en las bodas de Caná.
La narrativa bíblica describe la visita de los Reyes Magos a Jesús, quienes, al confiar en que sería el próximo “Rey de Reyes”, emprendieron un viaje siguiendo una estrella que los condujo a Belén, la ciudad de este primogénito divino.
Conforme a la tradición, los tres peregrinos, representantes de Europa, Asia y África, respectivamente, solicitaron asistencia al monarca Herodes, un episodio que figura en el Evangelio según San Mateo. Herodes, a espaldas de los Magos, buscaba información para eliminar al recién nacido y evitar amenazas a su propio poder. Sin embargo, los Reyes Magos, desconociendo sus verdaderas intenciones, continuaron su travesía hasta experimentar la epifanía con Cristo.
El Evangelio según San Mateo narra: “La estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abrieron sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.
Estos presentes, cuidadosamente elegidos, llevan consigo una carga simbólica relevante:
- Oro: como muestra de su naturaleza real, un regalo apropiado para los reyes.
- Incienso: simbolizando la naturaleza divina, empleado en ceremonias religiosas.
- Mirra: un compuesto embalsamador, representando el sufrimiento y la futura muerte de Jesús.
Este momento de revelación de Jesús ante los ojos de los Reyes Magos, seres mortales que reconocen la grandeza divina, es conmemorado hoy y dio origen a la Fiesta de la Epifanía del Señor en el ámbito religioso. Según el relato sagrado, el Espíritu Santo advirtió a los Magos que no revelaran la ubicación de Jesús a Herodes, salvando así sus vidas en ese instante.
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