A sus 77 años, Arabella Salaverry es una reconocida artista costarricense, cuya impronta se destaca en la literatura y el teatro nacional. Su camino ha estado marcado por la palabra, los escenarios y la familia que formó con su actual esposo, el actor y expresentador de televisión, Leonardo Perucci.
Ahora, ella es protagonista de una historia que se ha vuelto viral: la poeta reveló en su Facebook que le detectaron en diciembre un adenocarcinoma maligno metastásico, después de una biopsia en el cuero cabelludo, y los seis meses de exámenes médicos e incertidumbre que ha vivido en busca del “tumor madre”. Sin embargo, en la misma publicación, confiesa que vivirá en paz y vigilante de cualquier alerta que le envíe su cuerpo.
Esta gestora cultural no solo es la ganadora del Premio Nacional de Cultura Magón 2021 por la obra de toda su vida, sino que también ha conquistado en dos ocasiones el Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría con Impúdicas –su primer libro de cuentos, 2017– y con Búscame en la palabra (poesía, 2019).
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Su obra literaria incluye Arborescencias (1999), Breviario del deseo esquivo (2006), Chicas Malas (2009), El sitio de Ariadna (novela, 2017) e Íntimas (2021), entre otros de sus textos, publicados por editoriales en Costa Rica y España.
Como actriz, se transformó en infinidad de personajes, tanto en más de 35 obras de teatro, desde la década de los años 60, hasta este siglo, como en más de una veintena de películas, entre ellas Italia 90 (2014), El baile de la gacela (2019) y Morgan y los súper bichillos (2022).
Durante décadas, Arabella se dedicó a las artes escénicas y a ser mamá de tres hijos. No obstante, la literatura avanzó sólida y silenciosa por otros caminos: durante años, creció en sus libretas de apuntes, como le explicó a La Nación en una entrevista en el 2017.
Al respecto, el escritor Alfonso Chase lo resumió así: “Arabella Salaverry empezó a convertirse en persona cuando, vuelta actriz, hizo de la máscara un espejo prescindible y se dedicó a amar, crear hijos, actuar con esa máscara de Arabella Salaverry y a escribir, ya madura, lo que habría querido escribir cuando era una especie de nínfula, enfundada en mallas negras, subida a la roca de alguna playa desierta, llamando sigilosamente a Melusina y a las náyades, recorriendo el mundo con la corona de Ofelia, o la turbación de Julieta, buscando un público para hablarle de otras mujeres, pero siendo ella misma siempre”.
Salaverry se engolosinó con la poesía, que siempre le ha recorrido las venas, pero también con la narrativa. “Estoy mordiendo a la vida para que me permita hacer todo lo que quiero hacer”, le reveló a la periodista en la conversación de hace siete años.
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Para el poeta Rónald Bonilla, adentrarse en la producción literaria de esta creadora “es hundirse en un mundo nuestro y extraño a su vez, es capear temporales y renacer desde la lágrima y la semilla, desde el dolor y la esperanza”.
El olvido, el erotismo, las historias de mujeres, el paso por otros países y lo cotidiano son temas y provocaciones en los textos de Salaverry, quien no teme a mostrar sus sentires ni a explorar lo femenino.
Arabella vive intensamente una vida, que ha sido muchas vidas a la vez. Actualmente, prioriza su salud y sigue tan activa como se lo permita su cuerpo.