¿De qué tratan Los versos satánicos? ¿Por qué es un libro polémico? ¿Son satánicos?
En 1988, Salman Rushdie, escritor británico de origen indio, publica su cuarta novela: Los versos satánicos, y la vida le cambia.
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El libro comenzó a sacudir el mundo: desató la ira de los musulmanes ya que fue considerada como una ofensa al Corán, a Mahoma y a la fe islámica. Aquella obra literaria, repleta de humor al estilo Rushdie, de reflexiones filosóficas e inspirado en el profeta Mahoma, pronto fue prohibida en al menos 11 países y, por supuesto, se convirtió en un éxito de ventas. Incluso, es un texto que ha sido divulgado clandestinamente de forma oral durante la prohibición.
En Los versos satánicos se narra la historia de Gibreel Farishta y Saladin Chamcha, actores de origen indio que sobreviven a un accidente aéreo en el mar. Los artistas logran llegar a una playa inglesa.
Al galán de cine Gibreel –estrella de Bollywood con complejo de superioridad– le aparece una aureola y al talentoso actor de doblaje Saladin –experto en simular varios acentos– no solo le salen una especie de cuernos en la cabeza, sino que sus piernas se llenan de pelo y sus pies se transforman en pezuñas; de esta forma, se recuerda al arcángel Gabriel y a Shaitan, ente maligno del Islam que tienta a los hombres a pecar. La Policía inglesa los encuentra y juzgan por las apariencias. Gibreel es tratado amablemente y Saladin es arrestado con violencia.
El texto cuenta visiones soñadas de Gibreel, presentado como mensajero de Dios, y es precisamente en ellas, afirma el diario El Universal de México, en que los musulmanes señalan la supuesta blasfemia hacia Mahoma. Allí se aborda a Imán, un líder religioso que manipula como títere al arcángel Gabriel con violencia, con el fin de respaldar los actos atroces que comete contra su pueblo.
El título del libro enoja a los musulmanes porque se refiere a una leyenda sobre Mahoma según la cual algunos versos del Corán no fueron inspirados por Alá sino por el demonio. Tales versos permitían rezar a tres diosas paganas de La Meca (Allāt, Uzza, y Manāt), lo cual constituye una violación del monoteísmo. Esta polémica historia está basada en relatos de los historiadores Al-Waqidi y Al-Tabari.
“Para el mundo musulmán, esa historia era una invención herética y Rushdie atacaba directamente al Corán, utilizando de manera insultante la libertad de expresión”, explica el medio español La Vanguardia.
A diferencia de los países donde fue prohibido, Los versos satánicos conquistó buenas críticas en Reino Unido, obtuvo el Premio Whitbread como la mejor novela del año en 1988 y fue finalista del Premio Booker.
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¿Por qué quieren matar a Salman Rushdie?
El fundamentalismo islámico pidió la muerte del escritor Salman Rushdie. En 1989, el ayatolá Jomeini (1902-1989), líder de la revolución iraní, emitió una fetua, que es un edicto o decreto religioso en el que les pide a todos “los musulmanes devotos” ejecutar al autor de Los versos satánicos, a sus editores y a quienes conocen el contenido al considerar que es blasfemo.
El libro fue prohibido en muchos países, entre ellos India, Pakistán, Egipto y Arabia Saudí, y el autor se convirtió en un fugitivo.
Pasaron los años y el gobierno de Irán se distanció de dicho decreto; sin embargo, la persecución continuó. El periódico español El País detalla que, en 2012, una fundación religiosa iraní semioficial elevó la recompensa por la muerte de Rushdie de $2,8 millones a $3,3 millones.
¿Lo han tratado de asesinar antes? ¿Qué suscitó la fatua?
Sí, Salman Rushdie ha afrontado varios fallidos intentos de asesinato. Además, el decreto religioso provocó manifestaciones con el escritor –y disturbios– y ha dejado una estela de muertes, países confrontados, libros retirados de librerías y hasta bibliotecas quemadas.
Así lo cuenta el diario ABC de España: “Una fatua anunciada el 14 de febrero de 1989, día que Rushdie estaba en el funeral de su amigo Bruce Chatwin, que llevó a grandes manifestaciones que pedían la muerte del narrador indio -que desde el cambio de milenio vive en EE.UU.- y que ha provocado, además de librerías quemadas, un atentado fallido en el que la bomba le estalló al atacante mientras la preparaba y voló dos plantas de un hotel en Londres y muertes como la del traductor de la novela al japonés, Hitoshi Igarashi, asesinado en 1991, mientras que el traductor al italiano, Ettore Capriolo, fue gravemente herido ese mismo año. El editor noruego William Nygaard fue tiroteado en 1993, año en el que Rushdie, siempre escondido, hará una sorprendente aparición en el concierto de U2 en Wembley invitado por Bono”.
¿Cómo se protegió Salman Rushdie?
Con el fin de garantizar que siguiera con vida, Reino Unido protegió al escritor.
Como en una historia de ficción y durante 13 años, Salman Rushdie no dormía varios días en un solo lugar, iba rodeado de guardaespaldas y pasaba mirando a los lados siempre alerta e intranquilo.
“Cambiaba cada dos o tres días de domicilio, esquivó en lo posible el contacto con su familia (sus dos hijos y su segunda mujer, por entonces: Marianne Wiggins). Desapareció. Vivía rodeado de guardaespaldas, sometido a un complejo sistema de seguridad dirigido desde Scotland Yard. Aprendió a ser una sombra. A vivir demasiadas noches en hoteles de una noche. En pisos francos. En sótanos”, cuenta un artículo de El Mundo español.
Al recordar años en que vivía en Inglaterra, el escritor le dijo a la Cadena SER en una entrevista: “Pensé que fue un error que accediera a las peticiones de la policía para ocultarme porque me dijeron que no podía volver a mi casa. Si volviera a esa fecha me quedaría en mi casa”.
En este siglo, él comenzó a vivir en Estados Unidos y sus medidas de protección ya eran mínimas. Ha reiterado que en ese país recuperó la libertad.
En el 2012, Rushdie publicó un libro autobiográfico llamado Joseph Anton, titulado con el seudónimo que usó mucho años para burlar el cerco del fundamentalismo islámico. En una conversación con un periodista de El Mundo dijo ese año: “Es el retrato de una época de mi vida en que algo horrible me ocurrió. Aunque no es exactamente un autorretrato, sino un reflejo del mundo en que viví. Y no sólo en lo relacionado con el islam, sino con el mundo literario. Con mis cuatro mujeres. Con mis hijos... Es mi vida, tal cual. Y no vengo a buscar con ella polémica alguna... Durante 10 años yo no tuve nunca las llaves de mi casa. Ni tenía casa. Y no podía salir a pasear sin permiso”.