Dar los primeros pasos en el Museo de Arte Costarricense (MAC) es aceptar la invitación a ser parte de la historia, al menos de cada uno de los artistas cuyos trabajos han encontrado en sus paredes, áreas verdes y hasta en sus pisos, el lugar ideal para narrar sus historias, hacer reflexionar con ese instinto que los llevó hasta ese espacio.
Esa sensación parece invadir a toda aquella persona que recorre cada uno de sus rincones, al menos, así lo confirma Claudia García, una mujer de 38 años, vecina de Heredia, quien llegó hasta el museo para observar las obras seleccionadas del Salón Nacional de Artes Visuales 2019, y que este año está compuesto por un total de 41 piezas.
Precisamente, García, quien trabaja como asistente administrativa en una empresa de San José, contemplaba con admiración y ternura el óleo de Ruth Bonilla, titulado Retrato de padre, y que fue el ganador en la categoría de Bidimensional. Para el jurado, conformado por Caroll Yasky (Chile), Choghakate Kazarian (Francia) y Juliana Gontijo (Brasil), fue impresionante la sinceridad con la que la artista expresó la relación afectiva que tiene con su padre.
“La simplicidad de la iconografía, el dominio técnico y la carga emotiva, tal y como se expresan en esta obra, la han convertido en una propuesta única. Resulta significativo el tratamiento de la imagen, ya que, si bien la artista aplica la técnica pictórica de una forma clásica, esta es utilizada para presentar una problemática contemporánea”, argumentaron en el acta de premiación.
A tan solo unos pasos de distancia de la pintura de Bonilla, se encontraban dos piezas de cerámica de Ana Victoria Murillo, bautizadas con los nombres de Ofrenda a la feminidad I y Ofrenda a la feminidad II, y de las que sobresalen distintos tipos de mamas femeninas. Frente a ellas, un hombre se apresuraba a leer el nombre de la obra, que obtuvo el galardón en la categoría Tridimensional.
“Las dos obras seleccionadas evocan una corporalidad ancestral y terrenal. La calidez nutritiva de las mamas es combinada con el salvajismo amenazante de su multiplicación. Una ambigüedad inquietante se presenta entre lo animal y lo humano, a lo cual se suma la imprecisión de la funcionalidad de las obras. Tanto la materialidad y la técnica empleada como la iconografía, transmiten con gran fuerza una dimensión atemporal significativa”, expresó el jurado.
En su objetivo de no limitar a ciertas técnicas la convocatoria del Salón Nacional de Artes Visuales, el MAC como institución decidió en el 2017, con el relanzamiento del concurso, que era necesario incluir una tercera categoría, llamada Otros medios, que este año recayó en Wilson Ilama, por Campo de entrenamiento para soles fracasados, un video arte de 20 segundos.
“En esta animación digital de corta duración, un loop incesante nos transmite la sensación de estar atrapadas en un espacio a la vez interior y exterior, en el cual dudamos de la posibilidad de escape”, argumentó el trío de curadoras encargados de seleccionar a los ganadores de este año, quienes además de contar un espacio para la visibilización y valorización de sus obras, recibieron un certificado y un reconocimiento económico.
Proceso y evolución
Según comentó María José Chavarría, curadora del MAC, la segunda edición del Salón Nacional de Artes Visuales recibió un total de 327 obras, que fueron presentadas por 233 artistas costarricenses y residentes de todo el país. De esas, el jurado seleccionó a las 41 piezas que se exhiben desde el jueves en el museo, y que se mantendrán en exhibición hasta el 30 de agosto.
“Este año trabajamos en desarrollar una convocatoria mucho más amplia, llegando hasta universidades, al mismo tiempo que recibimos a personas de Tilarán y Limón, cuyas edades oscilaban entre los 18 y 90 años. Fue una semana de mucho trabajo en el acompañamiento al jurado, pero para ellas resultó muy valioso el conocer cada una de las propuestas y escoger las que formarían parte de la exhibición final”, explicó Chavarría.
Una de las sorpresas que arrojó la edición 2019 fue que la pintura resultó ser el medio con mayor representación en la convocatoria, misma que contrastó con una baja cantidad de obras fotográficas. El jurado, que decidió que solo de forma unánime incluirían a las obras seleccionadas para la muestra, decidió hacer su escogencia al valorar la correlación entre estética, técnica y concepto.
“Dentro de las temáticas más recurrentes, la problemática del género atrajo nuestra atención por las distintas formas de aproximación desplegadas, mientras que la naturaleza fue un tópico presente en gran porcentaje de las propuestas”, se lee en el acta.
Otro de los puntos que destacaron fue que algunos proyectos –instalaciones, fotografías, performance, videos y acciones de arte– carecieron de suficiente información técnica, respecto al montaje, lo que les dificultó la toma de decisiones.
“Creo que esa es una de las principales mejoras que deben hacer los artistas en la próxima edición del concurso. No se trata de describir su proyecto, sino que sepan plasmar en las palabras lo que quieren transmitir con su obra. Al menos, esto fue fue vital para las curadoras invitadas de este año”, dijo Chavarría.