San José experimentó la tarde de ayer un jolgorio fuera de serie.
El corre corre estresado de los transeúntes, el escándalo insoportable de los carros y el terror a ser víctima de un robo, quedaron solapados bajo un aguacero de carcajadas y una marea de gente.
El
Ambas actividades –enmarcadas dentro del Festival Internacional de las Artes 2012– lograron cautivar el interés de los acongojados transeúntes que normalmente circulan por San José.
Y es que cualquier modelo o actriz se hubiera deseado la atención de fotógrafos y camarógrafos que lograron captar desde el mediodía y hasta las 5 p. m. las 19 esculturas gigantes del
“Un señor que estaba bien tomado me dijo que por qué no le ponía una tanga a esa vieja, refiriéndose a mi escultura”, comentó la artista Sandra Frech, entre risas.
Minutos después un hombre analizaba cuidadosamente la escultura
Los refranes fueron, en definitiva, el gancho que invitó a las personas de descubrir qué eran exactamente aquellas estructuras elaboradas con botellas de plástico, latas de cerveza, conchas, textiles, pintura acrílica, resinas, madera, alambres, varillas de metal, yute, espuma, objetos de desecho y un sinfín de materiales.
A eso de las 5:15 p. m. los copleros Wálter Quesada, “Rafaela” de Puriscal y Ligia Monge, les recordaron a los ticos que el humor es una potente arma contra el estrés y las preocupaciones.
Una a una, las coplas y retahílas hicieron a muchos ejercitar los músculos de la cara y el abdomen, especialmente aquellas declamaciones más picantes... a pocos pasos de la catedral metropolitana y la casa arzobispal.
Quesada y compañía encabezaron la caravana que conduciría las esculturas rodantes en desfile hasta el final de la avenida 4.
La tarde ayer el arte y las expresiones populares les recordaron a los ticos el “pura vida” que llevamos dentro.