“Casi nunca tengo una idea clarísima de qué va a pasar; ni siquiera he tenido una idea clarísima de qué género estoy escribiendo”, confesaba Luis Chaves en diciembre, cuando conversamos sobre Salvapantallas . Desde entonces, el libro ha cambiado de género cada vez que lo he leído. La editorial española Seix Barral lo publicará como novela, al igual que lo hizo Lanzallamas, pero podría ser descrito como un poema en prosa, una autobiografía falsa o una declaración de intenciones.
Como los mejores poemas de Chaves, la mezcla de cuento, crónica y diario íntimo Salvapantallas (2014) tiene el vigor del boxeo y la paciencia de un registro de viaje (hacia ninguna parte o a todas partes). Así, resume también lo que llevó a Chaves a Alemania, como el primer escritor costarricense becado por el Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD), una de las becas literarias más prestigiosas.
Luis Chaves estará en Alemania durante un año, periodo durante el cual espera concluir un proyecto narrativo. “Estoy consciente de que un año es un montón de tiempo, así que lo que uno piensa en un momento se va transformando en otra cosa”, decía. Con el apoyo del gobierno alemán, residirá en Berlín con su familia, protagonista, además, de sus más recientes trabajos.
Pulso. “Llegamos al frío, a las temperaturas bajo cero, con dos hijas que nunca habían estado fuera de Costa Rica, y a un país con un idioma impenetrable. Por ese lado, empezamos tocando fondo”, bromeaba Luis tras su mudanza, en enero.
“Por el otro, la recepción de la gente de BKP (Berliner Künstler-Programm) y de los amigos que viven aquí fue muy cálida. Algo de eso conté en la primera de una serie de crónicas que publica el Centro Alemán de Información para Latinoamérica y España (sede mexicana; aquí puede leer las dos primeras entregas, invierno y primavera). Empezando desde la lona, las cosas sólo podían mejorar”, dice el autor de Asfalto y Chan Marshall.
El programa lo mantiene ocupado: lecturas en actividades como el Festival de Poesía de Berlín , charlas, presentaciones y visitas a otras instituciones culturales.
En Alemania, además, la red de latinoamericanos permite hacer contactos inesperados con librerías y centros culturales especializados que Luis Chaves aprovechará durante su estancia.
El beneficio incluye a sus tres acompañantes (las dos niñas y su madre). “Una de las primeras cosas en las que pensé es en la oportunidad que representa para dos niñas: una de nueve y otra de cuatro, transplantarse a otra cultura, con otro idioma, y todo lo que puede generarles en este momento de sus vidas”, dice el escritor.
Para un tecleo inquieto como el de Chaves habrá suficiente electricidad. En sus publicaciones más recientes, tres temas han empezado a reiterarse: el futbol, Costa Rica (para bien y para mal) y autobiografía corrida varios grados lejos de la realidad.
“En 300 páginas había hablado de una autobiografía no autorizada, como si yo mismo estuviera escribiendo una biografía y mintiendo al respecto”, explica. En el fondo, es ficción. En una reseña de la obra de Chaves publicada en el sitio del Berliner Künstler-Programm, Claudia Kramatschek comenta que algunas secciones de Asfalto recuerdan a Edward Hopper. Al igual que el pintor, Chaves universaliza sus retratos de lo cotidiano con una facilidad engañosa, una revelación a la mujer al borde de la cama, al hombre sentado tomando cerveza en el bar Buenos Aires.
La conjunción de patria, futbol y familia se ha ido madurando a lo largo de los años, pero ya se perfilaba claramente en Historias Polaroid (2001), por ejemplo.
“Es como ver una foto de esa época... Veo una foto de Historias Polaroid , cuando estaba más joven, más flaco, no tenía hijas... Ya es como otra persona”, confiesa.
La distancia permite marcar los puntos de salida. “Todavía alguna gente me pregunta cosas de un libro que, en realidad, es lejanísimo, o creen que sigo escribiendo como en 1997”, dice.
Lo que sigue ahora es estirar la narrativa y quebrar los géneros, mientras labra sus poemas de otro modo: “En poesía tenés esa posibilidad de sacarle chispas a lo que estás escribiendo”.
En libros previos, sin embargo, el falseamiento de la autobiografía ya se enredaba con sus imágenes concentradas: “Cuando pongo nombres propios, no necesariamente se refieren a esas personas: son imágenes, ‘flashazos’, como estar abriendo puertas, asomarse y cerrarlas”.
El método fue tan dúctil que desembocó en un trabajo: crónicas de docenas de partidos de futbol locales y del Mundial del 2014, publicados en AmeliaRueda.com en la sección Bajo rendimiento .
En la sección de Salvapantallas titulada “Diario doméstico”, Luis se pregunta: “¿Estará mal decirles a las chicas que no crezcan más?”. Uno piensa que no le haría falta detener el tiempo a alguien que hace, del pasado, presente y continuo. Leer a Luis Chaves es seguir un partido que no acaba porque empieza de nuevo a cada contacto del pie con la bola y del ojo con la imagen.