Iván Molina Jiménez ivan.molina@ucr.ac
La Editorial Universidad Estatal a Distancia acaba de publicar una nueva historia general de Costa Rica, escrita por Silvia Elena Molina Vargas y Eduardo González Ayala. Planeado como una unidad didáctica para los estudiantes de la UNED, el libro, dividido en cinco capítulos y compuesto por más de 300 páginas, está profusamente ilustrado y escrito con claridad y sencillez.
El capítulo primero abarca desde el poblamiento inicial del actual territorio de Costa Rica hasta la independencia (1821), y considera los principales procesos del período, como la conquista, y temas fundamentales, como los mecanismos de explotación de la mano de obra, sin desatender los aspectos culturales y de vida cotidiana.
En el capítulo segundo se analizan los años que van de 1821 a 1870, y se presta atención a la formación del Estado, a la expansión del café y a la guerra de 1856-1857 contra los filibusteros liderados por William Walker.
La llamada “Costa Rica liberal” es el objeto del capítulo tercero, que comprende el período de 1870 a 1919. Se consideran temas como el ascenso de los militares al poder con la dictadura de Tomás Guardia (1870-1882), las reformas liberales, la construcción cultural de la nación costarricense, la transición hacia la democracia y las transformaciones del llamado “modelo agroexportador”.
A diferencia de lo que ha sido habitual entre los historiadores, el gobierno socialmente reformista de Alfredo González Flores (1914-1917) es considerado por Molina y González como parte de la Costa Rica liberal.
De seguido, en el capítulo cuarto, se analiza el agotamiento del modelo liberal a lo largo de los años que van de 1920 a 1958. En esta sección del libro se considera el impacto de la crisis de 1930, las reformas sociales y la guerra civil de 1948.
Sin embargo, una vez más, en contraste con la periodización predominante, Molina y González no consideran el bienio 1948-1949 como el momento decisivo de ruptura entre dos períodos históricos, sino que escogen el año 1958, cuando las elecciones presidenciales de entonces fueron ganadas por Mario Echandi.
Termina el libro con un capítulo que comprende desde 1958 hasta el presente, en el que se analiza el desarrollo del Estado benefactor y del llamado “Estado empresario”, el origen y el impacto de la crisis de 1980, y el surgimiento de lo que Molina y González llaman el “Estado neoliberal”. Al considerar el período más reciente de la historia del país, los autores dan particular importancia a temas como el ascenso y la caída del bipartidismo, el desencanto político y la protesta social.
Al apartarse de la periodización tradicional, el libro introduce un enfoque novedoso, pero también controversial, en particular porque, con la nueva periodización, hechos fundamentales del pasado político pierden relevancia frente a otros que podrían no ser tan importantes: ¿es el ascenso de Echandi al poder en 1958 más decisivo que la ruptura constitucional y los cambios institucionales del bienio 1948-1949?
De igual manera, es cierto que Costa Rica regresó en 1920 a la política democrática tras la dictadura de los hermanos Federico y Joaquín Tinoco (1917-1919); pero, al priorizar este retorno, se pierde de vista la decisiva ruptura en la política pública impulsada por el gobierno de Alfredo González Flores a partir de 1914.
Por último, parece excesivo definir al Estado costarricense de los últimos 35 años como “neoliberal” en un país como Costa Rica, donde las reformas económicas promovidas por los partidarios del libre mercado llevaron a aperturas más que a privatizaciones, y en el que el Estado mantiene una participación importante o mayoritaria en actividades económicas fundamentales.
No dejo de advertir un pequeño descuido formal: en los mapas incluidos al final de la obra no se consigna la fuente, una omisión que debe ser remediada en una posterior impresión de la obra.
Independientemente de la controversia que pueda suscitar, el libro de Molina y González constituye una síntesis valiosa y actualizada de la historia de Costa Rica. Los avances experimentados por la historiografía costarricense en los últimos 30 años, y los aportes de otras ciencias sociales, están debidamente recuperados, integrados y representados en esta obra.
Para profesores y estudiantes de los dos últimos años de colegio y del primer año de universidad, este es un excelente libro.