La mejor manera de definir Whisky, el nuevo libro de Diego van der Laat, es decir que es un álbum: uno no solo de fotos, sino también de textos.
Si se le pregunta al autor, él dirá que es “una exploración de la memoria y la nostalgia”. Se trata de 24 fotos acompañadas de 24 textos que fueron escritos con la inspiración de una imagen yuxtapuesta.
Después de haber publicado los aplaudidos títulos 666 y Reparticiones (ambos lanzados por la Editorial Germinal), Van der Laat regresa con una antología tan dolorosa como valiosa. Sobre sus intereses, él conversó con La Nación.
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—El libro parte sobre fotografías, ¿cómo fue el proceso de conjurar letras a partir de fotos? ¿Cómo dialogan ambos idiomas?
—Este libro se construyó como un ejercicio literario basado en tres restricciones básicas: la primera fue escribir un álbum de fotos de 24 textos, desencadenados o basados en 24 fotos. No 23 ni 25. Siempre 24.
”Ese número responde a la cantidad de exposiciones que tenían los rollos de película fotográfica cuando los rollos de película fotográfica existían. También había de 12 y de 36, pero me pareció bien 24. Y yo sé, yo sé, todavía existen, pero ustedes saben a qué me refiero.
”La segunda restricción es que los títulos serían la cantidad de palabras escritas sobre cada una de las fotos. Si una imagen vale más que mil palabras, la idea es ver cuántas logro escribir sobre cada imagen. Los títulos secundarios, en un principio, me sirvieron para ubicarme en el libro, eran como apodos que me permitían saber cuál era cuál. Al final, decidí dejarlos porque me encariñé con ellos”.
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”La tercera restricción fue escribir respondiendo a un orden de cuatro columnas (llamadas lugar, perfil, condición, idea) y seis variaciones (a las cuales Diego llamó recuerdo falso, recuerdo real, recuerdo prestado, falsa semblanza, semblanza, inventario).
”Este orden desencadenó un tablero intercambiable de fotos y textos que me permitía entrar y salir de cada casilla, si alguna imagen no funcionaba o no generaba algo semi-decente, estimulante, o con algo de potencial, entonces el tablero me permitía cambiar la foto e intentarlo de nuevo con alguna otra foto de “la pila común”. La ‘máquina de mentiras’ funcionó un rato y me apegué a ella, luego me alejé de las restricciones y el libro se fue “cerrando solo” por la inercia de su propio sistema”.
“Muchos recuerdos no son exactos de cómo sucedieron las cosas, nuestros recuerdos no son digamos “productos terminados” son justamente el proceso de cómo los recordamos”.
—Usted cuenta que el libro habla sobre la memoria y la nostalgia. ¿Las memorias siempre son nostálgicas?
—No sé si todas las memorias son nostálgicas, no lo creo. Es raro sentir nostalgia por algún recuerdo de un momento que no necesariamente fue bueno. Pasa algo que es un poco también un desencadenante del libro y es que a mí me pareció muy curioso que muchos recuerdos de infancia tenían todos una foto en algún álbum en la casa de mis papás.
”Era como si el recuerdo existiera en mi cerebro porque existía la foto en el álbum, eso me hizo pensar un poco en cómo iba a ser la memoria o los recuerdos de mis hijas con ‘acervos inmensos’ como Instagram y con registros fotográficos casi diarios. En todo caso, es un poco eso, muchos recuerdos no son exactos de cómo sucedieron las cosas, nuestros recuerdos no son digamos “productos terminados” son justamente el proceso de cómo los recordamos”.
—A esta altura de su carrera literaria, ¿cuán satisfecho se siente con usted mismo?
—Estoy muy contento porque no solo publico un libro, sino que estreno sello editorial. Es el proyecto bajo el cual está saliendo Whisky. La editorial se llama Cúmulo Involuntario de Minúsculas Calamidades. Después de trabajar como arquitecto por casi 10 o 12 años, ahora estoy dedicando mi energía y mi tiempo a este proyecto y eso me emociona mucho.
“Estoy muy contento porque no solo publico un libro, sino que estreno sello editorial. Es el proyecto bajo el cual está saliendo Whisky. La editorial se llama Cúmulo Involuntario de Minúsculas Calamidades”.
—Con libros sobre memorias suele aparecer esta intersección entre el dolor por el pasado y el exorcismo de viejos traumas. ¿Hacia qué cauce dialoga este libro?
—Me parece curioso cómo la literatura es capaz de reescribir el pasado; es decir, me di cuenta escribiendo este libro que de una foto que tal vez no tenía un recuerdo muy puntual podría generar un texto que luego, más adelante, de alguna manera iba a reemplazar el recuerdo de la foto. Como que el texto escrito venía a suplantar el espacio (a veces vacío o nublado) que antes ocupaba el recuerdo real.
“Entonces, creo que la literatura sana en ese sentido, uno puede “caerle” encima al recuerdo con uno manipulado por las gimnasias de la literatura y eso me parece muy bonito y muy fuerte también”.
“Creo que la literatura sana en ese sentido, uno puede “caerle” encima al recuerdo con uno manipulado por las gimnasias de la literatura y eso me parece muy bonito y muy fuerte también”.
El libro ‘Whisky’ se presentará el sábado 12 de agosto a las 4 p. m. en la Galería deCERCA, en Los Yoses, San Pedro. De igual manera, el libro ya puede conseguirse en La Librería Andante y Libros Duluoz. Tiene un costo de ¢15.000.