La espera podría traer frutos. El esfuerzo de más de 45 años en el cine finalmente sería reconocido para Demi Moore, quien, a sus 62 años, ha sido nominada por primera vez a un premio Óscar. Tras décadas en la industria, la actriz espera obtener el galardón que se le ha negado, en parte porque era considerada “una actriz de palomitas”. Sin embargo, su aclamado papel en la película La sustancia podría marcar su gran momento.
A inicios de enero de 2025, Moore obtuvo su primer gran reconocimiento: ganó el Globo de Oro a mejor actriz por su trabajo en dicho filme. Esta producción supuso su regreso al cine y significó un reencuentro con la gran pantalla en medio de una actuación que ha sido tanto polémica como aplaudida, con múltiples paralelismos con su propia historia personal.
“Un productor me dijo que era una ‘actriz de palomitas’. Pensaba que podía hacer películas que generaran dinero, pero que nunca me reconocerían por ellas. Y cuando estaba en un punto muy bajo, llegó un guion completamente loco y desquiciado que era La sustancia. Sabía que tenía que hacerlo y el universo me dijo: ‘No has terminado’”, expresó la actriz al recibir el galardón.
La carrera hacia los premios Óscar, que se entregarán el 2 de marzo en Los Ángeles, está en marcha. Moore compite en la categoría de mejor actriz contra Karla Sofía Gascón (Emilia Pérez), Cynthia Erivo (Wicked), Mikey Madison (Anora) y Fernanda Torres (Aún estoy aquí).
En una entrevista con La Nación de Argentina, Moore explicó que lo que más la atrajo de la película fue cómo el guion reflejaba su propia vida. En su biografía, la actriz reveló que se sometió a extenuantes dietas y rutinas de ejercicio para mantener un peso “adecuado” según los estándares de la industria. Incluso llegó a ponerle un candado al refrigerador.
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“Puedo decir con honestidad que nadie me ha hecho algo peor que lo que yo me he hecho a mí misma”, sentenció en la conversación.
Aunque reconoce que hay un abismo entre ella y su personaje, una mujer obsesionada con su carrera, también admitió: “Emocionalmente, no tuve que esforzarme tanto: era una experiencia que tenía muy a mano, que entendía íntimamente”.
Con los años, aprendió que las imperfecciones deben mostrarse. “No es que me guste tener cicatrices y ser vulnerable, pero es un lugar muy rico para explorar. Además, mi otro costado siempre es mejor”, concluyó.