
Demi Moore llegó a la última entrega del Óscar con altas expectativas de ganar el premio a Mejor Actriz por su papel en La Sustancia. Sin embargo, la estatuilla terminó en manos de Mikey Madison, reafirmando un patrón que dejó fuera a muchas estrellas de la década de 1980.
Desde hace años, la Academia parece evitar premiar a los actores más emblemáticos de esa época, sin importar su impacto en la industria.
Tom Cruise, por ejemplo, quedó fuera de la nominación por Top Gun: Maverick, a pesar de su éxito en taquilla y el reconocimiento de personalidades como Steven Spielberg.
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Antes, en 2000, perdió el Óscar a Mejor Actor de Reparto por Magnolia frente a Michael Caine, a pesar de haber ganado el Globo de Oro.
Otro caso emblemático es el de Sylvester Stallone, quien parecía el favorito en 2016 con Creed: Nacido para Luchar. Había ganado varios premios previos, pero el Óscar se lo llevó Mark Rylance por Puente de Espías, en una de las mayores sorpresas de la ceremonia.
Eddie Murphy vivió una situación similar en 2007. Tras años de malas críticas, resurgió con Dreamgirls: En busca de un sueño, pero perdió el premio ante Alan Arkin. Se rumora que su derrota se debió al estreno simultáneo de Norbit, una comedia mal recibida por la crítica.
Mickey Rourke, otro ícono ochentero, experimentó una decepción en 2009 cuando su papel en El luchador lo posicionaba como favorito.
Al final, el premio se lo llevó Sean Penn por Milk: Un hombre, una revolución, una esperanza. Rourke reconoció luego que la derrota lo afectó profundamente.
En 2015, Michael Keaton protagonizó un momento viral cuando fue captado guardando su discurso de aceptación tras perder el premio por Birdman frente a Eddie Redmayne.

El caso más extremo es el de Glenn Close, quien ha sido nominada en ocho ocasiones sin conseguir la estatuilla. En 2019, parecía que su actuación en La esposa le daría la victoria, pero la Academia premió a Olivia Colman por La favorita.
Close llegó a cuestionar la relevancia de los premios, mencionando la derrota de Fernanda Montenegro ante Gwyneth Paltrow en 1999 como otro ejemplo de decisiones polémicas.

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