En su célebre Las dos Fridas (1939), Frida Kahlo se retrata sentada junto a una doble de sí misma. Ambas figuras se ven tomadas de la mano y ligadas a través de una vena que conecta sus corazones. A pesar de que en aquel entonces ya su rostro era un icono reconocible, en esta obra la artista mexicana logró subvertir las expectativas y plasmarse de una manera nunca antes vista.
La influencia de esa pintura es algo que no solo se referencia en el título de la película nacional Dos Fridas (2018), sino que también marca la naturaleza misma de la propuesta.
Por un lado, la narrativa del segundo largometraje de la directora Ishtar Yasin explora el estrecho vínculo entre Kahlo (interpretada por la misma Yasin) y “su otra yo”, la enfermera costarricense Judith Ferreto (encarnada por la reconocida actriz portuguesa María de Medeiros, conocida por colaboraciones con autores de la talla de Guy Maddin y Quentin Tarantino), quien cuidó de ella en sus últimos años de vida.
El hecho de narrar este aspecto muchas veces olvidado en la vida de la mexicana va de la mano con el segundo paralelismo entre obra y filme: el presentar un punto de vista fresco e innovador a una figura tan emblemática.
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Para la realizadora, tal reto se vio plasmado en un recorrido creativo que empezó hace 20 años con el proceso de investigación e inclusive involucró mudarse a la Ciudad de México para convivir con el entorno de la artista. Luego de tal inmersión en las bases históricas, concretar la cinta significó transformarlas en algo creativo.
“Hay un aspecto místico. Una simbología oculta que me apasiona y que intenta explorar no solamente la historia de Judith y la de Frida, sino también ir hacia una dimensión irracional del mundo del inconsciente”, declara Yasin.
Esa búsqueda se ve reflejada por una parte en las temáticas sobre la relación vida-muerte y el retrato de feminidades que encaminan la trama de Dos Fridas, y por otra en el arriesgado acercamiento formal que propone el filme.
“Nunca he querido buscar una narrativa cinematográfica, sino más bien creer a partir de las imágenes, los sentimientos, las emociones y los momentos de vida de los personajes que se van entrelazando. Todo eso me identifica con la búsqueda que tuvo Frida Kahlo en su obra artística”, mencionó la directora.
A pesar de la gran recepción que tuvo El Camino (2008) (su ópera prima sobre la migración que jugaba con las formas del cine documental), esta nueva película apuntaba a un diálogo con la estética de Kahlo que obligó a Yasin a buscar nuevas maneras de jugar con el lenguaje audiovisual.
“Yo creo que en El Camino ya había una línea onírica, pero claro que en esta película se acentúa porque estamos hablando de Frida Kahlo y de su universo. No quería repetir la misma búsqueda que tuve en esa cinta”, expresó.
Para la realizadora, tal renovación implicó nutrirse de otras disciplinas artísticas “como la pintura, la danza, el teatro, la música y la poesía” y plasmarlas desde la perspectiva de una protagonista en Judith Ferreto, que si bien está empapada por esta visión de mundo, brinda cierta distancia y sentido de asombro.
Los espectadores que deseen sumergirse en este delirante universo cinematográfico podrán hacerlo en las funciones de Dos Fridas dentro de la competencia costarricense de largometraje del Costa Rica Festival de Cine (CRFIC). La primera es este miércoles 3 de abril a las 6:00pm en el Cine Magaly, y la segunda será el viernes 5 a las 4:30pm en la Sala Garbo.
Luego del CRFIC, esta coproducción Costa Rica-México será parte de importantes citas como el Chicago Latino Film Fest y la competencia oficial del Shanghai International Film Festival (su segundo festival “clase A” luego de su estreno en el Tallinn Black Nights Film Festival de Estonia).