Costa Rica posee ciertos símbolos que caracterizan a su población. La gastronomía, muy en particular, es uno de esos elementos que enorgullecen a los nacionales y a un extranjero en específico: James Homan, un estadounidense al que los propios ticos han calificado como “el gringo más tico que el gallo pinto”.
Llevar este apodo no es una tarea sencilla, pero Homan lo hace con orgullo. Aunque actualmente no reside en Costa Rica, ha construido una base sólida de seguidores en nuestro país, al contar en redes sociales cómo se encontró y enamoró de un pedacito del trópico centroamericano.
Sus videos, narrados en un español completamente fluido, capturan la atención de cualquiera que los vea. En cuestión de segundos, enseña cómo pronunciar ciertas palabras en el inglés “de la calle” o demuestra el afecto que siente por el país donde formó una familia.
La historia de Homan con Costa Rica se remonta a más de dos décadas atrás. A lo largo de los años, vivió de manera intermitente en suelo tico, ya fuera por vacaciones, trabajo o incluso por amor, y con el tiempo se fue sumergiendo cada vez más en la cultura costarricense. El “gringo más tico que el gallo pinto” conversó con La Nación sobre su motivación para compartir este vínculo en internet.
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Los recuerdos de un ‘gringo’ en Costa Rica, plasmados en redes sociales
El proyecto digital de James, conocido como “qué gringo pinto”, surgió hace dos años. Como apasionado de la cultura costarricense y la educación, decidió combinar ambos elementos y plasmarlos en redes sociales. Hoy, cuenta con más de 200.000 seguidores en Instagram y 189.000 en TikTok, quienes disfrutan de sus relatos sobre las diferencias entre Estados Unidos y Costa Rica.
Lo curioso, además, es que cuando comenzó a generar contenido, la mayoría de su audiencia no eran ticos, sino otros “gringos”. Ahora, con seguidores de distintas nacionalidades, lo que busca es compartir que, aunque existan distinciones culturales, todos los seres humanos son iguales.
“Imagínese un cono de helado de vainilla. Un cono no tiene chispas, otro tiene chispas de café y las chispas de otro casi no tienen sabor. Uno podría ver los tres y decir ‘wow, son muy diferentes’, pero realmente son iguales. Al final del día no son diferencias muy grandes (...). Lo que yo intento mostrar es que hay diferencias, pero las personas somos iguales”, mencionó el creador de contenido.
Cuando habla de Costa Rica, el rostro de Homan se ilumina. Al estar aquí, disfruta de actividades comunes como visitar las playas o las montañas, pero sus recuerdos más preciados están ligados a la familia de su esposa. Como el día en que, mientras hacían algunos “mandados” en la casa de un familiar, un hombre bajó un par de pipas de los árboles. Él, que no estaba acostumbrado a tomar pipa en Estados Unidos, quedó fascinado.
Otra de sus tradiciones favoritas es tomar café con pan por la tarde, una costumbre que considera esencial en la cultura costarricense. Son este tipo de vivencias las que lo motivan a compartir su experiencia en redes sociales.
Además, Homan comentó que, al aprender español en San José, adoptó expresiones típicas de los locales. Por esta razón, muchos costarricenses le han dicho que es “más tico que el gallo pinto”. De allí se le ocurrió nombrarse a sí mismo “Qué gringo pinto” en todas sus plataformas, como una abreviación de esta frase.
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El camino de James Homan hasta convertirse en ‘Qué gringo pinto’
La primera vez que James Homan puso un pie en Costa Rica fue entre los 16 y 17 años, cuando llegó con un grupo de compañeros de colegio que llevaban una clase de español. El viaje duró una semana y, con fines educativos, visitaron lugares como Monteverde y Punta Leona. Para Homan fue una buena experiencia, pero jamás imaginó que eventualmente se mudaría a este país.
Años después, mientras estudiaba para convertirse en profesor de primaria, encontró la oportunidad de regresar a Costa Rica para estudiar el idioma. Tenía otras opciones, como Londres, pero algo lo atrajo a regresar al trópico.
En ese entonces vivió con una familia en Sabanilla de Montes de Oca, durante un cuatrimestre en el 2008. Aunque le encantó vivir en la zona, regresó a su pueblo natal en Charlotte, Carolina del Norte. Pensó que su aventura en Costa Rica había terminado ahí, pero a los pocos meses surgió una nueva oportunidad para revisitar el país por tres semanas. Nuevamente, no sabe qué fue lo que lo motivó, pero decidió hacerlo.
“Lo vacilón es que antes de ese viaje yo en serio pensé:‘¿Por qué estoy volviendo a Costa Rica si acabo de ir hace nueve meses?’, pero al final fui”, mencionó Homan.
Tal decisión valió la pena, ya que en esa oportunidad conoció a quien años más tarde se convertiría en su cuñado. El encuentro ocurrió de manera repentina cuando visitó una estación biológica durante una semana, donde trabajaba su futuro familiar. Allí se hicieron amigos por ser el único extranjero que hablaba español en el grupo.
Meses más tarde, cuando ya había vuelto a Estados Unidos, encontró a su amigo en Facebook y le dejó un mensaje para recordarle quién era. Poco tiempo después recibió una solicitud de amistad de la hermana de su amigo, quien más tarde se convertiría en su esposa.
Cuando tuvo unas vacaciones de su trabajo, James regresó a Costa Rica para conocerla mejor. Fue allí cuando se dio cuenta de que quería estar más tiempo con ella, así que volvió a Estados Unidos por un año mientras buscaba trabajo en Costa Rica. Finalmente, lo consiguió en 2011 y se mudó al país.
Además de casarse en tierras ticas, durante cinco años se desempeñó como profesor en una escuela bilingüe de Escazú, hasta que eventualmente se mudó con su familia al norte del continente. Sin embargo, como su primer hijo nació en San José y su segunda hija en Estados Unidos, vuelven frecuentemente a Costa Rica para fomentar que ambos crezcan con una mezcla de las culturas anglosajona y latinoamericana.
Con este propósito, de trascender las diferencias culturales, continuará promoviendo una convivencia armoniosa entre personas de distintas nacionalidades.
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