"Jamás pensé que mi primer día como policía iba a ser así”, se lamenta Leon mientras cuenta las escasas balas que le quedan para hacerle frente a una horda de zombis y otras abominaciones que se esconden en las sombras de la estación de policía de Racoon City. Este críptico edificio, que alguna vez fue un museo, está abarrotado con puertas secretas, esculturas y cuadros antiguos que generan una atmósfera tenebrosa que se multiplica cuando se escuchan los pasos irregulares de aquello que se niega a morir.
Leon tiene que escapar a toda costa de ahí y para lograrlo deberá echar mano de hasta el último recurso para salir de esa trampa para ratones. Esta es la premisa del videojuego Resident Evil 2, el cual tuvo una reinvención dos décadas después de su estreno en 1998 para la consola PlayStation.
Capcom sacó petroleo de su propio legado con el remake de Resident Evil 2, este título estrenado para las consolas Xbox One, PlayStation 4 y PC revive el núcleo de la saga que se popularizo por un estilo de juego llamado Survival Horror– del cual hablaremos más adelante–.
Lo último de la saga de terror presentó un dilema para los desarrolladores y una incertidumbre para los fanáticos de Resident Evil.
En la antesala de cualquier remake suele predominar la interrogante de qué tanto hay que cambiar a la obra original para que se mantenga fidedigna a su estilo. Esta duda afloró en los foros de entusiastas de videojuegos y enrumbó la discusión al clásico debate entre los puristas y aquellos que querían ver a los zombis rediseñados con lo último que la tecnología puede ofrecer.
Hay que tomar en consideración que Capcom es un pionero en la práctica de aprovecharse de su pasado y hacer remakes. Lo hizo en el 2002 con la reinvención de Resident Evil I para el Nintendo Game Cube y, en el 2017, recrearía los primeros dos volúmenes de la saga Street Fighters.
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Según dio a entender Capcom, la primera intención era dejar intacto el esqueleto del juego de 1998, pero la creación del motor gráfico RE, que disfrutamos en acción en Resident Evil 7, abrió nuevas posibilidades que ni los productores ni los mismos fanáticos conservadores podían ignorar.
En lugar de solo presentar una versión con mejoras visuales y auditivas de Resident Evil 2, se decidió cambiar de las clásicas cámaras fijas, a la característica toma sobre el hombro que se popularizó en Resident Evil 4 (2005). Esto obligó a los desarrolladores del estudio japonés a reestructurar la obra prácticamente desde cero, pero el esfuerzo y el tiempo valieron la pena.
El resultado final es un videojuego que mantiene la esencia de la obra original pero, además, le agrega mecánicas que aprovechan el motor gráfico RE para adaptarlo a las convenciones que rigen actualmente en la industria del entretenimiento electrónico.
Así es el videojuego
Sí usted es nuevo en esto de los videojuegos. Tranquilo, vamos por partes.
Resident Evil –antes de sus terribles adaptaciones en el cine encabezadas por Mila Jovovich– comenzó como una saga de videojuegos survival horror. Este género se caracteriza por colocar al jugador en situaciones peligrosas pero con un inventario limitado; es decir las balas y los botiquines son escasos. Por lo que la mecánica antepone una retirada a un enfrentamiento –y no hay nada más aterrador que huir o atravesar un largo pasillo oscuro desarmado–.
A grandes rasgos, la historia arranca cuando un arma biológica bautizada como el T-Virus se sale de control e invade Racoon City. En cuestión de horas, la mayor parte de la población sucumbe a una enfermedad que transforma a la gente en zombis.
A partir de ahí, entran los dos protagonistas: Leon Kennedy, icónico personaje de esta franquicia que debuta en este juego y que recién está llegando a la ciudad para tener su primer día como policía. Por su parte, Claire Redfield llega en medio del desastre en busca de su hermano mayor Chris, quien fue el protagonista de la primera entrega.
Para aprovechar al máximo la experiencia de este título les recomiendo jugarlo en la dificultad más alta, la cual en un principio trata al jugador sin misericordia pero refleja de mejor manera la sensación de la obra estrenada hace 20 años. Pocas balas, pocos elementos para curarse y un margen de error tan pequeño que de verdad cada paso y descarga tienen que ser meditados.
Hay que detenerse en la mecánica de los disparos. Nuestros personajes están lejos de estar entre la élite militar, recordemos que Claire es una civil y Leon lleva un día como policía. Esto se nota en la manera en la que ellos manejan las armas, son novatos y fallan mucho. Este elemento le agrega más tensión a cada encuentro. Algunos zombis caen abatidos con un solo balazo; sin embargo otros necesitarán, de cinco, diez y hasta incluso la descarga completa de un cartucho.
El charco de sangre que nos indicaba en el juego original que cierto enemigo no daría más problemas, fue removido, por lo que nunca se sabe con certeza si tal o cual zombi, se volverá a levantar. Gran decisión a nivel de gameplay que incluso contribuye en crear una atmósfera de tensión más profunda.
Lo único que no evolucionó de este título fueron sus diálogos, los cuales se mantienen como si fuera una serie de bajo presupuesto de los noventas. Sí, son bastante ridículos pero logran sacar una risa de vez en cuando sobre todo para los que jugaron el original. A medida que la historia avanza, los personajes principales descubren una conspiración fraguada por la compañía Umbrella, los villanos de la saga.
Más allá de un videojuego de disparos y escaramuzas con criaturas, Resident Evil brilla también por sus secciones de puzzles y acertijos que demandan astucia. Las soluciones suelen ser memorables.
Este remake es más que una simple reinvención, es una oda a todo lo que significa la franquicia en distintas generaciones de jugadores. Un homenaje al género survival horror que aporta nuevos elementos a la mesa. Capcom tuvo la salida fácil pero decidió optar por arriesgarse y concretar una obra con genuino cariño a su patrimonio más importante: su legado.