Vívalavi es un programa matutino que llega a razón de la aventura mediática de Multimedios. En general es una adaptación escueta del formato mexicano del mismo nombre, un matutino de información variada que incluye juegos y un estilo desenfadado de conducción. En Costa Rica esta adaptación padece problemas clásicos de recursos –igual que otros canales nacionales que adaptan formatos extranjeros- pero también adolece una puesta en escena que se siente muy superflua.
El problema en la televisión nacional no es intentar hacer lo posible con los recursos existentes, el problema es querer hacer más de lo que se puede. Sucede por dos aspectos: mala gestión de recursos existentes y sobredimensionamiento de esos recursos. Vívalavi es el ejemplo claro.
Deficiencias y sobredimensionamiento de los recursos
El set es el primer recurso que sobredimensiona la producción. Pocas locaciones y tiros de cámara repetitivos. Si acaso dos escenarios con igual cantidad de tiros de cámara provocan un claustro, justo como los seis presentadores e invitados que intentan sentarse en el mismo sillón a la vez: es apretado.
LEA MÁS: Programa de espectáculos ‘La Roncha’ cambia de casa: ahora se verá por Multimedios Costa Rica
Adicionalmente no hay recursos técnicos. Por ejemplo, pausar un reel de imágenes con recursos visuales que acompañan la posición de un experto fue imposible. La producción se muestra desnuda para llevar la comunicación más allá y parece que la misma, no comprende que esa comunicación debe ir más allá.
La ausencia de recursos llega incluso a la parte informativa. Por ejemplo, falla en identificar lo actual. Adelantan la información de la primera persona “Trans-especie”, una mujer que se comporta como gato y la colocan la colocan como noticia de agenda, cuando no lo es. Mostrando un problema de fuentes. El titular funciona como excusa para rellenar el espacio con minutos de discusión cargada de cháchara y no información. La carencia de recurso humano que sostenga el contenido del programa desencadena en el segundo problema: La informalidad.
Sobre la informalidad
El trato de los presentadores es excesivamente informal. Se tratan mal, se tiran las cosas, se dicen groserías entre ellos, insultan al productor y meten a la producción en el cuadro. No solo los hombres transgreden el espacio audiovisual con chotas y majaderías, sino también las mujeres. Esto puede ser un estilo desenfadado, pero al mismo tiempo es algo que no invita a todas las audiencias y es garantía de que algunas se fugarán por el tratamiento del espacio.
La informalidad va desde las porciones y herramientas de la sección de cocina, hasta la manera de repetir y seguir indicaciones en la sección de ejercicios, pasando por la excesiva necesidad de estar hablando sobre cada cosa que se hace o eventos ajenos al tema de marras. Esa informalidad forma una camarilla de eco dentro de los presentadores que hace de cualquier intrascendencia algo risible y digna de dedicarle espacio, cuando realmente no lo amerita.
Sin duda la televisión se ha banalizado desde décadas atrás, pero la producción debe identificar cuando un programa puede ser informal y cuando el formato compele a la producción a reconocer lo que no puede hacer dentro de la promesa esperada.
Más allá de su deficiencia, Vívalavi trata con cierto nivel de interés la definición de la agenda, pues se encuentran temas de actualidad e interés general: enfermedades, seguridad, finanzas, consejos y otros. Además de que ofrece retener a las audiencias que se fugan de las telenovelas de los otros canales con información variada.
Es sin duda un programa que como mero entretenimiento sirve para pasar el rato, dirigido a una audiencia que se da por servida con la puesta en escena de la forma y que no requiere profundidad más allá de lo expuesto.