¿Cómo le explico qué es el tope a un gringo? Se pregunta Antonio mientras mastica palabras en inglés y español para enseñarle a su espigado socio de Nueva York, Jeffry, que la gracia de esta fiesta es ver a los caballos de otras personas trotar en la calle mientras los que van a pie toman licor.
Mientras el tico explica con ademanes y pausas, el socio del norte asiente, sonríe y bebe de un vaso plástico. Lastimosamente, para Jeffry la voz de Antonio compite con los sonidos de reguetón, las rancheras y los gritos guanacastecos.
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Este par de amigos está ubicado en uno de los toldos privados ubicados al frente de la calle La Recta al lado del hotel Casa Marta, mientras veían a los caballistas pasear a sus animales bajo el picante sol palmareño de la 1 p. m.
Los jinete saludan y hacen piruetas para que el tumulto que se amontona en las aceras disfrute y se reía.
En las aceras estaban los galanazos con un sombrero de vaquero recién comprado y un cigarrillo rojo pegado al labio. Algunos organizaban sus hileritas cargadas de cerveza fría y botellones de whisky, vodka o guaro.
Otros le soltaban un piropo de mal gusto a una de las chicas que desfilaban con el abdomen al descubierto y sus pantaloncitos, muchas haciendo alarde de las horas invertidas en el gimnasio.
Por su parte, los 300 efectivos de la Fuerza Pública se fatigaban en sus pesados uniformes oscuros y de manga larga. Los oficiales tuvieron una tarde calurosa, sí, pero tranquila. Al final de la jornada se registraron 15 detenidos, ambos por menudeo de drogas y riñas, así lo confirmó Carlos Hidalgo vocero de la Fuerza Pública.
Entre tanto ruido Antonio le dice a su socio, quien no se ve muy convencido, de que en los años anteriores había más gente, más tumulto, más pleitos y olía más a boñiga. “Ya Palmares no es como antes”, afirmó.
Así arrancó la trigesimaprimera edición del Tope de Palmares entre risas, botellones de licor, el trote de los caballos, la charanga y la sensación de que todo tiempo pasado siempre fue mejor (o peor, depende de a quién se le pregunte) para el cantón alajuelense que se frota las manos cada vez que el calendario marca el segundo jueves de enero.
Según el clamor de los vendedores de comida y asistentes, este año Palmares “estuvo bien”; incluso, había espacio para echarse un bailecito en la acera. También hay menos borracho problemático. Sin embargo, otros comerciantes lamentaron que la merma en público afectó sus ventas.
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Una tradición ecuestre
Sacar a pasear a los animales es todo un ritual para la familia Cubero, que salió desde el amanecer de Tacares Grecia para exhibir a su caballo Cansón.
El patriarca de la familia, Jorge Luis, confiesa de que es uno de los recurrentes al tope de Palmares y a cualquier exhibición ecuestre que hay en el país; sin embargo, Jorge Luis sostiene que cada vez que el hobby se vuelve más costoso.
Cubero, quien registró a dos animales, explica que para transportar a un caballo desde su finca a Palmares le cobran ₡25. 000 y para inscribirlo al tope son otros ₡20.000 por cada uno.
“En total, el vacilón sale como en unos ₡100.000 y eso, sin contar la alimentación para el caballo y lo que uno va a consumir en las fiestas; antes, eso no era así”, comentó Cubero, quien también fue al Tope de San José celebrado hace tres semanas.
Otro que tiene una posición similar es Rodolfo Delgado, quien a sus 63 años decidió volver a registrar a su yegua, Altanera, de regreso al Tope. Delgado confiesa que esta vez volvió porque su nieto de 18 años, Eduardo Ureña, lo convenció para inscribir a su yegua, Princesa.
“Ahora sí está más caro , pero me metí porque a mi nieto le entró la fiebre. Además, siempre es bonito disfrutar de esta actividad”, confesó Delgado.
Jinetes como, Hugo González, aprovecharon para poner todo su establo a disposición de los entusiastas que querían desfilar con un caballo, aunque sea prestado. González, quien es vecino de San Ramón, cobraba entre ₡65.000 y ₡ 100.000 por alquilar a un animal.
En esta y en la pasada edición del Tope de Palmares se inscribieron 1.700 y 1650 caballistas, una baja considerable si se toma en cuenta que la edición del 2016 convocó a 2.700 jinetes.
A las 4 p. m. Senasa reportó que ningún caballo resultó lastimado durante la exhibición.