Podrán ser solamente cinco días, pero son suficientes para dejar sin aliento a los miles de visitantes que se acercan a las fiestas de Santa Cruz.
¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: su fórmula tan tradicional –y fuera de lo convencional– hace que estos festejos sean el lugar perfecto para pasar una mañana, tarde o noche.
Mantienen su esencia intacta y van más allá de una venta de churros o algodones de azúcar, de los juegos mecánicos, o de los juegos de azar.
En Santa Cruz son más populares las tanelas y las rosquillas, las dianas y los caballos durante las fiestas típicas. Además, sentarse en las afueras del redondel y ver la gente pasar en una tarde soleada es más que obligatorio.
Los sombreros, las botas y las camisas de cuadros parecen ser parte del look obligatorio de quienes participan en las fiestas. Allí no importa la edad: desde niños de ocho años montan a caballo con total naturalidad y expertis que asombraría a más de uno.
El grito guanacasteco se escucha en cada esquina. Los oriundos de la provincia se encargan de que todos los asistentes a las fiestas, que se realizan en el centro de Santa Cruz, puedan escucharlo desde la Plaza de los Mangos hasta la iglesia del cantón.
Y el vino de coyol es la bebida por excelencia.
Los santacruceños lo confiesan: durante las fiestas trasnochan como no lo hacen en el resto del año, incluso, confiesan que dormir pasa a un segundo plano.
Nancy Dinarte es una vecina de la zona y asegura que estas fiestas las esperan durante todo el año. Para este 2020, las celebraciones arrancaron el martes 14 y se extienden hasta este domingo 19 de enero.
“Antes, las corridas estaban autorizadas para que fueran 24 horas pero, como todo va cambiando, a las 12:30 a. m. le paran el volumen a la música. Las personas se quedan compartiendo en las esquinas con las marimbas y a las 5 a. m. se hacen las dianas en los diferentes puntos de Santa Cruz”, cuenta Dinarte.
La diana es una actividad en la que una cimarrona recorre todo el pueblo tocando música tradicional, en el cajón de vehículo. El carro va acompañado por lugareños y turistas, quienes cantan y bailan al ritmo de las tonadas.
Otra actividad tradicional es la conocida como la mula, en la que cada santacruceño tiene que dar dinero o algo para tomar y, si se niega, lo montan en una yegua. Además, cada 14 de enero se revientan 100 bombetas en el centro, el campo ferial, en Buenos Aires y en barrio Lajas.
“Es algo buenísimo. Nosotros vivimos las fiestas 24/7, más ahora que hay más seguridad”, agrega Dinarte, quien afirma que los vecinos del cantón se sienten halagados de recibir tantos turistas.
Marimbas
Si hay algo que queda claro es que en Santa Cruz no hace falta ni el reguetón ni las rancheras ni ningún otro tipo de música. El sonido de la marimba es tan cautivador que atrapa a los visitantes. Es así de sencillo: sin marimbas no hay fiesta.
Basta con hacer el recorrido desde la Plaza de los Mangos hasta la Iglesia para darse cuenta de lo ameno que resulta para los transeúntes el sonido del típico instrumento musical, pues en cada esquina hay una marimba amenizando las fiestas.
Es un baile al aire libre: la gente rodea a los marimberos y danza al ritmo de la música.
Evelio Cascante es un marimbero de Santa Cruz desde hace 50 años; comenzó a tocar este instrumento desde que era adolescente, pero fue a los 23 años que se dedicó por completo a esto.
“Mi papá y mis tíos hicieron una agrupación y, ahora, yo tengo la tercera generación. Desde hace muchos años, somos invitados a estas fiestas, que para mí representan la alegría del pueblo y la forma en que mostramos nuestras tradiciones”, comentó Cascante, quien tiene el grupo de marimberos Los Pochos –integrado por seis músicos–.
Para el artista de 73 años, las marimbas son el alma de la fiesta, aunque también reconoce que si los festejos son tan populares no es solo por este instrumento, sino por la gente que habita Santa Cruz y que, año a año, tratan de rescatar la esencia de las fiestas.
“Yo veo que ahora las fiestas son mejores, viene más gente y lo que queremos es que la gente se lleve una buena imagen”, detalló.
Eso sí, a él no le gusta mucho “el jolgorio” de los conciertos.
Corridas
Si de particularidades se trata, las corridas de toros se quedan con el número uno.
Es difícil calcular cuántas personas disfrutaron de la corrida de toros de este sábado en Santa Cruz. El redondel está construido de forma tal que esta típica actividad se podía observar desde diferentes puntos. La diferencia es que unos pagaron y otros se las ingeniaron para no perderse el espectáculo.
Las graderías de madera estaban totalmente llenas de santacruceños y curiosos del resto del país, quienes no dudaron en cancelar los ¢10.000 para ser parte de la corrida. Por supuesto, tampoco faltaron los vendedores ambulantes que ofrecían desde churros hasta globos.
Hasta ahí, no hay nada fuera de lo normal.
Sin embargo, hubo quienes prefirieron ahorrarse ese dinero y buscaron una alternativa gratuita para disfrutar las corridas, que se realizan a las 2:30 p. m. y a las 9 p. m.
Así, los burladeros se convierten en un palco preferencial: desde niños hasta adultos se suben y, a su manera, se acomodan para no perderse las corridas.
Ese no es el único lugar que se utiliza para disfrutar las corridas: debajo del redondel quedan algunos espacios que permiten seguir el show, aunque de forma limitada; no obstante, es buena forma de ahorrarse la entrada y ver un poquito de las corridas.
Incluso hay quienes llevan su silla para disfrutar más placenteramente. “Es una corrida rústica, mantenemos la tradición", aseguró Nancy Dinarte.
Hay toros de monta, toros sueltos y toros con premio. También hay espacio para que la reina de los festejos populares, Julia Matarrita, haga un recorrido por el redondel y salude al público.
Son corridas muy particulares donde los improvisados utilizan sandalias, capotes de cuero y se toman selfis.
¿Palmares o Santa Cruz?
Esta es la primera vez que Lisandro Araya asiste a las fiestas de Santa Cruz. Durante años, él había escuchado de estos festejos; sin embargo, siempre había preferido asistir a Palmares junto a sus amigos.
Para este 2020, todos tomaron la decisión de viajar desde Heredia hasta Guanacaste; aunque solo había pasado unas horas en el campo ferial, ya estaba convencido de que estas son sus fiestas favoritas.
“Estoy vuelto loco, todo el mundo me había dicho de estas fiestas y yo dije: voy a darle la oportunidad. Y no me arrepiento de nada. Llegué a las 12:30 a. m. de este sábado y no he dormido ni un solo minuto. No hay palabras; estas fiestas son muy organizadas y aquí la gente viene a rescatar la costumbre, eso me tiene fascinado”, dijo el herediano de 35 años.
“Este seguirá siendo mi destino”, aseguró.
Por su parte, Carlos Alfaro tiene seis años de asistir fielmente al convivio. Confiesa que cambió Palmares por Santa Cruz pues disfruta la forma tan original en que los santacruceños celebran.
“Me siento identificado con la cultura costarricense y con las personas que vienen acá. Me gusta el ambiente que se vive, es como una combinación de todas nuestras costumbres. Hace tres años solo vengo acá porque es una fiesta muy de pueblo y totalmente sana”, aseveró Alfaro.
Y aunque la fiesta ya acaba este domingo, lo cierto es que Santa Cruz promete regresar en el 2021 para seguir mostrándole a nacionales y extranjeros la esencia de un pueblo que no duerme por cinco días.