A sus 20 años, el Festival de la Luz no requiere presentación. Quienes son asiduos a la fiesta navideña en otras ediciones, asisten para revivir la magia, la música, el baile y los destellos de las carrozas; los nuevos, van convocados por las historias de los veteranos.
En el 2015, el festival tenía en su contra la ausencia de un mariscal propio (la Municipalidad de San José no logró cautivar al ciclista Andrey Amador) y un número de carrozas más bajo que el acostumbrado (en el 2014 participaron nueve, este año desfilaron nueve).
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Los tropiezos, sin embargo, no estropearon el disfrute de las familias asistentes.
“Yo disfruto esto como si fuera el último día de mi vida”, aseguró Lilliam Astorga, una fanática que va odos los años al festival, desde que comenzó en 1996. “Hay que traer a los chicos para que no pierdan las tradiciones. Son muchos años de esto y es lindo seguir con la tradición, ojalá que no se pierda”.
La procesión del festival tuvo menos público este año. La aseveración la confirman tanto antiguos asistentes como oficiales de la Policía Municipal.
El espacio extra en las graderías y en las aceras no evitó que más de uno llegara a acampar desde anoche o en la madrugada de este domingo, como el caso de Guiselle Poveda, una vecina de Alajuelita que llegó a las 5 a. m. para cuidarle el campo al resto de los miembros de su familia.
“Mi hermana y yo nos vinimos a cuidar. Tenemos un montón de tiliches para pasarla bien: la hielera, el fresquito y el café”, explicó la veterana: lleva diez años de asistencia fiel a la actividad josefina. “Esto es para compartir con los chiquitos. Ellos realmente lo disfrutan”.
Este año, por el Paseo Colón y la avenida segunda (hasta la altura del paseo de los Estudiantes) desfilaron seis carrozas: la Municipalidad de San José, el Instituto Nacional de Seguros (INS), Instituto Costarricense de Turismo (ICT), Movistar, Banco Nacional y Kölb i.
Pese a que el desfile tuvo menos participantes, la actividad avanzó lentamente.
La primera carroza (Municipalidad de San José) ingresó al Paseo Colón a las 7 p. m. Un juego de pólvora entretuvo a los asistentes entre las 5:50 y 6:10 p. m.
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La banda de conciertos de San José fue el primer acto del espectáculo, con villancicos.
La carroza de la Municipalidad llevaba música propia, inspirada en instrumentación indígena y sonidos de la naturaleza.
Este año se pidió que cada carroza, banda de conciertos y grupos de porrismo desfilantes incluyeran en su propuesta a la cultura costarricense.
La Municipalidad abordó el tema desde la arista histórica, con dos ejes temáticos precolombinos: el oro, representado por un grupo de bailarines vestidos de trajes dorados, un vehículo con la forma de una joya de escarabajo cuya réplica real la tiene la colección del Museo de Oro; y el barro, encarnado por figuras gigantes de orfebrería indígena.
El tema histórico también lo retomó el Banco Nacional, aunque con una propuesta más sencilla. La carroza d el banco iba encabezada por un jaguar gigante y varios personajes vestidos con detalles aborígenes y rodeados de gigantescos aves y árboles.
La segunda carroza más elaborada fue la de Kölb i, inspirada en los Cuentos de mi Tía Panchita y que constaba de dos plataformascon 19 personas vestidos de príncipes y princesas con trajes europeos y bufones de la corte.
El espacio entre cada vehículo lo rellenaron los músicos de las bandas locales que asistieron y los grupos de porrismo invitados. Aunque varios interpretaron un repertorio adaptado de música típica, la oferta musical incluyó villancicos bailables como Feliz Navidad y hasta una versión de Happy de Pharrel Williams.
Entre la música las coreografías también desfilaron los mariscales de los pasados, propuesta que incluyó la Municipalidad como celebración del vigésimo aniversario. El primero de ellos, el escultor Jorge Jiménez Deredia (año 2003) fue uno de los más aplaudidos por público ubicado en las graderías del Paseo Colón.
El mariscal que perdió la Municipalidad este año no estuvo del todo ausente. La carroza de la empresa Movistar dedicó su plataforma a tres figuras del deporte nacional: los futbolistas Bryan Ruiz, Keylor Navas y, precisamente, el ciclista Andrey Amador (circunstancia que provocó más de un chiste en el público).
En otros temas más ticos, el ICT adaptó los turnos de pueblo con un vehículo liderado por un campesino mecánico montado sobre un buey y cerrada por una rueda de Chicago iluminada.
La carroza menos festiva y más publicitaria fue la del INS, pues una pantalla en el centro reprodujo de forma continua su anuncio más reciente, una animación de sus famosos pollitos (aquellos de los 90).
El INS decidió interpretar la cultura tica con la pieza que movió a padres de familia en sus asientos: La historia salvaje , de Café con Leche.
Destacó el orden que se presenció durante toda la jornada, impulsada por la menor cantidad de público, el cual vivió con emoción el evento, pues en su mayoría estaba conformado por veteranos seguidores de la actividad.