Imagínese probar un delicioso quesillo hecho por manos venezolanas con mucho amor. Es un sabroso postre a base de leche condensada, pero horneada. O tal vez una pupusa salvadoreña elaborada con la receta cuscatleca tradicional: queso, frijolitos arreglados y chicharrón. ¿Se le antoja? Pues le tenemos una buena noticia, estos y otros platillos de El Salvador, Colombia, Venezuela y Honduras se podrán disfrutar este fin de semana en el festival Integrate al Sabor, en la Casa del Cuño (Antigua Aduana).
El evento contará con la participación de 25 emprendimientos liderados por personas en condición de refugiados en nuestro país. Gente trabajadora que tuvo que dejar su hogar por diferentes temas sociales, políticos y hasta porque sus vidas corrían peligro por amenazas de delincuentes.
Ellos encontraron en la gastronomía la manera de trabajar, de sacar adelante a sus familias y, de paso, aportar a la economía de Costa Rica que les dio abrigo en su situación.
Así las cosas, la Casa del Cuño albergará una amplia oferta de platillos típicos de estas culturas y hasta nuevas recetas que fusionan sus ingredientes y secretos con los costarricenses.
La entrada al festival es gratis, cada emprendedor venderá sus productos a precios cómodos con el fin de darse a conocer y así ganar nuevos clientes. La oferta es muy variada, pues en el festival podrá encontrar postres, platos fuertes, repostería, frutas deshidratadas y productos congelados. A cualquier hora que llegue podrá comer lo que se le antoje ya que los pequeños empresarios ofrecerán sus servicios durante toda la jornada.
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Por ejemplo, en el puesto de Annerys Tortolero, de Venezuela, podrá encontrar el quesillo del que les hablábamos al principio, pero también ofrecerá una variedad del tradicional tres leches que se hace en Costa Rica, pero con frutas o coco.
Annerys vive en Costa Rica desde febrero de este año cuando llegó al país luego de que tuvo que vender su casa y renunciar a su trabajo en una empresa de telefonía porque sufrió persecución política.
“Trabajé 17 años en esa empresa, cuando se nacionalizó y descubrieron mi tendencia política (opositora al gobierno de Nicolás Maduro) comenzó el acoso laboral. Cuando la crisis se agudizó en el 2014, aumentó la persecución”, recordó esta emprendedora que encontró en los postres y en el servicio de catering service la manera de ganarse la vida aquí.
“Cuando logré salir de Venezuela, venía con mi hija de ocho años, tocó desprenderla del núcleo de su hogar. También venía con mi hermano, mi cuñada y mi sobrino. Me siento sumamente agradecida con Costa Rica porque desde que llegué al aeropuerto fui sincera y le dije al oficial de Migración que venía a buscar refugio; desde ese momento lo único que he recibido es ayuda de todos los costarricenses”, explicó .
Justamente fue de la mano de Acnur y la Fundación Mujer que Annerys encontró facilidades para su pequeña empresa.
“Acnur tiene un programa de medios de vida que busca la inclusión socioeconómica de las personas refugiadas en Costa Rica. Como parte de estas actividades es que sale la idea de darles una oportunidad a los emprendimientos de aquellas personas que les atrae el área culinaria”, explicó Jean Pierre Mora, encargado de comunicación de Acnur.
La organización le brinda a los refugiados apoyo también en temas de logística, capacitaciones y guía para conseguir los permisos y documentos que les permitan trabajar con todo en regla.
Buena vibra y sabor
Si hablamos de las pupusas salvadoreñas, definitivamente no hay quien las haga mejor que un catracho. Ese saborcito de la masa, del relleno, de la ensalada que acompaña a esta sabrosa tradición de nuestros hermanos salvadoreños, definitivamente no logra cualquiera.
Así es como encontramos a José Arévalo quien con su pequeña empresa ofrecerá pupusas de carne, pollo, vegetarianas y hasta mixtas. En el puesto de Arévalo y su familia también se podrán encontrar empanaditas de plátano maduro con poleada y frijoles. ¿Qué es poleada? Es un aderezo de sabor dulce que va dentro de la empanada. Suena riquísimo.
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Don José y su familia conformada por su esposa y tres hijos, tienen un año y medio de vivir en Costa Rica. Ellos tuvieron que salir de El Salvador por las amenazas de un grupo de pandilleros de una localidad en San Salvador, donde vivían.
“Administrábamos unas cafeterías en San Salvador; por el hecho de ser empresarios llamamos la atención de los mareros que comenzaron a cobrarnos la mal llamada ‘renta’. Nos llegaron hasta a amenazar, también golpearon a mi hermano. Por nuestra actividad económica se les ocurrió hasta cobrarnos $1.000 de renta; al final no podíamos trabajar para pagarle a esta gente”, explicó José sobre la situación que los llevó a salir de su país.
Ellos encontraron apoyo en El Salvador gracias a la congregación de las Hermanas Contemplativas del Buen Pastor. Vivieron un tiempo en el convento, para luego desplazarse a Costa Rica donde Acnur y la Fundación Mujer les ayudaron con capacitaciones para entrar al mercado tico.
El caso de la colombiana Eliana Rodríguez es igual de doloroso y complicado. Ella dejó su natal Colombia y a su hijo de 15 años. Ha pasado una década desde que por culpa de intereses políticos relacionados con la guerrilla colombiana, doña Eliana tuvo que dejarlo todo cuando estaba embarazada de cuatro meses y medio. Lamentablemente, en su travesía para llegar a Costa Rica, perdió a su bebé.
A pesar de la lucha que debió librar, esta valiente mujer decidió no dejarse vencer por las adversidades y usó sus dotes culinarios para montar una empresa.
Hoy es la orgullosa dueña de Productos Artesanales Maueli, que vende comida congelada (productos hechos a base de plátano maduro y verde); además, está trabajando en diferentes presentaciones de yuca.
“El producto estrella es el plátano. Tenemos canastas, el jumbo que es como la chalupa de Costa Rica, así como el patacón tradicional. El patacón se hace con plátano entre maduro y pintón. Los productos son precocidos, libres de colesterol y grasas trans; se pueden cocinar al horno, a la plancha, en el sartén con poquito aceite o en una freidora de aire. Nuestra idea es facilitarle la hora de la cocina a quienes tienen poco tiempo, pero quieren comer algo rico y saludable”, afirmó Eliana.
Apoyo
De acuerdo con Jean Pierre Mora, de Acnur, la idea del festival es que los refugiados tengan un lugar donde exponer sus productos.
“A través de la comida se podrán conocer las diferentes historias de las personas refugiadas, que los costarricenses conozcan qué es un refugiado y que existe un proceso de integración”, explicó Mora.
El horario del festival es sábado de 10 a. m. a 7 p. m. y domingo de 10 a. m. a 5 p. m.
En el lugar habrá espacio para degustar las comidas, también se realizarán actividades culturales y habrá sorpresas durante las jornadas.