Durante 11 meses la fotógrafa costarricense Ivannia Salazar-Saborío recorrió el mundo en busca de amor. Pero no buscaba pareja ni amigos, que ya tiene de todo en los 75 países que ha conocido a sus 38 años.
Ella iba más bien en busca de la posibilidad de retratarlo, de capturar como se ve o percibe lo que ella llama ‘amor del bueno’: ese que mueve al planeta sin importar etnias, edades, religiones, ciudades o prejuicios.
El resultado de este trabajo se muestra a partir de este 11 de mayo y hasta el 1 de junio en La Coruña, España, en la llamada Atlántica Centro de Arte.
En total son 121 fotografías tomadas en plena calle de San José (Costa Rica), Ciudad de Panamá (Panamá), Shiraz (Irán), Londres (Reino Unido), Riga (Letonia), Tallin (Estonia), Helsinki (Finlandia), Ibiza y La Coruña (España), Roma (Italia) y Marrakech (Marruecos). La muestra se titula 1+1 y habla de cómo al unirnos las personas sumamos.
“En la vida nos emparejamos y claro, también nos desparejamos. Es la forma más común de vínculo afectivo, ya sea elegido libremente o por acuerdos entre familias y sin embargo, no siempre nos detenemos a pensar sobre ello… ni a mirarlo”, explica Salazar-Saborío.
Pero a la artista le interesa mirarlo y también documentarlo. Su trabajo no pretende juzgar o clasificar el amor, pero sí que celebra el que ella llama “amor del bueno”, ese que no causa dolor y en el que cada uno de sus miembros es un ente completo y “no la mitad de una naranja”.
Con 1+1, Salazar-Saborío -quien tiene una maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad Europea de Roma y un posgrado en Cooperación Internacional en la Universidad de La Coruña- invita a repensar el emparejamiento y hace una crítica a las relaciones forzadas o basadas en el sufrimiento, los celos y la violencia.
“¿Es la pareja un vínculo amoroso, un remedio contra la soledad, un contrato social, una predisposición biológica, una obligación familiar, una unión apasionada, un sitio seguro, un peso que ojalá nos quitáramos de encima, un mito romántico que urge dilapidar, un para siempre ficticio, un verdadero amor eterno, una elección libre, una preferencia condicionada, una cárcel, una esperanza, una familia, una sentencia de muerte, una aplicación en el móvil o una construcción cultural?”, reflexiona.
Salazar-Saborío es costarricense de nacimiento y su amor por la fotografía lo heredó de su padre Guillermo Salazar, quien desde niña le dio una cámara para jugar y un apodo: Nima. Ahora ella honra ese recuerdo con su propia empresa llamada del mismo modo, Nima, con la cual retrata experiencias, empodera mujeres y hombres con fotos de desnudos, promueve viajes y diseña campañas.
Buscar explicaciones en el entorno que le rodea no es algo ajeno para ella, de hecho, se graduó como periodista en la Universidad de Costa Rica. Por eso también la muestra contiene pequeños reportajes de las historias tras las fotografías, historias de monogamia, de matrimonios concertados, de parejas sin hijos o de relaciones sexualmente abiertas.