Catalina estudió periodismo y durante cinco años trabajó en el departamento de comunicación de una empresa extranjera, hasta que se dio cuenta de que quería dedicarse a otra cosa: la nutrición. Su afición por la cocina y los problemas de salud que tenía (que son los que muchas tenemos), como colesterol alto, gastritis, colitis y acné, la llevaron a tomar la decisión.
Hacer un cambio en su alimentación fue el inicio de la solución de sus problemas de salud. Esa fue la razón por la cual decidió que volver a la universidad para estudiar nutrición le ayudaría a mejorar su calidad de vida, y claro, la de muchas personas más.
Tras estudiar, leer muchos libros sobre nutrición y medicina y tomar clases de cocina decidió abrir un blog: Cataploom. Finalmente el amor por el periodismo, o más bien por escribir, nunca desapareció y aprovechó su nueva pasión para abrir el espacio digital en 2010.
“Solo me leía mi mamá y mi esposo y cuando ya estaba finalizando la carrera, empecé a buscar trabajo en nutrición. Y yo llegaba a buscar trabajo y la gente me preguntaba, ‘¿qué tiene que ver periodismo con nutrición?’ Como que les parecía lo peor y yo pensaba: ‘necesito borrar de mi currículo que estudié comunicación’. Pero la vida sola se encargó de que hoy yo me pueda dedicar a las dos cosas: comunico nutrición”, explica Catalina Vargas, quien nació en Costa Rica hace 32 años.
Así que su vida laboral la reparte entre generar contenidos para su blog durante las mañanas y dar consultas por la tarde, en Escazú. Hacer ejercicio, cocinar, leer, tejar y bailar va intercalado entre sus oficios.
¿Por qué se especializó en nutrición para mujeres?
Estudiando nutrición siempre veíamos a la mujer como adolescente o como adulta. Solo se hacía una diferencia si la mujer estaba embarazada o dando de mamar, nada más. Entonces, una muchacha de 25 años sería lo mismo que mi mamá que tiene 62 años. Y en clases nunca se hablaba de menopausia, ni de perimenopausia. Y justo mi mamá me empezó a hablar mucho de la menopausia y me pidió que le hiciera una dieta para la menopausia, y yo no tenía idea.
Luego, en un curso que hice en New York, un profesor me dijo que necesitábamos especializarnos, entonces me fui unos meses a Houston, a una escuela de salud integrativa para mujeres. Ahí empecé a especializarme y a entender que las hormonas rige absolutamente todo.
La especialización fue hace tres años y medio, casi cuatro años. Y a partir de ese momento muchas mujeres se me empezaron a acercar, y me di cuenta que hay muchísimas mujeres con ovario poliquístico, endometriosis, acné, con problemas tiroideos. Pero también que tienen problemas hormonales, niveles de estrés muy altos y que tienen un gran problema con la imagen. Muchas, cuando llegan a mi consultorio, me dicen: ‘ya probé todas las dietas, ya probé tal nutricionista y tal otra… pero yo me veo en el espejo y me doy asco, yo me veo la cara y no me gusta, o odio mi trabajo’.
¿Entonces sus consultas van más allá de la alimentación?
Sí, no es un tema solo de comida, hay algo más. En mis consultas hablamos de muchas cosas, de cómo es tu relación con vos misma, con tus papás, con tu trabajo, porque si no te gusta tu trabajo, que es algo que hacés todos los días, los niveles de cortisol y de azúcar en la sangre se disparan y el ciclo menstrual se altera un montón. Por eso me encantan las mujeres, porque somos muy complicadas, pero muy emocionales.
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¿Cómo es el trabajo con las pacientes?
Empecé a dar consultas en línea hace tres años, pero presenciales hace poco, en agosto del 2017. Sigo en línea porque tengo pacientes de otros países. Tengo dos países que son fieles, las peruanas y las mexicanas están conmigo desde hace muchos años.
Las consultas son de una hora, pero sí necesito, por ejemplo con las mujeres, que están en etapa fértil (desde la adolescencia hasta los 35 que empezamos con la perimenopausia), que me cuenten de su ciclo menstrual. Les pregunto cuánto días dura la menstruación, si está planificando, el color de la menstruación, que a muchas personas les da asco, pero dice muchísimo: la menstruación es un signo vital. Y necesito entender el síndrome premenstrual, eso que uno dice, ‘es que estoy en esos días’, ‘estoy de mal humor’, ‘me duele la cabeza’, eso no es normal, y nos hemos acostumbrado a que sea normal.
La primera consulta es para preguntarles muchas cosas. Y a partir de eso empezamos, poco a poco, a hacer cambios en la alimentación.
Yo les pregunto cómo les gusta trabajar, porque no me gusta seguir un método. Si a la paciente le gusta cuantificar las cosas, pesa y medir porciones, entonces lo hacemos así, pero si la estresa, entonces lo hacemos más intuitivo.
¿Cómo logró tener un público en Perú y México?
No tengo tantos seguidores, pero sí es una comunidad super fiel. Yo siento que es por hablar cosas de las que normalmente no se hablan.
Por ejemplo: vos vas donde el ginecólogo y te dice, ‘tenés ovario poliquístico, tomá metformina, para controlar la insulina en sangre, y tomá pastillas anticonceptivas por el resto de tu vida’. Eso en la parte ginecológica y si en la alimentación querés bajar de peso, entonces vas donde la nutricionista, pero esa dieta no te sirve porque tenés las hormonas hechas un caos. Se necesita hacer un balance de las dos cosas.
Yo les hablo de esto, de entender que la alimentación está relacionada con este tipo de cosas. Yo siento que si bien mi preparación es en alimentación y nutrición, mis años de estudiar salud femenina me ayudaron también para no tener miedo a hablar de la regla, de los dolores, del sangrado, porque no es algo asqueroso, es algo totalmente natural y si tenemos un buen periodo y una buena alimentación, todo mejora. Entonces a partir de estos mensajes, como que la gente se me acerca. Incluso tengo muchos pacientes que tienen su nutricionista, y su dieta, y conmigo tratan el problema hormonal.
Desde que empecé, hace casi 7 años, he escrito de lo que me pasa a mí, doy mi ejemplo y eso como que a la gente le gusta. Y últimamente siento una necesidad super grande de decir cosas como ‘a mí me encanta el café’, ‘a mí me gusta tomarme una cerveza, me fascina y me la tomo así’, o ‘me quise comer un queque y me lo comí’. Porque los mensajes de salud se han vuelto muy obsesivos, muy poco reales. Creo que yo soy más real.
¿Cómo funcionan las citas en línea, en las que no puede medir y pesar a las pacientes?
Si vos querés bajar equis puntos de grasa y sos metódica, presencial es lo que te va a funcionar, o si sos de otro país tal vez conmigo no funcione, pero si querés balancear hormonas, comer mejor, sanar la piel o tratar problemas digestivos yo no necesito ni pesarte ni medirte. Yo necesito peso, altura y edad, para entender el requerimiento calórico, nada más.
También llevo un diario, durante varios días, de qué que comiste. Y a partir de ahí veo qué cosas podemos mejorar. El enfoque de las consultas no es quitar, si no agregar. En mis consultas hablamos más de emociones, de cómo te relacionas con la comida. Porque las mujeres somos tan emocionales que cuando uno llega a comer por más que tenga la refri perfecta, con ensalada y todo, lo que te apatece es una galleta, por ejemplo.
¿Qué tiene que tener o qué tiene que querer una mujer para tener consulta con usted?
El perfil de paciente es: mujer, en etapa fértil o en adelante, menopáusicas, perimenopáusicas. De 18 en adelante, no veo menores de edad. Y diría que mujeres que tengan la mente abierta a cosas nuevas, porque en alimentación no hay nada escrito, hay muchos estudios científicos, pero la mayoría de estudios son muy variables. Yo les digo que no se casen con ninguna idea, que si quieren desayunar sopa, que lo hagan, que si quieren cenar panqueques con huevo, está bien. Yo les digo a las mujeres que abran la mente, a veces le digo a las pacientes que le pongan vegetales al desayuno y es cómo ‘¿ensalada con huevo? Qué asco’, y es pura costumbre.
¿Cuál es el consejo básico para hacer un cambio en el estilo de vida?
Lo primero es abrir la mente y quitarse creencias, hábitos, costumbres de la cabeza, que no es que sean malas, pero nos limitan muchísimo.
Y lo segundo, esto va a sonar cliché, pero es super necesario: que se aprendan a querer muchísimo, porque si llegan a la consulta y me dicen ‘es que estoy gorda, asquerosa, terrible’, los resultados no van a ser tan buenos como podrían ser si la actitud es, ‘quiero hacer este cambio porque me lo merezco, porque quiero verme así, o que mis hijos vean que estoy bien’.
Mi sueño es que además de que se sientan bien y que tengan salud, yo quisiera que mis pacientes, sea como sea el cuerpo, se sientan cómodas de andar desnudas en la casa y felices como son.
Tienen que abrir la mente y aprender a quererse.
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Gracias al blog ha abierto las puertas de grandes marcas para colaboraciones. ¿Cómo lo gestiona para que todo empate con su filosofía?
Cuando yo empecé seguía a bloggers de otros países, y yo le decía a mi esposo 'vea qué chiva, le regalaron una leche de equis marca, o una bolsa con confites, ¿te imaginás que a mí una empresa me regale producto o algo?' Y empezó a pasar.
Pero como ese no es mi trabajo principal, se me acercaban muchas empresas que no tenían nada que ver con mi mensaje, como sustitutos de azúcar o aceites vegetales y yo decía les decía ‘qué pena, pero no, gracias’, porque no iba con mi mensaje. Pero ya después fue como más y más empresas, y yo no sabía cómo trabajar. Y en ese momento exacto, hace un año y medio, una agencia de publicidad me contrató como parte de la agencia, entonces ellos manejan los clientes, los patrocinios, y genial porque así no lo tengo que hacer yo.
Insisto en ser real y transparente. Hace como tres años hice un casting para ser la presentadora de un programa y una marca de aceite vegetal me dijo 'necesitamos tenerte a vos y que vayas por todos los supermercados del país y queremos hacer una gira por Centroamérica'. Mentira, no me habían dicho el cliente, pero sí cuánto dinero me pagarían y era un montón de plata y en ese tiempo estaba construyendo la casa junto a mi esposo y yo le dije: ‘se nos arregló, aquí tenemos las ventanas, aquí tenemos todo’ y en esa época mi esposo estaba ahorrando para ir al Mundial de Brasil, entonces eran como muchos gastos y me dice ‘ahora sí me puedo ir a Brasil’. Cuando me dijeron cuál producto era, yo sentí una cosa aquí (se toca el pecho) porque yo ni recomiendo aceites vegetales, ni los consumo, ni nada. Me pegué una llorada, porque era buena plata. Mi papá y mi esposo me decían ‘de verdad que el karma existe, así que dale pelota porque buen karma trae buen karma’. Y dije que no, y así ha sido varias veces, con diferentes productos.
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Inventar recetas, hacer yoga y bailar
Catalina es una persona alegre, curiosa y parece inquieta. Le gusta aprender y por eso suma hobbies regularmente a sus semanas. Además de cocinar, inventar recetas y hacer deporte, que es lo que más disfruta hacer cada día, últimamente está tomando clases de pintura. Aunque en sus redes sociales parece que sí, en realidad no pasa metida en la cocina.
“El ejercicio me encanta, me fascina. Me certifiqué como profesora de yoga, entonces cuando estoy en la casa, y quiero hacer ejercicio, hago yoga. Y voy al gimnasio todos los días, es mi pasión y mi locura. Y hace poquito empecé clases de pintura de cerámica, lo que quiere decir que ya entré a ser una abuelita, básicamente. Y para ponerlo peor me encanta coser, entonces me fascina ir a comprar telas con mi abuelita”, cuenta.
A la lista de hobbies hay que agregar el baile. “Tengo otra pasión loca, loca, loca, que hago todos los días: bailar. Bailé muchos años ballet y flamenco y ahorita no tengo tiempo para ir a clases, pero todos los días, incluso si hago un Facebook Live, pongo música y necesito bailar”.
¿Y la cocina? “Sí, es un hobbie”, dice. A Catalina le gusta inventar recetas, las cuales, la mayor parte del tiempo, son aprobadas por su esposo, y variar la alimentación para disfrutar de todo lo que le gusta, incluida la carne y los huevos, porque aunque en algún momento fue vegetariana, llegó a la conclusión de que lo que la estresa o incomoda no puede ser parte de su vida.
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“Fui vegana durante un tiempo. Al principio sí fue una cosa de creencias, como de ética, pero llegó un momento en el que, como no comía ni huevo, ni leche ni nada, si me quería comer una galleta o unos frijoles molidos no podía. Me restringía demasiado y para mí la parte social es muy importante, la comida es muy social, entonces si iba a una fiesta tenía que preguntar por los ingredientes de cada cosa. Y yo no tenía un problema grande de salud, era más que todo porque quería probar, y me di cuenta de que el estrés se puede pasear en tu salud”.
Y eso es lo que menos quiere Catalina para su vida, la de sus pacientes y sus seguidoras en redes sociales.
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