Este artículo sobre Jill Paer se publicó en febrero del 2022. Actualmente, ella tiene 63 años y continúa promoviendo mensajes de amor propio.
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Este 10 de febrero Jill Paer cumple 61 años. Hoy, cuando se mira en el espejo se siente feliz con lo que ve. De ella brota el amor propio, pero también pensamientos intrusivos que le dicen: “¿Porqué ahora sí? ¿Porqué a esta edad sí se quiere mucho y cuando era joven no?”. Ella se enfoca y decide cuidarse y amarse cada día.
Hace varios días, la chef compartió en redes sociales unas imágenes en las que aparece disfrazada de cavernícola, más allá del atuendo, llamó la atención la esbeltez de Paer y resaltó la seguridad con la que se muestra a sus 60 años. Las fotos las hizo para promocionar el libro de su papá, el psicólogo clínico William Paer, llamado Estamos en el sexo ahora mismo, ¡qué dicha!.
Aparecer así, usando prendas cortas y ajustadas es algo que hace cuarenta años Jill Paer jamás hubiera hecho. En su juventud ella se sentía más insegura que nunca. Dice que tuvo sobrepeso y para ella era difícil llegar hasta “la talla con la que se sentía bien”.
Ella aclara que la diversidad corporal no debería de definir el amor propio; sin embargo, en su caso no estaba cómoda e incluso una mujer que trabajaba en su casa le decía que estaba “demasiado gorda”. Era doloroso, pero su padre y amigo incansable, don William, siempre la motivaba para que se acercara a sus temores e inseguridades en lugar de huirles.
“Hoy, ya con los años, siento que entre más me acerco a mis debilidades, mis defectos, inseguridades y temores más fuerte soy y más me quiero. Con el pasar del tiempo me di cuenta de que mi papá tiene razón”, comentó.
Pero varios años antes sus sentimientos eran muy diferentes.
“Antes sentía vergüenza de mí misma. Me sentía fatal. Siempre tuve mucho miedo de los cumplidos. Yo era más gorda de lo que soy ahora. No lograba bajar de peso. Llegué a ser obesa, la empleada de mi casa me decía que estaba gordísima. Yo pasaba llorando, decía que nunca iba a poder lograr mi peso”.
En su proceso, Jill se comparaba y esto la hacía sentir todavía más mal.
“Uno de mis llantos era porque veía que otras personas comían mucho y no subían de peso. Mi autoestima era baja, a mí no me gusta hablar de números ni de tallas, pero no me sentía como era yo. Si algún hombre me decía que era guapa, yo pensaba que estaba loco, que yo era fea”, confía.
Jill Paer cuenta que su proceso de aceptación no tuvo que ver con su peso, sino con la sensación de bienestar; con un cambio que llegó cuando menos lo esperó.
“Comencé inventando sabores de helados que eran mi debilidad. Pensé que yo podía resolverlo. Nunca pensé en cambiarme, ni en operarme, pensaba que estar bien iba a venir de mí.
“Un día una se despierta y simplemente pasa. Hay que tener cuidado porque siempre surge la voz que dice: ‘ahora sí se siente bien con usted misma, pero, ¿a esta edad? Ahora sí, cuando perdiste toda la vida, por eso no te casaste’. Eso llega a mi mente, pero siento que es porque estoy haciendo las cosas bien. Tuve inicios difíciles (en su juventud)”.
Jill Paer reconoce que el amor propio es un tema de cada día. Cuando se unió al formato Tu cara me suena (TCMS) enfrentó nuevas inseguridades y, en una ocasión, cuando para una nota de canal 7 debía aparecer en una piscina, ella aceptó hacerlo siempre y cuando no mostraran su cuerpo en traje de baño.
Reencuentro con la seguridad
Antes del episodio de la cavernícola, en el 2018 Jill Paer se mostró de una manera aún más reveladora en sus redes sociales. Previo a hacer la publicación la chef lo pensó mucho y sus dedos se negaban a pinchar el botón de publicar… pero lo hizo, no permitió que ganara la inseguridad.
Todo empezó porque se había probado los trajes de baño que tuvo guardados por varios años, se los puso y al mirarse en el espejo le gustó lo que veía: se sintió atractiva. Un acontecimiento la llevó a compartir las fotos que se había tomado y que la hacían sentir hermosa. Inicialmente las imágenes eran para su uso personal, pero llegaron hasta las plataformas sociales.
“Publiqué las fotos en bikini con un temor, vieras el miedo que tenía. Pero sentí que debía publicar porque tuve una experiencia. Recuerdo que fui a un programa de televisión (prefiere no decir cuál) y pregunté si podía anunciar un curso de cocina de Qué rico (su programa). Una de las personas con las que estaba en cámara empezó a hacer caras cuando estaba probando el queque que llevé como haciendo parecer, en broma, que estaba feo. (...) Luego compartieron una foto en la que no me veía muy fotogénica y la gente empezó a comentar que me veía vieja, que mi comida no servía”, recuerda.
Fue entonces cuando Jill compartió sus fotos en traje de baño para promocionar sus cursos de cocina.
“Cuando vi las fotos pensé que reflejaban la imagen de una persona que realmente está contenta siendo ella misma. Se me llenó el curso. Tenía miedo de publicarlas porque siempre se teme que interpreten mal lo que se está haciendo”, dice.
“El amor propio es un proceso. Yo lo siento y lo promuevo, me gusta que otras mujeres se inspiren así como lo hacía yo viendo a mi papá. Estoy consciente de que tengo miles de defectos y me falta mucho camino. Quién sabe cómo me voy a sentir cuando tenga 80 años”, añade Jill, quien constantemente innova en redes sociales y confiesa convencida que “obvio”, que quiere ser influencer.
“La talla y el físico no tienen que ver con el amor propio. No importa ser gorda o flaca, lo importante es estar en el proceso de buscar lo mejor para usted”.
— Jill Paer