Detrás del micrófono, la presentadora y locutora Keyla Sánchez es la misma de siempre: risueña, conversadora, segura de sus ambiciones, enamoradiza, una mujer de familia. Solo que lleva zapatos bajos y mucho menos maquillaje.
Pero, en esencia, es la misma muchacha alegre que participó en las transmisiones de toros de Repretel, la que hizo yunta con Yiyo y Choché en El garaje y en El circo OK, o la que mezcla la promoción de varias marcas con pinceladas de su vida personal en las redes sociales.
“Yo nunca me imaginé estar en la televisión, mucho menos en radio, o ser ahora de los famosos influenciadores”, dice, y tiene toda la razón: ella en realidad es estudiante de Derecho y a los medios llegó por esas extrañas casualidades de la vida.
Su mejor amiga, Ashley García, era novia del presentador y humorista Bernardo Choché Romano cuando, y su inseparable compañero José Miguel Yiyo Alfaro, comenzaron el proyecto juvenil de El garaje, en canal 9, cinco años atrás.
Choché la recomendó y ella, hecha una maraña de nervios, se presentó al casting. Empuñó por primera vez el micrófono, presentó dos notas y el pánico se le convirtió en un trabalenguas.
Consciente de que no tendría muchas posibilidades, la ramonense dejó clara su filosofía antes de marcharse: “Tengo toda la disposición de aprender. Si a mí me enseñan, yo aprendo. Esa es mi actitud”.
Tres días después recibió la llamada que anhelaba y fue así como empezó una travesía de tres años y medio en Canal 9.
También por recomendación de Yiyo y Choché, Sánchez hizo sus primeras incursiones en El circo OK para sustituir a la presentadora Natalia Rodríguez en períodos de vacaciones.
Aunque siempre soñó con un cupo fijo dentro de la cabina, había también una prioridad que no se lo permitía: Thiago, su hijo de ahora casi tres años y fruto del amor con el futbolista pampero Carlos Hernández, que la interviene constantemente en esta historia para pedirle que le ponga el DVD de Dora la exploradora, y luego, toda la colección de películas.
A Keyla le brilla la mirada y sería incapaz de decirle que no, que espere o que “mamá está ocupada”.
En aquel tiempo, haber combinado sus facetas de madre, estudiante, presentadora televisiva y locutora todos los días era impensable.
Entonces, sin haberlo podido anticipar, en setiembre del 2015 Canal 9 anunció el cierre de todos sus programas.
“Yo dije: ‘¿Ahora qué va a pasar?’. Uno sabe que en este medio, en la televisión, muchos vienen atrás y que si te desaparecés mucho tiempo, la gente te olvida, se olvida de quién es Keyla”.
La preocupación asaltaba a Sánchez, pero apenas un mes después llegó su oportunidad en El circo OK. Desde entonces, su voz resuena cada mañana, entre las 6 y las 9 a. m., en 1055 FM.
Entre diciembre y enero, Keyla integró el equipo de Repretel en el redondel de Toros de Zapote y marcó así su regreso fugaz a la pantalla chica.
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En Teletica no tuvo tanta suerte, pues aunque fue considerada para 7 Estrellas, su contrato nunca se concretó.
Sin embargo, aún deambula por su cabeza la ilusión de algún día tener un programa propio en la pantalla chica.
Fenómeno en redes. Keyla no recuerda ni cómo sucedió, quizá ni se percató en su momento, pero hoy acumula 118.000 seguidores en su cuenta de Facebook, cada uno de sus snaps puede alcanzar 14.000 visualizaciones o más, tiene otros 67.000 en Instagram y hasta hay otra cuenta de fans suyos, con más de 6.000 seguidores.
La única explicación que encuentra es la de haber sido apadrinada por Yiyo y Choché, quienes desde el principio la etiquetaron en cientos de sus publicaciones.
De la misma forma en que llegó esa bandada de seguidores, vinieron también propuestas de varias marcas que la vieron, con justa razón, como una potencial influenciadora.
“La clave es que a la gente le gusta como es Keyla. Me ha funcionado superbién porque no es un personaje, no es un papel; es la misma Keyla de siempre. Y no sé cuándo fue que las marcas comenzaron a confiar en Keyla en cuestión de redes sociales. Me llamaban de una marca para un posteo y de otra marca para otro posteo, y yo dije: ‘Pero ¿qué es esto? Estoy ganado por algo que yo disfruto, que es subir cosas’”, comenta.
Pese a su constante actividad digital, admite que las redes aún le dan un poco de temor. “Uno no sabe quién está detrás de una computadora o un celular”, reconoce.
Alguna vez, por ejemplo, corrió a bajar una foto de su pequeño porque se le veía el escudo del kínder en el uniforme.
“Trato, dentro de lo posible, no subir cosas de Thiago o de mis papás, aunque ya todo el mundo sabe quiénes son. Yo etiqueto a mi mamá y le llegan 100 solicitudes”, afirma.
A pesar de ese halo de desconfianza, Sánchez asegura tener una convivencia pacífica en las redes sociales, a través de las cuales recibe motivación y apoyo de sus seguidores.
“Mensajes negativos son contados con los dedos. Personas que he tenido que bloquear, son muy muy pocas, y no son mujeres”, confiesa.
Para este año, su propósito es abrir un blog dirigido a mujeres, tipo diario, en el qué dé respuesta a las muchas preguntas que frecuentemente le hacen sobre imagen y cuidado personal.
Un nido idílico. Hace cinco años, una fiesta de cumpleaños de un amigo cambió los planes y los “nunca más” de Sánchez. En la celebración, le presentaron al futbolista Carlos Hernández y la chispa fue inmediata.
Keyla venía saliendo de una larga y complicada relación con el exjugador de Saprissa, Fernando Paniagua y había jurado no volver a salir con un futbolista porque no quería volver a lidiar con la ausencia de su pareja en ocasiones especiales, con el estrés del campeonato, con ser tachada de “futbolera” o con las mujeres que persiguen a quienes juegan en los equipos de Primera División.
“Empezamos a salir [Hernández y ella] y yo no sabía que él jugaba en Heredia porque yo soy superliguista y mi familia es supersaprissista. Para mí, Saprissa y Alajuela y los demás no importaban”, recuerda.
“Íbamos a comer y la gente le pedía fotos. Y yo decía: ‘Qué raro, ¿quién será este muchacho?’. Hasta que me dijo: ‘Acompáñeme a comprar unos tacos’. Y yo: ‘¿Unos tacos? Pero ¿para qué?’. Y me dijo: ‘Usted no sabe quién soy yo, ¿verdad? Yo juego en Heredia’”.
La anécdota aún parece sonrojar a Sánchez, quien ahora está convencida de tener una relación mucho más madura que la anterior y ser capaz de sobrellevar lo duro del fútbol –como los seis meses que Carlos estuvo en Venezuela o su reciente traslado a Liberia– y afrontar, casi por su cuenta, la crianza de Thiago.
Desde el embarazo, Hernández y Sánchez tomaron la decisión de irse a vivir juntos y ahora, tres años después, las campanas parecen comenzar a repicar a lo lejos.
El sábado pasado, tras la boda de una prima de Keyla, el tema de unir sus destinos con una sortija tomó una nueva relevancia.
“De verdad que uno se ilusiona y sé que a ella la haría muy feliz, que ella tiene una gran ilusión con eso de vestirse de blanco, y yo espero podérsela cumplir”, dice Hernández desde tierras pamperas. “En cualquier momento les podríamos dar la sorpresa”.
En todo caso, sus casi 25 años, Keyla reconoce que es un sueño que aún debe reposar un poco más. Su meta es graduarse como licenciada en Derecho dentro de un año y montar su propio bufete en la casa, para poder tener dos retoños más y estar con ellos mientras crecen.
Y sí, las cámaras aún le ilusionan y estaría dispuesta a arrancarle más horas a los días para no abandonar esa pasión insospechada.