
El humorista mexicano Kike Vázquez, conocido por su papel como Charly en la serie de Netflix Ojitos de huevo, está más que acostumbrado a que los caminos que tome no sean los convencionales.
Ya sea porque la mayoría de experiencias no contemplan la accesibilidad para una persona que tiene parálisis cerebral, porque para la gente es un tabú la atención psicológica un comediante o porque su manera de abordar la discapacidad “escapa del cliché de hablar de cómo estoy chueco”, como afirma.
Eso sí, sabe que al alejarse de la ruta demarcada, se abren caminos que generan cambios. Por ejemplo, con su participación en Ojitos de huevo, serie en la cual los dos protagonistas son personas con discapacidad, que son sujetos de sus vidas y no objetos de caridad, como creció viendo en la pantalla.
“Crecí con parálisis cerebral y en la tele nunca vi a alguien como yo, y cuando lo había era con afán de reírse de esa persona o de sentir lástima. Para mí fue un hito saber que cuando alguien con parálisis vea la serie, sí pueda decir: ‘Ahí hay alguien como yo’. Espero que más producciones toquen el tema y saquen a la gente con discapacidad de estar solo en las teletones”, dijo Vázquez.
Este sábado 9 de marzo presentará su show Bien parado para todos en el restaurante Mundo Loco en San Pedro de Montes de Oca, a las 9:30 p. m. Las entradas tienen un precio de ¢10.000 y pueden ser reservadas al número 71717615.
“Estoy muy emocionado y a la vez nervioso porque es mi primera vez presentando un espectáculo completo fuera de mi país. Decidí que fuera en Costa Rica, uno de los lugares que más consumió la serie, en el que estuve en el 2019, participando de un festival y del que me llevé un muy buen sabor de boca con el trato de la gente”, expresó el artista.
Del aula a la tarima: la historia de Kike Vázquez
Si reconstruimos su ruta hacia convertirse en comediante, el primer tramo no nos da ninguna pista. Hace 15 años, estaba en un aula de su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México, probablemente escuchando sobre Freud en alguno de los cursos de su carrera en Psicología.
Tan solo un par de años después, comenzó a interesarse en el Stand Up Comedy estadounidense y, posteriormente, decidió matricularse en un curso.
Para el 2014, ya comenzaba a subir a las tarimas de la Ciudad de México con sus rutinas y a ser tomado en cuenta por otros comediantes, inicialmente como telonero, y luego como humorista invitado en otras regiones de su país.
Quizá aceleró demasiado en su ruta, cuando ese mismo año hizo una audición para Comedy Central, el canal por suscripción que se ha convertido en una de las principales vitrinas para los cómicos en Latinoamérica, y no fue seleccionado.
“Cuando uno empieza, siempre cree que es el comediante que el mundo quiere descubrir y algo que me gusta mucho del Stand Up es que pone a la gente en su lugar”, comentó el psicólogo.
Lo que sí es cierto es que esa puerta estaba destinada a abrirse y no se resistió mucho al ímpetu del humorista. Al año siguiente, ya fue seleccionado por esa franquicia estadounidense para grabar una de sus rutinas cómicas. Este hecho terminó de derrumbar los miedos que el especialista en psicología tenía sobre el entrelazar sus dos facetas profesionales.
“No quería que el gremio de los psicólogos supiera que soy comediante, ni que en la comedia supieran que había estudiado una carrera, en general. Resultó que mis consultantes me hicieron entender que esto era una necedad y que la gente es más receptiva cuando te muestras como persona y no solo como psicólogo”, afirmó.
Comedia y discapacidad más allá del cliché
Además de conocer por experiencia propia la discriminación que afrontan las personas con discapacidad, Vázquez ha investigado y ejercido activismo sobre el tema durante más de una década.
Esto, explica el mexicano, le ha brindado un respaldo mucho más integral a la hora de abordar la discapacidad como tema en sus rutinas. A pesar de esto, confiesa que, en primera instancia, fue algo complicado, pues no sabía cuál sería la respuesta de los espectadores.
“Pensaba que hablar de ese tema no iba a ser chistoso, pero cuando llevé los cursos de comedia, mi maestra me dijo que el primer recurso que uno tiene es hablar de uno mismo”, declaró.
Para las personas con discapacidad dedicadas al humor, “la ruta autorizada para hacer reír” recae en su diferencia. “Desde el principio he hablado sobre mí como persona, pero no solo centrándome en la discapacidad, sino volteando a ver cómo el contexto me pone en ese lugar, a diferencia de algunos comediantes que solamente hacen chistes sobre sus condiciones”, señaló Vázquez.
Utiliza estas expectativas a su favor, con el fin de romperlas y llevar al público hacia un enfoque distinto, en el que la discapacidad no recae en la persona, sino en la manera en la que la sociedad está diseñada y cómo condiciona el desarrollo de su vida.
“Uno como comediante no puede pelearse con lo que el público busca, que son este tipo de chistes. Mi reto como comediante es usar esto como un punto de partida, pero emprender un viaje junto con la gente hacia chistes que no usen esa perspectiva”, aseguró.
Este abordaje distinto ha implicado nadar contra corriente y escapar de la zona segura, pero está convencido de que esto ha mejorado sus habilidades de construcción narrativa para poder conectar con la gente desde un punto de vista alejado de lo convencional.
“Al principio, poco me importaba contar una historia cuando estaba en un escenario, yo estaba preocupado por escribir un chistín, sacar una risa y ya. Ahora, estoy mucho más interesado en contar historias, meter palabras que lleven a mi mundo y utilizar herramientas que me daban miedo, como los silencios”, concluyó.