La Costa Rica que huele a café recién chorreado, en la que se camina por un bosque en el que nace el agua y lo esperan con un almuerzo campesino, es lo que lo espera en Nacientes Palmichal, en San Pablo de Palmichal.
Este paseo es ideal para quienes buscan actividades para compartir en familia y quieren que un guía sea el responsable de mostrarle los distintos atractivos, de explicarle cada detalle de la flora y fauna del lugar.
Nacientes Palmichal es de esos lugares donde se puede pasar casi todo el día en actividades y, aún así, le faltará tiempo. El lugar es una reserva en manos de la Asociación para el Desarrollo Sostenible de San José Rural; cuentan con 42 hectáreas de bosque lluvioso, donde nacen los ríos Tabarcia y Palmichal.
Hernán Ramírez, director ejecutivo de la Asociación, explicó que las personas pagan una tarifa de ¢10.000 y con eso disfrutan de la reserva. Acompañados de un guía, recorren el lugar y descubren senderos donde las mariposas vuelan libres.
El recorrido continúa por una finca agrícola, donde se aprende cómo se desarrollan y crían especies como cabras.
También enseñan al visitante cómo manejar responsablemente los desechos de los animales; incluso, les explica que hay formas de sacarle provecho.
El almuerzo típico estará presente y para los amantes del cafecito, por la tarde les aguardará una taza recién chorreada, la que acompañarán de una tortilla palmeada preparada en el momento.
Nacientes Palmichal es un proyecto integrado por campesinos que se dedican a cultivar la tierra, a trabajar con ganado y a cultivar peces para la pesca recreativa. Estas mismas personas se transformaron en empresarios de agroturismo.
Eso le permite al visitante descubrir otras opciones de entretenimiento, sin ingredientes artificiales. Las opciones son variadas, como visitar a don Manuel en su parcela de café. Él le explicará detalles propios de la siembra del llamado grano de oro.
También se puede visitar el beneficio de la localidad, para conocer de cerca cómo ese grano rojo se transforma en la bebida que miles de costarricenses disfrutan a diario.
Otras actividades tienen un costo adicional, muchas rondan los ¢2.500 que van directamente a los beneficiados sin intermediarios. El problema, muchas veces, será que deseará regresar, para vivir aquello para lo que el tiempo no le alcanzó.
Ramírez está seguro que los adultos de más de 30 años que visiten esa zona del país, recordarán esa Costa Rica Rural que vivieron de niños y que los hará desempolvar cientos de recuerdos. Para los más pequeños y jóvenes, será una opción para descubrir un mundo que parece cada vez más lejano entre el concreto y el ruido infinito de los carros.