Con solo pensar en un espacio en el que coincidan grandes personajes, la curiosidad y la risa se acercan. Ese pensamiento no se acerca ni poco a lo que se puede vivir en un lugar en el que 24 grandes figuras que representan marcas se reúnen para combatir y demostrar cuál es la mejor.
La indecisa mañana de este domingo, en la que aparecían intermitentes lloviznas intercaladas con fuertes rayos de sol, se realizó el Campeonato de Personajes 2020 que organiza el Museo de los Niños.
La actividad se anunció como un cierre de vacaciones escolares que disfrutarían los niños. Y es verdad, los pequeñines se divierten viendo a los grandes personajes, pero si hay alguien que lo goza son los adultos por lo chistoso que un encuentro entre estas botargas puede resultar.
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Pasadas las 10 a. m. inició un desfile en el que cada botarga fue presentada. Con sus cortas manos saludaban y las más confianzudas se lanzaban al publico para agradecer el apoyo de sus fans. En esa pasarela no se ve si ellas son bonitas, se ve la gracia que derrochan por todos sus robustos costados.
Las caras de estos personajes tienen una inmortal sonrisa. Todos se ven felices y eso se refuerza cuando al moverse o bailar lo hacen con una admirable retentiva que susurra: tenés que verte contento. Ellos siempre lucen emocionados.
En este campeonato participan veteranos y nuevas figuras. Los más antiguos ya saben dónde colocarse y cómo destacar en todo momento. Luego de la pasarela fueron invitados a posar. La sonrisa en sus grandes cabezas ya la tenían. El trabajo era conseguir un buen puesto en la foto oficial de la actividad.
“Venga para adelante doña Dona”, decían en voz alta los animadores. La redondita y baja figura había sido tapada por los personajes más grandes y no lucía.
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Guaca, la mascota de Guacamaya, quien es bastante famosa por sus flexibles bailes, se posó, como toda una experta, en el suelo y con su ala puesta en la cabeza y con las piernas cruzadas se aseguró un puesto de lujo. Tomar las fotos costó varios minutos por lo dificultoso que resulta acomodar a 24 figuras de esta magnitud.
Ver bailar a estas mascotas, como también se les llama, resulta tan gracioso que no tiene explicación. Es casi que un placer culposo reírse al observar cómo se sincronizan para hacer gracia mientras se mueven con dificultad. Ellas hicieron un opening para echar a andar la competencia. Cada una se aprendió una coreografía que les enviaron virtualmente y media hora antes de iniciar fue practicada en grupo.
Ellos causan gracia porque se mimetizan tan bien con el personaje que entre carcajadas se puede olvidar que dentro de sus cuerpos acolchados o crecidos gracias al aire, hay una persona trabajando.
Pura competencia
Recordemos: dentro de los simpáticos personajes hay personas. La producción prepara un programa que permite que ellos descansen al menos media hora para los siguientes desafíos. Principalmente para el que inauguraba el campeonato: un partido de fútbol. En ese momento el sol picaba.
Los personajes están divididos en dos categorías: inflables y de peluche. Lo que significa que juegan dos encuentros distintos.
Los primeros en retarse fueron los inflables. En una pequeña cancha se acomodaron una docena de figuras dispuestas a darlo todo.
La bola con la que debían anotar los goles era enorme y aunque hubiera sido pequeña la dificultad no estaba en ella, sino en los grandes y torpes pies de los personajes.
Allí se llega a ganar. La dificultad no es pretexto así que la bola recibió fuertes patadas que a veces doblaban los pies de las figuras, pero que jamás vencían la redondez de Pionerito, la mascota de Pioneer que tapaba prácticamente todo el marco.
Las risas no cesaron y las caras de asombro aparecían cuando la pelota del juego volaba y amenazaba con golpear al público. En la cancha se movían con letargo por lo incómodo de sus trajes, pero aun así las figuras Pozuelito, Gollito, Doña Dona, Guaca, Toyito, Tiburón, Fruta Vita, Toto, Piña, Rondín, Ultraklin y Resistol trataban de ser lo más ágiles y anotar goles. En el intento rebotaban y rebotaban.
Como se veía venir, en el desarrollo de la actividad pueden ocurrir incidentes. Ese fue el caso de Tiburón, la mascota de Trululu. Él debió ser atendido porque en pleno campo de juego se desinfló. Los ojos se concentraron en él y en la chica que llegó con nuevas baterías que se amarran a la cintura e inflan el traje. En cuestión de minutos volvió a crecer y a incorporarse al juego.
Poco después llegó el turno de los competidores de peluche. Se prometió un espectáculo en el que no habría tanta gracia pero sí más habilidad, pues la mayoría usan pies que no son tan complicados como los de los inflables y sus trajes son un tanto más angostos.
La expectativa estaba sobre Rock, la mascota del OIJ y de quien se rumoró que era un verdadero agente de ese organismo dentro de la botarga. Luego se supo que no, que quien lo viste es un trabajador administrativo.
Los peluches en el área de juego fueron Facilito, los oficiales Seguro y Segura, la vaca Lula, Subman, Fofito, Rock, el Osito Bimbo y Chuck E. Cheese.
Aun con su eterna carga de risa y simpatía, los personajes son altamente competidores y lo dan todo para destacarse. En el juego de los peluches la bola llegó hasta el público, por suerte solamente botaron la corona de cartón que un niño llevaba puesta.
Cada vez se pone mejor
Ver a una galleta y una dona realizando una carrera de obstáculos e inesperadamente mirarlas rebotar cuando rápidamente coinciden es tan inocente como risible. Los gritos de apoyo del público y la desesperación de los asistentes de marca que acompañan a las mascotas para animarlas a ganar transmite asombro y emoción. Todos reciben apoyo.
Durante el rally hubo dos casos que llamaron la atención: la velocidad de Gollito y el buen pero tranquilo paso del Osito Bimbo. Y es que todo tiene una explicación, pues debajo de las botargas hay un joven de 22 años y un señor de 60, respectivamente. Ellos reposaron junto a los demás en un camerino en el que mostraron su rostro real, pero eso mejor no lo vamos a revelar.
Los ganadores de las dos categorías fueron Ultraklin (inflable) y la Vaca Lula (peluche). Cada uno se llevó un trofeo, pero más que ese reconocimiento obtuvieron la gratitud de un público que rió con fuerza sanamente.