Luego de dos años de pandemia el campo ferial de Zapote volvió a albergar las tradicionales fiestas populares de San José. Uno de los juegos mecánicos que se robó el protagonismo fue La Tagada, pues con los bruscos movimientos llamó la atención de los visitantes, quienes incluso se formaron durante horas para poder subir y vivir la experiencia.
En La Nación hicimos una recopilación de los mejores videos de La Tagada:
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‘Una golpiza’
En el suelo, en el centro dando saltos o agarradas fuertemente de la barra, así disfrutan las personas de La Tagada y luego de subirse la describen como “una golpiza”. Así lo expresó la usuaria de TikTok Katherine Vargas, quien manifestó que para montarse en La Tagada “hay que tener demasiada fuerza”.
“Como uno lo ve tal cual en los videos no es tan duro como estar ahí ya montado porque ya al final se le empiezan a cansar los brazos, el impacto de como se mueve (...). En resumidas cuentas uno amanece al otro día como si le hubieran dado una señora garroteada”, relató Vargas en un video.
En su publicación la joven recibió varios comentarios que le dieron la razón; entre ellos: “Me subí, salí golpeada y me le subí a un muchacho que iba con la novia. Por dicha ambos entendieron que era eso o quedar tirada en el suelo”. “Confirmo, así me siento ahorita después de subirme 2 veces”. “Es para los amantes a la adrenalina y sí, se necesita bastante fuerza, yo quedé moreteada, pero vale la pena porque es muy divertido”.
Historia
La historia más popular de este juego mecánico asegura que fue creado y diseñado en la década de los 70 por la empresa italiana Fabbri Group. Esta compañía se encarga de elaborar juegos mecánicos desde 1950 y es una de las más reconocidas en el mercado.
No obstante, ante la popularidad de la atracción, diversos diseñadores rápidamente copiaron el diseño y lo vendieron en numerosos países, por lo que La Tagada de los juegos mecánicos más repetitivos en las fiestas, ferias o parques de atracciones de Latinoamérica.
En otros países se les conoce como Lambada, Samba o La Olla; el nombre puede variar de una zona a otra, pero lo que no cambia es la emoción que genera en quienes se suben a ella.