A Inés Sánchez no le preocupa la edad ni los chistes que se hagan en torno a cuántos años tiene.
¿Son 87 años los que va a cumplir, verdad?
“En realidad son 86, pero puedes poner lo que quieras, me da igual”, dijo.
¿Por qué?
“Porque eso no me afecta”.
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Inés Sánchez ha sido galardonada con dos Guinness World Records: uno por ser la presentadora con mayor duración en un programa educativo al aire y otro por el programa educativo más longevo en el mundo (Teleclub cumplió 55 años el 8 de febrero). Conforme pasan los años se hacen papeleos para añadir más récords a su historial.
Esta cubana empezó a transmitir el programa Teleclub, el cual dice que es “por y para la familia”, en 1963; quizá ahí se origina el que muchos costarricenses la conozcan desde que tienen uso de razón y que su permanencia en la pequeña pantalla continúe generando asombro y admiración.
Los trabajadores costarricenses se pensionan con edades entre los 63 y 65 años. Para Sánchez el retiro ni siquiera es una opción. Ni tampoco pasa por su mente que alguien más presente su programa: Teleclub es ella y ella es Teleclub. “Si alguien quiere ser la imagen que haga su programa”, dice.
“Meterse en la casa y quedarse allí no es bueno. Por eso se envejecen muy rápido. Se quedan en la casa y no hay aquella actividad. La familia va partiendo. Los hijos se van casando. Lamentablemente algunos van muriendo. Si no se mueven es peor. Hay que estar activo”, afirma.
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¿Será su trabajo perenne el causante de su admirable vitalidad?
“Eso es algo que no te puedo decir, no lo sé”.
A Inés Sánchez la conocí un lunes. Ese día ella estaba grabando cinco programas de Teleclub que se transmitirían la siguiente semana. Inés no solamente es la presentadora del espacio: entre semana hace los guiones de próximas transmisiones, busca a sus invitados y se permite impulsar la variedad de temas con lo que escucha en la calle. Ella y Teleclub tienen la premisa de educar, informar y entretener.
Inés Sánchez tiene 86 años, una mente prodigiosa y muy buen gusto por los zapatos. Cuando graba los segmentos de Teleclub rara vez se equivoca: recuerda números telefónicos, nombres de especialistas y cambia con total facilidad de tema. Ella también bromea con sus compañeros de producción y camina de un lugar a otro, sobre sus tacones altos, para revisar que todo esté saliendo bien.
“Yo soy muy estricta: hay una hora de llegada. Si algo no me gusta, no me gusta. Yo nací en Cuba y mi manera de hablar es esta: sí y no. A veces digo: ‘me pasé’ (con la manera de hablar), pero me pasé y se lo dije y lo arreglamos (risas). Me gusta que las cosas se hagan como se deben hacer”, admite.
Me comentaba su asistente que usted se describe “como una dictadora en el trabajo”…
“A mí me da igual como me llamen. Yo digo que me llamen como quieran. Si soy una dictadora porque lo hago bien, yo creo que las demás personas que no lo hagan bien son irresponsables y cada uno le pone el nombre y el adjetivo que quiera”.
¿A usted no le importa lo que digan de usted?
“No, fíjese que no. Nunca le contesto a nadie. Que digan lo que quieran, para eso estamos en Costa Rica que es democrático”.
Aparte de líder, Inés es una mujer independiente. Maneja su carro y vive sola. Su única compañía en casa era un gato, de 14 años, que recién falleció.
“Vivo sola porque mi esposo Ernesto Revuelta Milán murió (en el 2011). Mis hijas (Inés, Irene e Ivania) y mis cuatro nietos vienen y me visitan, hablamos mucho por teléfono pero vivo sola. Y ahora recién hasta el gatico se me murió. Tenía 14 años. Lo tenía desde bebé. No quiero otra mascota, la pérdida duele y no se trata de traer a uno porque perdí a otro. Lo siento, se fue. Fue un animal maravilloso. En casa siempre hemos tenido gatos o perros. Lo que nunca (tuvieron) son canarios o pájaros, no me gusta tener un pájaro encerrado en una jaula, esos son animales que necesitan estar libres”.
Aplicada, desde niña
Hija de padres españoles, Inés Sánchez creció en Cuba. Desde su infancia su mamá la incentivó a prepararse y a nunca dejar de aprender.
“Mi mamá nos inculcó ser activos. Ella nos decía que estudiáramos, siempre nos inculcaba estar haciendo algo, ella nos motivaba. Ella fue una mujer muy humilde, era de Castilla, España, mi papá de Asturias, ambos muy humildes. Creo que eso nos ha ayudado a superarnos”, contó.
De niña no soñó con las cámaras, fue por “desobedecer” que se enganchó con los micrófonos, cabinas de radio y televisión.
“Nunca me pasó por la mente. En un grupo de la parroquia, una amiga, Margarita, que era locutora, me dijo que me examinara como locutora. Mis papás me dijeron que no fuera y yo sé que hice mal, pero me fui a escondidas, después mi mamá me dijo que hice bien. A ella le gustó lo que hacía, ella era mi crítica cariñosa. Ella falleció hace 24 años.
”No era fácil en Cuba trabajar en tele y radio, había que pasar pruebas exigentes. Cuando yo era más conocida ella siempre lo celebraba. Ella decía que siguiéramos estudiando, que todavía quedaba tiempo en la noche”, recuerda.
Inés Sánchez de Revuelta (orgullosa lleva el apellido de su marido), estudió corte, confección, y piano en la secundaria; al salir optó por prepararse como locutora; también se formó en periodismo y cursó las carreras de publicidad y mercadeo, conocimientos que sin duda ha impregnado en Teleclub esta versátil productora, presentadora y entrevistadora.
En Cuba trabajó en radio y televisión, también actuó en novelas y en cine.
Llegó a Costa Rica en junio de 1961 acompañada por su esposo, Ernesto Revuelta Milán. Tras enfrentar dificultades económicas encontró su primer trabajo en el noticiero de Radio Monumental y posteriormente se incorporó al programa Las Estrellas se reúnen, de Santiago Ferrando. En ese espacio estuvo por 25 años, según relata en una semblanza que escribió. En 1963 puso al aire Teleclub, programa que actualmente se transmite por Xpert Tv canal 33 a las 3 p. m., con repeticiones de lunes a viernes a las 11 p.m. y 7 a.m.
Cuando no está grabando su programa, Inés Sánchez trabaja en los guiones. En el tiempo libre, que es poco, disfruta de descansar, dormir hasta tarde, comer sano y hacer ejercicios. Hace mucho no va al cine, pero en su ritual diario nunca falta una buena lectura. También es aficionada al juego matemático Sudoku y a, de vez en cuando, deleitarse con unos churros.
Sánchez admite ser coqueta. Y es evidente, sus cejas siempre están bien marcadas, sus ojos delineados y sus labios pintados con un leve tono rosa que se resalta con delineado café. Ella se maquilla sola para presentar el programa y revela que nunca se ha sometido a cirugías estéticas. “A eso le tengo un poco de miedo. Yo digo que una cirugía sin necesidad puede ser un riesgo”, reconoce.
Sus atuendos siempre son impecables y su sonrisa blanca también. Inés siempre está lista para guiñar a la cámara.
Su ajetreo diario hace que la presentadora vea como un momento maravilloso el llegar a casa. Ahora evita estar en lugares muy concurridos; a las redes sociales no las tiene tan cercanas e incluso, ha rechazado propuestas para ser influenciadora de marcas.
“Como paso grabando y en la calle, es rico cuando por fin llego a mi casa y cierro la puerta. Entonces no quiero salir. Aunque a veces hay compromisos y voy y la paso bien. Pero si hay una inauguración, si hay una fiesta, un brindis, o exhibición de moda, no”, contó.
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Inés y Teleclub
¿Cómo es tener un programa 55 años y mantenerse como imagen?
Lo que hago es que trato de que el programa tenga variedad y que sea de actualidad. El esqueleto es uno: programa por y para la familia, yo soy pro vida y además es un programa que tiene que educar, informar y entretener. Por eso tenemos variedades y especialidades en medicina, secciones de cocina, hacemos todo variado. Casi todos los viernes tenemos presentación artística.
Su programa empezó en 1963, ¿cómo hace para estar a la vanguardia con temas en estos nuevos tiempos?
Los tiempos han cambiado por eso uno tiene que ir cambiando también, pero lo principal es lo que te dije, es un programa para la familia. Ese es mi enfoque siempre.
¿Piensa que ven Teleclub por doña Inés?
Creo que sí. Si ven a Inés es porque les está dando lo que ellos necesitan. Muchas veces vemos programas de televisión y decimos: ‘uy qué pena, se está luciendo y no acaba de explicar lo que va a hacer’, eso es importante: primero es el programa y más arriba, más importante son los televidentes. Yo no importo, ni mis compañeros, no les interesa que los vean, lo importante es que los escuchen y aprendan de ellos. A la gente le gusta informarse y aprender. La diferencia es no llenar el espacio por llenar, no llenar por salir en la televisión y que me vean, no llenar por ganar dinero, sino llenar por servir.
¿Por qué usted siempre se ha mantenido cómo la imagen de Teleclub?
Porque el que quiera ser la imagen que haga su programa. Es que yo no puedo soltar Teleclub.
¿Por qué siempre exalta el nombre de Dios es su programa?
Porque yo amo a Dios y Dios me ama a mí.
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Inés y la vida.
De todo lo que la gente dice y pone en redes sociales se ha mencionado, incluso, que usted es inmortal… hay figuras que tienen una edad similar a la suya y no reciben ese tipo de adjetivos. ¿A qué cree que se debe ello?
De eso no me había enterado, que era inmortal (risas). No, de verdad, como dicen esto es algo que me resbala. Lo que diga la gente no debe afectarle a nadie. Es más, la gente debe de preocuparse de otras cosas, pero bueno, si no tienen o no saben hacer otra cosa pobrecitos, déjalos que hablen.
¿Ha sufrido usted realmente?
¿Quién no ha sufrido?
Es que a usted se le ve tan positiva y vital, ¿eso ayuda a llevar los sufrimientos de otra manera?
Eso también debe ser parte de la vida. Un sacerdote decía que uno no debía llorar por haber llorado. Si uno lloró por algo déjalo pasar, deja que se vaya y no vuelvas a llorar por eso. Entonces trata de sonreír y de incorporarte a la vida que debes llevar.
¿Qué la ha hecho sufrir?
Han sido muchas cosas. La llegada a Costa Rica fue dura, pasamos necesidades. La muerte de familiares, salir de Cuba y estar separados (de la familia). Hay muchas cosas que te hacen sufrir. Amigos que he perdido. Ver sufrir a otros me afecta. Sobre todo a los niños. Me duele mucho el maltrato a los niños.
Entonces usted sufre por situaciones que realmente la han lastimado, no por lo que puedan decir algunas personas…
Eso no. ¿Para qué? Pero no hay tanta gente (que diga cosas). Vieras qué cantidad de gente se me acerca, me besa, abraza y me da las gracias. Siento mucho el cariño de las personas.