El género del “programa de media noche” (mejor conocido como late-show) ha sufrido un desgaste pronunciado. Al escuchar sobre una nueva propuesta de este tipo, es difícil sorprenderse: siempre se trata de una copia de algo que hizo alguna productora estadounidense o británica. Hay un invitado que responde a ciertas dinámicas y listo. Todo reside en la pericia del anfitrión, siempre sentado en un largo escritorio con la ciudad a sus espaldas y con una banda musical que acompaña a sus juegos.
Los felices veinte, producción española de Orange TV, es una bocanada de aire fresco dentro de ese espectro. Se trata de un show guionizado como una serie de televisión, cargado de referencias pop y con sesudos invitados que, si bien llegan al asiento a pasar un buen rato, siempre tienen algo que decir.
Este año, el show ha expandido su alcance gracias a YouTube, en donde suben los episodios semanalmente y son completamente gratuitos. Ahora que se aproxima el cierre de su segunda temporada, conviene destacar y recomendar este programa que quiere diferenciarse a toda costa de las convenciones que han maniatado al formato.
Buenas risas
El corazón de la fiesta, sin dudas, es Nacho Vigalondo, cineasta español que alcanzó renombre en el 2017 cuando dirigió a Anne Hathaway en Colossal, una película de ciencia ficción que retaba las concepciones que siempre se han tenido sobre colosos como Godzilla. Desde tiempo atrás, Vigalondo había realizado producciones notables como su debut Cronocrímenes, un angustioso thriller que se cuenta en contrarreloj. Su perfil es el de un creativo por excelencia.
Eso sí, su salto a la comedia fue sorpresivo. “Yo no me identifico como comediante”, ha dicho en varias ocasiones, pero es difícil de creerle por la forma en que ha asumido la misión de comandar el programa.
Junto al carismático actor Anibal Gómez, y a la comediante Paula Púa (que llegó a sustituir a la influencer Gakián, quien estuvo en la primera temporada), Vigalondo construye un guión preparado según cada invitado, siempre condimentado con referencias a la cultura pop.
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Por ejemplo, en un capítulo recibió al periodista Noel Ceballos, quien recientemente lanzó su libro Pensamiento conspiranoico. Aunque Ceballos no sea un invitado de la magnitud de Ariana Grande en el show de Jimmy Fallon, el equipo creativo es astuto en trazar el episodio como si se tratara de una metaficción, en que cada uno de los invitados está siendo controlado por la Matrix. Aníbal, de repente, finge conducir un programa de radio en el que realiza un top de mejores conspiraciones en la historia y el absurdismo toma la razón. Hay referencias a Twin Peaks, los Beatles, el 9-11... De todo.
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En otro capítulo, Los felices veinte recibió al cineasta Cristobal Serrá que, al igual que con Ceballos, no será una súper estrella como las que tienen de invitados los grandes shows estadounidenses, pero es alguien inteligente con quien se puede entretener y aprender.
Ese episodio comienza con una actuación de Vigalondo como Luis XIV, en referencia al filme más conocido de Serrá (La muerte de Luis XIV). El propio cineasta, con sus gafas oscuras y rostro serio, no logra resistirse a las boberías y se deja llevar por el tono que el programa propone.
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Pero lo más curioso es que, detrás de todas las tonterías, el programa logra ser lúdico y tener un mensaje. Tras ver el programa de Ceballos, el espectador puede entender más sobre cómo las teorías de conspiración están al servicio del populismo; mientras que en el episodio de Serrá la audiencia puede entender la teoría detrás de hacer otro tipo de películas y qué se esconde tras el mal llamado término “cine lento”.
Los felices veinte es una opción que equilibra el contenido y la diversión. Con episodios que no sobrepasan una hora pueden ser vistos en el canal de YouTube que lleva su nombre. Buen provecho.