Parte I
Mickey y Minnie vestidos de gala dieron la bienvenida a una noche mágica en La Sabana, en la que la fantasía fue la principal protagonista. Eran las 7:30 p.m en el Estadio Nacional y el público, conformado por gran cantidad adultos y niños, se emocionó al sentir a los personajes de Disney más cerca que nunca. Las orejitas, sombreros alusivos y muchas prendas relacionadas con los ratones se convirtieron en el código de vestimenta para una velada especial.
Marvin Araya, director de la Orquesta Filarmónica y encargado de dirigir una sinfonía en la que se repasaría lo mejor de Disney, Pixar, Star Wars, Marvel y National Geographic, saludó a los ratones, quienes al son de las decenas de instrumentos bailaron y gozaron como nunca, mientras en una pantalla gigante se proyectaban momentos icónicos que nos ha regalado Disney a lo largo de su historia.
De inmediato, al escenario subió el cantante Pierre, quien junto a varias parejas de bailarines interpretaron Nuestro huésped sea usted, de La bella y la Bestia. La gracia de los artistas preparó a los asistentes para una velada en la que las emociones no faltarían.
Seguidamente, la canción Saber volver, del filme Moana, contagió de energía a todos. Tras una interpretación vocal impresionante, la cantante María Álvarez de Toledo cantó el emotivo Cuán lejos voy, tema que transmite la fuerza de la joven guerrera. Al fondo de escena, se pasaban las imágenes más icónicas de la cinta.
La orquesta sonaba impecable y sincronizada con los cantantes, sin embargo, el ensamble también tuvo su tiempo de lucirse cuando interpretaron el tema de Piratas del Caribe.
Por su parte Elsa y Ana, de Frozen, deleitaron a los infantes con Finalmente como nunca y el infaltable Libre soy.
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El show, además, permitió a los asistentes asombrarse con imágenes que proyectaban majestuosos animales en su hábitat, convirtiéndose en el momento más National Geographic de la velada.
Los gritos se intensificaron cuando se anunció que era el momento de Star Wars. De inmediato, la Sinfónica tocó el tema principal de la saga y como remate La marcha imperial. Pequeños fuegos artificiales brotaron del escenario. En el público las pieles “de gallina” eran notorias y no precisamente por el frío de diciembre. Sin duda, la música y la añoranza se fusionan en el show, y los resultados son emociones que no se pueden explicar con palabras.
Durante una pausa, los niños salieron de sus asientos y empezaron a jugar con juguetes luminosos comprados antes del ingreso al estadio.
II Parte
Tras un intervalo, a escena llegaron los amigos más fieles. Se trató dos jóvenes en representación de Woody y Buzz Lightyear, interpretando el tema Yo soy tu amigo fiel. Poco después, para emoción de los más pequeños, aparecieron los personajes originales.
Luego de la canción de Toy Story también hubo tiempo para recordar a Los Increíbles.
Uno de los momentos más esperados de la noche llegó cuando los colores e imágenes anunciaron que era el turno de evocar a Coco, la película que dejó inolvidables melodías en la mente y en el corazón de los costarricenses.
Este número fue aún más cercano con la niñez, porque el cantante principal es un niño de 11 años que cantó Un poco loco, El latido de mi corazón y el clásico Recuérdame, que fue coreado con sentimiento.
Mientras los más pequeños estaban de pie sobre las sillas para alcanzar a ver completo el show, llegó el turno de Marvel: los temas de Capitana Marvel y Avengers Endgame provocaron ovaciones.
En un espectáculo que llevó de una emoción a otra, en el escenario aparecieron luego los personajes de Enredados. Rapunzel cautivó a los asistentes con Un sueño ideal y el momento aumentó en emotividad cuando interpretó Veo en ti la luz, acompañada por las linternas de los músicos de la Filarmónica y del público. El Estadio Nacional, con las luces bajas, parecía estar lleno de luciérnagas, emulando las luces de la película.
El encanto de ‘Encanto’
Llegando a la parte final del espectáculo, del que hay que destacar la enorme calidad de los artistas, se presentó un segmento de Encanto, la película de Disney inspirada en Colombia y que fue sensación mundial por sus personajes y significados.
Un regalo mágico fue la primera canción en tocarse, cantarse y actuarse.
Seguidamente llegaron dos de los momentos cumbres de la noche. En primera instancia apareció la interpretación de No se habla de Bruno, canción que no dejó de sonar en las emisoras de radio por varios meses. La puesta en escena emuló acertadamente a los personajes y momentos claves de la pegajosa pieza.
Después de esto, las lágrimas tenían permiso de brotar, cuando el cantante Patricio Wites interpretó el ya de por sí sentimental Dos oruguitas. Su sentimiento al interpretar el tema se pudo sentir, por lo que a muchos se les hizo un nudo en la garganta.
Elsa volvió a escena y luego de recordar Frozen 2, la noche estaba lista para cerrar con uno de los clásicos de Disney que más sensaciones genera: El ciclo sin fin, de El rey León, fue la clausura apropiada para un espectáculo que dejó sin palabras y con muchas sonrisas a los asistentes.
Mickey y Minnie salieron a escena una vez más, en esta ocasión para decir: hasta pronto.
El espectáculo Magia y Sinfonía, de Disney, se presentará nuevamente este jueves 15 de diciembre en el Estadio Nacional. Los boletos pueden adquirirse en E-ticket.