La alternativa es caminar por los diferentes senderos, descender hasta el fondo del cañón y descubrir las hermosas nacientes de agua termal y mineral.
Se camina al ritmo de cada persona, pero, al llegar a las nacientes, se descubre un río de agua cristalina que permite ver el fondo sin mayor esfuerzo.
Rocío López, de la Reserva Río Perdido, explicó que se trata de agua que fluye naturalmente gracias al calentamiento que ofrecen las venas volcánicas.
La temperatura del agua suele estar entre los 20° y 35° C, por lo que un chapuzón en sus pozas naturales se convierte en un merecido premio.
Durante el recorrido se puede disfrutar de la observación de aves, monos, águilas y otro tipo de animales.
Por estar dentro de un cañón, el calor es más benévolo que en otras partes de la propiedad. Además, no hay prisa, puede tomar un baño sin que nada le presione.
También, en el lugar cuentan con un edificio principal como centro de operaciones. En este punto se encuentra un restaurante, área de vestidores, un spa y piscinas alimentadas con el agua termomineral.
López explicó que el objetivo del lugar es que las personas lleguen por la mañana, tengan múltiples opciones para disfrutar durante el día y que paguen un precio diferenciado para el turismo nacional.
Se debe recorrer 26 kilómetros desde la Interamericana norte, a la altura de Bagaces, pero, al llegar a este lugar, es fácil de comprobar que para obtener un tesoro se deben hacer pequeños sacrificios, que bien los valen.